El tiro por la culata
?Dispara! se estren¨® hace unas semanas en el festival de Venecia. Era la ¨²nica pel¨ªcula espa?ola en concurso y, aunque se baraj¨® en los pasillos el nombre de la italiana Francesca Neri como aspirante al premio de interpretaci¨®n, finalmente se fue de vac¨ªo, aunque la actriz merec¨ªa un doble reconocimiento: el m¨¦rito de su buena composici¨®n y otro de m¨¢s calado: es ella quien sostiene por s¨ª sola a una pel¨ªcula dif¨ªcilmente sostenible.Los cr¨ªticos italianos y no italianos fueron -y me temo que con fundamento- muy duros con este retorno de Carlos Saura a la ficci¨®n dram¨¢tica pura, tras sus siempre brillantes y en ocasiones magn¨ªficas incursiones en un muy peculiar cine musical que ha dado la vuelta al mundo y que culmin¨® el a?o pasado con el triunfo de la maravillosa Sevillanas en el mismo marco donde acaba de tropezar este ?Dispara! convertido as¨ª en un tiro por la culata.
?Dispara!
Direcci¨®n: Carlos Saura. Gui¨®n:E. Monteleone y C. Saura. Fotograf¨ªa: Javier Aguirresarobe. M¨²sica: Alberto Iglesias. Espa?a, 1993. Int¨¦rpretes: Francesca Neri, Antonio Banderas, Walter Vidarte, Eulalia Ram¨®n, Coque Malla, Concha Leza. Estreno en Lope de Vega, Benlliure, Novedades, Albufera, Aluche, Parquesur.
La pel¨ªcula est¨¢ impecablemente producida, filmada y, en la parte de Francesca Neri, interpretada. Sin embargo, no funciona: la armaz¨®n del violento asunto que cuenta, la formalizaci¨®n del thriller suburbano que quiere ser es un castillo de naipes tan fr¨¢gil e inestable que parece improvisado sobre la marcha con ocurrencias no sometidas a filtro cr¨ªtico ni a reelaboraci¨®n posterior. El filme por ello se resquebraja a medida que avanza en rigor que no avanza, pues permanece estancado durante casi todo el metraje, con la excepci¨®n de algunos momentos de violencia- y finalmente se derrumba en la escena final, donde ese aludido tiro por la culata se consuma, pues lo concebido como una evidencia acaba provocando incredulidad.
Pel¨ªcula descalza
?Qu¨¦ ocurre en ?Dispara! para que tantos buenos oficios contribuyan a crear un resultado sin unidad interior, invertebrado? No hay dificultad para descubrir su tal¨®n de Aquiles: est¨¢ a la vista, pues es una pel¨ªcula descalza, una casa sin cimientos. Carece en sentido estricto de gui¨®n, de escritura de fondo; cuando es una pel¨ªcula que est¨¢ en las ant¨ªpodas de ese cine de montaje en el que no hay necesidad de gui¨®n previo y este surge en la moviola del material filmado y no al rev¨¦s, como ocurre en la producci¨®n convencional. Por el contrario, ?Dispara! es una pel¨ªcula de composici¨®n convencional, a ratos incluso gen¨¦rica, y por ello requer¨ªa para poder mantenerse en pie un s¨®lido gui¨®n previo, un basamento escrita que no tiene, que parece no tener, o peor: que tiene y es tan impreciso que no se percibe ni surte efecto en la pantalla.La secuencia carece de ritmo interno, los di¨¢logos. no tienen funcionalidad dram¨¢tica y anal¨ªtica, pues son meramente coloquiales y no definen progresivamente a las situaciones y a la interioridad de los personajes, por lo que ¨¦stos difuminan poco a poco su identidad y finalmente da la impresi¨®n de que carecen de ella, en especial el interpretado (es un decir) por Antonio Banderas, que afronta una misi¨®n imposible, un inevitable y duro querer y no poder, por lo que, aunque lo pretende, no logra -ni en rigor pod¨ªa lograr- dar al mismo tiempo empaque dram¨¢tico y naturalidad documental a un personaje que no est¨¢ construido ni es en rigor construible a pelo -esdecir: sin definici¨®n escrita previa- frente a la c¨¢mara.
Paralelamente, el -completamente imprescindible para mantener la atenci¨®n del espectador en un filme de acci¨®n y de escalada de violencia- crescendo de menos a m¨¢s se difumina y pierde igualmente. El tiempo de espera inicial es excesivamente largo y plano, por lo que cansa, estanca, fatiga. Y cuando finalmente se desencadena la sangrienta serie de muertes por carambola que constituye el n¨²cleo metaf¨®rico, argumental y pretendidamente vertebral del filme, ¨²nicamente el signo de dolor y de perplejidad que emana de la mirada perdida de Francesca Neri transmite algo en medio de la inexpresividad y la carencia de emoci¨®n dram¨¢tica y de verosimilitud de cuanto le rodea. Y su buen y meritorio esfuerzo se pierde tambi¨¦n en la zona de nadie donde naufraga el filme: la -aqu¨ª demasiado ancha- franja que separa las intenciones de los logros.
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