Hostilidad de los peque?os
Los peque?os Estados de la Comunidad Europea (CE) no quieren saber nada de una reforma previa a la gran conferencia intergubernamental de 1996 que actualizar¨¢ Maastricht. Para rechazarla invocan la cumbre comunitaria de Lisboa (junio de 1992) en la que los doce jefes de Estado y de Gobierno reconocieron que la actual situaci¨®n institucional permit¨ªa la ampliaci¨®n a nuevos miembros. Al a?o siguiente en Copenhague lo volvieron a confirmar.Con la entrada de los nuevos socios ser¨¢ necesario, preconizan los peque?os, hacer un mero ajuste mec¨¢nico de los votos en el Consejo de Ministros. Habr¨¢, pues, que otorgar, por ejemplo, a Suecia, cuyo peso demogr¨¢fico es similar al de B¨¦lgica, los mismos 5 votos con los que cuenta el Gobierno de Bruselas.
El anterior ministro portugu¨¦s de Asuntos Exteriores, Jo¨¢o de Deus Pinheiro, ahora comisario europeo, asegura que "el sistema actual puede todav¨ªa funcionar [en la CE] con un n¨²mero m¨¢ximo de 15 miembros, a condici¨®n de que uno de los futuros socios hable un idioma comunitario". Es el caso de Austria. En consecuencia, la reforma puede esperar con tanta m¨¢s raz¨®n que no todos los candidatos acabar¨¢n entrando.
Portugal es precisamente uno de los m¨¢s beligerantes antirreformistas. "No teme que Alemania resulte reforzada sino simplemente que Espa?a preserve su actual influencia en la CE", explica un alto cargo de la: Administraci¨®n espa?ola. "Su postura es tanto m¨¢s incomprensible que casi siempre nuestros intereses, como pa¨ªses meridionales, son coincidentes", a?ade.
"Ser¨¢ m¨¢s honrado y democr¨¢tico discutir de la reforma despu¨¦s de la adhesi¨®n de los nuevos miembros", afirmaba, por su parte, el a?o pasado al diario bruselense Le Soir el ministro belga de Asuntos Exteriores, Willy de Claes. Amenazaba tambi¨¦n con formar "un frente de los peque?os con el prop¨®sito de rechazar cualquier idea de directorio de los grandes".
Ni que decir tiene que los cuatro candidatos al ingreso, que negociar¨¢n en 1994 los aspectos institucionales de su adhesi¨®n, comparten este punto de vista. El debate debe esperar, insisten, a que sean miembros de pleno derecho.
Los peque?os son, no obstante, conscientes de que la CE no puede seguir creciendo sin modificar profundamente su funcionamiento so pena de par¨¢lisis. El Benelux y, en menor medida, Portugal creen que la soluci¨®n es acentuar su car¨¢cter federal otorgando m¨¢s poder a la Comisi¨®n Europea.
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