Zapatillas
Ayer fue un d¨ªa aciago: ha causado 40.000 muertos en la India un terremoto que todav¨ªa no ha reivindicado nadie, ni Dios desde el firmamento con un meg¨¢fono ni cualquiera de sus representantes en la Tierra, bien sea el Papa desde un balc¨®n del Vaticano o el Brahm¨¢n Mayor desde la escalinata del templo del Mono, en las afueras de Benar¨¦s. De noche hubo en el Pa¨ªs Vasco otros atentados que han producido ocho heridos civiles e innumerables dem¨®cratas desesperados. Me he despertado tarde, y cuando he puesto la radio ya no hab¨ªa remedio: algunos periodistas que son los cuchilleros del amanecer ten¨ªan a esa hora toda la carne de los pol¨ªticos picada. Despu¨¦s he le¨ªdo en el peri¨®dico otro c¨²mulo de desgracias que podr¨ªa enunciarse as¨ª: estamos totalmente arruinados, pero en cambio ahora somos mucho menos honrados. A pesar de todo, me he levantado, y mientras me afeitaba he escuchado algunos pasodobles. El mundo est¨¢ destruido. Si quieres salvarte, debes recomponerlo dentro de ti mismo cada ma?ana, as¨ª que primero he ido a la pajarer¨ªa a comprar insectos disecados, que es lo que come mi tortuga, y he desayunado con ella. Hay que estar a bien con los semejantes. Tener a la tortuga contenta y que el perro te mueva el rabo es la ¨²nica metaf¨ªsica. Me he preparado un desayuno espiritual, con esa especie de cuajada que ha hecho inmortal a la gente de Rusia y de los Balcanes que ahora se mata con el manierismo de las armas, y gustando de ese alimento casi m¨ªstico he llegado a pensar que la bondad es invisible y que s¨®lo se descubre educando la mirada. En ese momento, la tortuga, que parec¨ªa haber adivinado mi pensamiento, ha levantado la cara con una sensaci¨®n risue?a. En medio de tantos desastres puedo convertir este d¨ªa en una obra de arte. Tengo una base muy s¨®lida: una tortuga me sonr¨ªe, un perro mueve el rabo a mis pies, y yo estoy tomando un yogur sobre las ruinas de la jornada anterior. Hoy tengo que hacer algo importante; por ejemplo, hoy tengo que comprarme unas zapatillas.
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