Acariciar la paz.
GERRY ADAMS, l¨ªder del partido irland¨¦s Sinn Fein, rama pol¨ªtica del movimiento terrorista del IRA, y John Hume, jefe del partido norirland¨¦s Partido Social-Dem¨®crata y Laborista (SDLP), de tendencia moderada, y uno y otro, de seguimiento casi exclusivamente cat¨®lico, se han reunido de forma reservada en los ¨²ltimos seis meses. Y el pasado domingo anunciaron que el IRA pod¨ªa estar dispuesto a abandonar la violencia si el Reino Unido declarara que no tiene "inter¨¦s a largo plazo" sobre las provincias del Ulst¨¦r y reconociese el derecho de autodeterminaci¨®n de los irlandeses. Al exigir la autodeterminaci¨®n de la isla, ese planteamiento otorgar¨ªa a todos sus habitantes la decisi¨®n final sobre la integraci¨®n en la Rep¨²blica de Irlanda de un territorio brit¨¢nico cuya mayor¨ªa -minor¨ªa en la isla- quiere seguir en el Reino Unido.Nunca en el pasado cuarto de siglo ha parecido m¨¢s posible la paz. Ello no quiere decir, naturalmente, que la soluci¨®n al intratable problema est¨¦ al alcance de la mano, sino s¨®lo que uno de sus protagonistas asegura estar dispuesto a deponer las armas. La violencia en las provincias brit¨¢nicas del Ulster comenz¨® en su ¨¦poca m¨¢s contempor¨¢nea en 1969 y ha costado desde entonces m¨¢s de 3.000 vidas. El problema es sencillo de explicar y, hasta ahora, imposible de resolver. Irlanda del Norte tiene 1.600.000 habitantes; casi los dos tercios son protestantes y quieren que el Ulster siga formando parte del Reino Unido. El otro tercio est¨¢ compuesto por cat¨®licos, que quieren integrarse en la Rep¨²blica de Irlanda. Ambos grupos defienden sus opciones por las armas.
Y ¨¦ste ha sido precisamente el problema: c¨®mo negociar una soluci¨®n pol¨ªtica para dar salida a un problema imposible. En el Acuerdo Anglo-Irland¨¦s de 1985, Londres y Dubl¨ªn acordaron intentar dar al problema una soluci¨®n conjunta. Ello provoc¨® violentas protestas y gritos de traici¨®n por parte de los unionistas protestantes. En 1991 y 1992, las conferencias a varias bandas (entre ambos Gobiernos y entre unos y otros con los principales partidos norirlandeses) no consiguieron hacer que se progresara` en el camino de la paz. Pero s¨ª hab¨ªa en el acuerdo un doble germen de soluci¨®n: para Londres, negociar implicaba que el IRA depusiera las armas, al tiempo que reiteraba su oposici¨®n a permitir una alteraci¨®n del estatuto de Ulster mientras no se contara con la aquiescencia de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n.
La- declaraci¨®n conjunta de Adams y Hume es s¨®lo un paso en la buena direcci¨®n, pero no puede olvidarse que Londres es siempre reticente a buscar soluciones pol¨ªticas pragm¨¢ticas si no le vienen impuestas por una fuerza imbatible, como en el caso de la descolonizaci¨®n de Hong Kong. La Rep¨²blica de Irlanda no es China. Y el eventual cese de la violencia del IRA nace precisamente del buen entendimiento entre Londres y Dubl¨ªn. Si el IRA est¨¢ dispuesto a deponer las armas, ser¨ªa grav¨ªsimo- que los dos Gobiernos no encontraran una f¨®rmula transaccional que termine con la violencia y garantice los derechos de todos a vivir en paz en su tierra. M¨¢s odio y m¨¢s muerte ha habido en Palestina.
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