Lo principal y lo urgente
DURANTE TODA la campa?a electoral y en las semanas transcurridas desde la formaci¨®n del nuevo Gobierno, el mensaje fundamental transmitido a la sociedad ha sido el de la necesidad de corregir el principal desequilibrio de la econom¨ªa espa?ola: el incesante aumento del desempleo, que afecta oficialmente al 23% de la poblaci¨®n activa. Sin embargo, conforme se ha ido avanzando en el diagn¨®stico de la situaci¨®n, las autoridades econ¨®micas, llegaron a la conclusi¨®n de que para resolver el problema principal era prioritario atajar el desequilibrio m¨¢s urgente: el d¨¦ficit p¨²blico, que se encuentra totalmente descontrolado.La dial¨¦ctica entre lo principal y lo urgente es la que ha llevado a las negociaciones sobre un pacto social a un callej¨®n sin salida, puesto que los agentes sociales no admiten esa diferenciaci¨®n. Por el contrario, el Ejecutivo opina que la reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico es la condici¨®n imprescindible de cualquier econom¨ªa para crear puestos de trabajo.
Los Presupuestos del Estado, cuyo borrador para 1994 fue aprobado ayer, reflejan esa posici¨®n: el d¨¦ficit p¨²blico se ha convertido en los ¨²ltimos a?os, en todas las econom¨ªas desarrolladas, en el obst¨¢culo decisivo para la eficacia de las medidas de reactivaci¨®n ensayadas frente a crisis anteriores. Por ello, la austeridad de los Presupuestos, y su compatibilidad con el mantenimiento de un nivel de inversi¨®n p¨²blica que impida un colapso total de la demanda, se hab¨ªa convertido en la prueba del nueve de la voluntad del Gobierno de rectificar errores anteriores: esa combinaci¨®n de amenaza de limitaciones dr¨¢sticas -que le ganaron la animadversi¨®n sindical- y creciente descontrol del gasto -que oblig¨® a practicar una pol¨ªtica monetaria restrictiva, cuando la crisis exig¨ªa lo contrario-.
Por tanto, tres interrogantes principales plantea el proyecto: su adecuaci¨®n a la coyuntura como pilar b¨¢sico de la pol¨ªtica econ¨®mica, la credibilidad de su ejecuci¨®n y la posibilidad de su aprobaci¨®n.
Adecuaci¨®n a la coyuntura: eliminada a prior? por el Ejecutivo la posibilidad de disminuir globalmente el desempleo durante 1994 (no s¨®lo no se reduce en las previsiones, sino que aumenta en otras 150.000 personas), sus l¨ªneas b¨¢sicas parecen adecuadas para corregir el otro desequilibrio b¨¢sico, entre ingresos y gastos p¨²blicos; la congelaci¨®n del gasto en casi todas las partidas es consecuencia directa de la recesi¨®n y, m¨¢s espec¨ªficamente, de la evoluci¨®n del d¨¦ficit. Las excepciones se refieren a la inversi¨®n en infraestructuras (que crecer¨¢n al 15%), al gasto social (que lo har¨¢ al 6%) y a las medidas fiscales para incentivar la inversi¨®n privada (particularmente, de las pymes). El Gobierno pretende, pues, hacer de la pol¨ªtica presupuestaria una pata efectiva de la pol¨ªtica econ¨®mica -junto a la monetaria y a la pol¨ªtica de rentas esbozada en la propuesta de pacto social-, equilibrando as¨ª sus mecanismos. Hab¨ªa que hacerlo. Y se pretende hacerlo con las solas excepciones de medidas selectivas de orientaci¨®n reactivad ora y levemente antic¨ªclica (lo que le ven¨ªa siendo exigido pr¨¢cticamente desde todas las tribunas p¨²blicas), y del gasto social, que, aun creciendo m¨¢s que la inflaci¨®n, deber¨¢ ser reestructurado en algunas de sus l¨ªneas para evitar abusos y crecimientos exponenciales.
El proyecto est¨¢, pues, repleto de buenas intenciones en este aspecto. ?Tiene credibilidad? Esa es otra cuesti¨®n, sobre la que s¨®lo podr¨¢ emitirse una opini¨®n solvente cuando se conozca la letra peque?a. Las vacilaciones, globos sonda e informaciones contradictorias emitidos en los ¨²ltimos d¨ªas, tanto sobre el cuadro macroecon¨®mico previsible cuanto sobre la conceptuaci¨®n y contabilizaci¨®n de cada gran partida presupuestaria, no favorecen la confianza de los mercados ni de la opini¨®n p¨²blica. Estas contradicciones deben acabar desde el momento en que existe ya un proyecto de Presupuestos. Queda la duda de saber si reflejaban una ausencia de l¨ªnea clara del actual Ejecutivo o s¨®lo una actitud menos dogm¨¢tica del nuevo equipo econ¨®mico. El que ese equipo se haya decidido a desvelar la magnitud " real del d¨¦ficit, renunciando al maquillaje -ocultar parte de las obligaciones financieras a largo plazo-, puede ser una forma de garantizarse resultados menos negativos en los pr¨®ximos ejercicios; pero esa decisi¨®n revela tambi¨¦n la voluntad de hacer de este comienzo de legislatura un punto y aparte de la pol¨ªtica econ¨®mica. Las cifras de muestran el car¨¢cter descontrolado del d¨¦ficit p¨²blico, esto es, el apabullante descenso de los ingresos combinado con el aumento de los gastos. Si esas tendencias no est¨¢n perfectamente reflejadas en el proyecto, ¨¦ste se convertir¨¢ en papel mojado, inane, por tanto, para reequilibrar las grandes cifras de la econom¨ªa espa?ola, y de nula eficacia para coadyuvar a la suave reactivaci¨®n prevista y, por consiguiente, para reducir el desempleo.
En tercer lugar est¨¢ la cuesti¨®n de los apoyos pol¨ªticos. La inclusi¨®n de medidas de apoyo fiscal a las empresas debiera garantizar, por lo menos, la no hostilidad al documento de los nacionalismos moderados.
El Gobierno, en todo caso, dispone por fin de una carta de marear, ciertamente perfeccionable por v¨ªa de negociaciones y enmiendas en el Parlamento. Pero lo que le es exigible ya es que act¨²e desde este momento en perfecta consonancia con lo que acaba de aprobar. Incluyendo, de modo imprescindible, las garant¨ªas de que esta medicina de caballo para la mayor¨ªa de la sociedad acabar¨¢, surtiendo efecto en el momento en que llegue la reactivaci¨®n internacional.
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