Por el pacto social
Ha llegado el momento de redefinir el Estado de bienestar para mantenerlo y mejorar su funcionamiento, afirman autores, eliminando los efectos perversos que se han generado en forma de fraudes o abusos.
La construcci¨®n del denominado Estado de bienestar en Europa tras la guerra mundial ha ido acompa?ada de un pacto social permanente. La mayor parte del tiempo, el pacto ha sido t¨¢cito, pero en ciertas coyunturas ha sido necesario hacerlo expl¨ªcito. Aqu¨ª y ahora estamos en una de ellas. Nadie oculta que el Estado de bienestar pasa en Europa, y m¨¢s en Espa?a, por un momento cr¨ªtico. Si se quiere mantenerlo y reorientarlo es preciso renovar el pacto de forma expl¨ªcita.La competencia econ¨®mica de terceros pa¨ªses, basada en el dumping social y medioambiental, la destrucci¨®n del sistema comunista y la acelerada innovaci¨®n tecnol¨®gica son tres de los factores que sacuden la econom¨ªa europea y, con ella, el sistema fiscal sobre el que se asienta el Estado de bienestar. La ausencia de una pol¨ªtica industrial com¨²n no ha hecho sino facilitar este debilitamiento. Ante el encarecimiento relativo del factor trabajo europeo se ha respondido intensificando la tecnolog¨ªa. La mecanizaci¨®n y robotizaci¨®n del sistema productivo, unidas a la baja coyuntura actual, han incrementado masivamente el paro; adem¨¢s, el dumping social ha penetrado dentro de Europa en forma de una creciente econom¨ªa sumergida. Todos los elementos de este proceso conspiran contra el sistema fiscal produciendo menos ingresos y mayores gastos. La tendencia, de mantenerse, har¨¢ inviable financieramente la universalizaci¨®n de la sanidad y las pensiones, el sistema educativo, la pol¨ªtica social de vivienda, los incentivos al transporte colectivo, a la formaci¨®n, al empleo, y, en general, colapsar¨¢ la estructura asistencial que da sentido al Estado de bienestar.
En Espa?a, como es l¨®gico, la situaci¨®n es m¨¢s grave que en Alemania o Francia. Quienes no queremos la dualizaci¨®n social, por injusta e ineficiente, hemos de buscar una salida que redefina el Estado de bienestar con la intenci¨®n de mantenerlo y mejorar su funcionamiento. Tal es la pretensi¨®n contenida en el programa electoral del PSOE, que result¨® ser el m¨¢s votado el pasado 6 de junio y que anima al Gobierno ante el mandato popular de llevarlo adelante. El pacto social, incluido en dicho programa, no es condici¨®n suficiente, pero puede resultar necesario y, en todo caso, es conveniente:
- Porque ha llegado el momento de redefinir el Estado de bienestar, eliminando los efectos perversos que se han generado en forma de fraudes o abusos y abriendo nuevas v¨ªas asistenciales fuera de todo paternalismo.
- Porque generar¨¢ confianza en la sociedad espa?ola, dentro de s¨ª misma y tambi¨¦n con referencia al exterior, atrayendo inversiones e impulsando un nuevo avance en la econom¨ªa real.
En 1991, la renta declarada por los empresarios (no agrarios) al rellenar los impresos del IRPF fue de 1.120.000 pesetas; la de los asalariados, de 1.955.000. Si los empresarios hubieran declarado tan s¨®lo la misma renta que los asalariados, el Estado hubiera ingresado 220.000 millones m¨¢s. En Espa?a hay 1.640.000 personas declaradas "inv¨¢lidas" para el trabajo cobrando la correspondiente pensi¨®n, cifra que hace pensar en una cat¨¢strofe m¨¢s que en otra cosa. Para nadie es un secreto que de los dos millones de personas que cobran hoy "del paro" hay una buena cantidad que o trabajan en la econom¨ªa sumergida o no tienen derecho a ¨¦l (*). El fraude y el abuso son cuantitativamente insoportables para el contribuyente y, lo que es m¨¢s grave, golpean sobre la base ideol¨®gica y moral del Estado de bienestar. Los sindicatos, la izquierda en general, son los primeros interesados en que el Estado de bienestar no est¨¦ basado en una ficci¨®n, sino que sea realmente la expresi¨®n de la solidaridad. Valor al que deben acompa?ar los del trabajo, la austeridad y, en suma, la decencia.
El esquema econ¨®mico del pacto, sobre cuyas bases las partes est¨¢n de acuerdo, pretende incrementar el ahorro para dirigirlo hacia inversiones productivas, generadoras de empleo, p¨²blicas (a veces se olvida que ¨¦stas son imprescindibles para generar desarrollo) y privadas. Ello exigir¨¢ un acuerdo de rentas, pero tambi¨¦n una atenci¨®n preferente a la econom¨ªa real: bajada de los tipos de inter¨¦s y una aut¨¦ntica pol¨ªtica industrial. La experiencia europea ha demostrado que la peor pol¨ªtica industrial es la que no existe. La econom¨ªa espa?ola, abierta hoy a los mercados internacionales, demanda a gritos una nueva pol¨ªtica industrial y comercial, lejos del ineficiente plan quinquenal o del destructor laissezfaire. Si las l¨ªneas b¨¢sicas de esa pol¨ªtica pueden ser consensuadas, su efectividad ser¨¢ mayor.
Quienes, reticentes u opuestos al pacto social, pretenden obviarlo colocan sus intereses ideol¨®gicos, pol¨ªticos o econ¨®micos por encima de los del pa¨ªs. Con un agravante: la sociedad espa?ola atraviesa momentos delicados y decisivos. No se trata s¨®lo de una crisis econ¨®mica coyuntural; se halla en juego el modelo de Seguridad Social que la mayor parte de los pa¨ªses europeos hicieron suyo tras la II Guerra Mundial.
El pacto social deber¨¢ servir tambi¨¦n de aldabonazo para todos los trabajadores y trabajadoras honrados, quienes, con su esfuerzo y solidaridad, son los llamados a sacar adelante el pa¨ªs y a dirigirlo moral y socialmente. No se trata s¨®lo de alcanzar tasas de crecimiento que permitan la creaci¨®n de suficientes puestos de trabajo; es preciso conseguir tambi¨¦n una clara integraci¨®n de la juventud en la tarea com¨²n, en la vida social plena, en los bienes y los valores morales, en la responsabilidad intelectual, social y pol¨ªtica. Todo ello pasa por el efectivo derecho y la obligaci¨®n del trabajo y ser¨¢ facilitado por el pacto social. Quienes llevan el peso de su negociaci¨®n merecen ser apoyados para que logren alcanzar esos objetivos. Han de ser conscientes, por su parte, de la responsabilidad y de las esperanzas que hoy est¨¢n puestas en su trabajo y en sus actitudes.* Tendr¨¢ alguna explicaci¨®n, pero en algunas provincias hay m¨¢s perceptores por desempleo que desempleados inscritos en las oficinas del Inem.
es presidente de la Comunidad de Madrid, y es diputado socialista.
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