El poder de los fusiles
El Ej¨¦rcito musulm¨¢n de Bosnia impone seguir la guerra para ganar m¨¢s territorio

ENVIADO ESPECIAL Aunque la Armija, el Ej¨¦rcito bosnio de mayor¨ªa musulmana, asegura no entender de pol¨ªtica, sus hombres son algo m¨¢s que un factor en las decisiones del presidente Alia Izetbegovic. Son un aut¨¦ntico poder en la sombra. La gran mayor¨ªa de sus miembros son contrarios al plan internacional de paz que supone la partici¨®n de Bosnia-Herzegovina en tres Estados ¨¦tnicos. Los mandos de la Armija en Mostar, Jablanica, Gorni-Vakuf y la zona de Vitez se sienten capaces de derrotar en el campo de batalla al Consejo de Defensa Croata (HVO), ara?ar algunos kil¨®metros de territorio y apuntalar las fronteras m¨¢s meridionales de lo que ser¨¢ el primer Estado musulm¨¢n de Europa: la futura Bosnia.La batalla m¨¢s cruenta de todas se libra en la vieja Mostar, ciudad que los croatas bosnios reclaman como capital de su futuro Estado. La lucha de meses en torno a la capital de Herzegovina ha espoleado a los musulmanes, que han obtenido algunas victorias militares en las ¨²ltimas semanas.
Ni una l¨¢grima se mueve
En el sector Este de Mostar, donde viven hacinados unos 50.000 musulmanes, s¨®lo existe un poder: la Armija. Nada, ni una l¨¢grima, se mueve sin su permiso La zona oriental de Mostar es una ciudad militarizada. Pese a los continuos altos el fuego las granadas croatas no cesan de caer cuando. al otro lado cambian de guardia y llegan tropas de refresco cargadas de alcohol.
Una poblaci¨®n aterrada por el miedo a la muerte sue?a con huir. Sin embargo, para salir de aqu¨ª hay s¨®lo dos caminos: estar en una lista del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), pactada con croatas y musulmanes, o pagar 2.000 o 3.000 marcos a las mafias locales.
Los convoyes humanitarios cargados de alimentos y medicinas no llegan con excesiva frecuencia a Mostar. Como en toda Bosnia central. Pero estas carencias afectan m¨¢s a los musulmanes -privados de una retaguardia abastecida- que a los croatas, que cuentan con amplias zonas agr¨ªcolas, para poder seguir la guerra.
Los combates o la tensi¨®n existente en los frentes de guerra han impedido un reparto organizado y constante de las ayudas. En los almacenes de ACNUR en el puerto croata de Ploce y en Metkovic, ciudad fronteriza con Bosnia, se amontonan en la actualidad 23.000 toneladas de ayuda. ACNUR utiliza tan s¨®lo 700 toneladas cada semana. Aunque la gente de Mostar tiene miedo a hablar, no hay duda de que est¨¢n hartos de la guerra. Algunos, como C¨¦line, prefieren "una paz injusta", aunque sea al precio de perder territorio.
Pero ¨¦sta no es, desde luego, la opini¨®n oficial de la Armija. Esad Humo duerme poco, pero no tiene cara de cansado. A sus 32 a?os, este antiguo arquitecto, casado y con dos hijos, es el comandante de la temida 41 brigada del Ej¨¦rcito bosnio. Su cabeza tiene puesto un precio. Los croatas lo odian. Le conside ulpable de sus ¨²ltimos reveses militares. Cuando no lucha, se re¨²ne con sus capitanes en un s¨®tano b¨²riquer de un edificio semidestruido por la artiller¨ªa. Estudia mapas. Prepara ataques. Humo entiende la desesperaci¨®n de la gente de Mostar, pero asegura que no existe otra opci¨®n que combatir.
"Yo no lucho por una idea, ni por dinero, ni por diversi¨®n, como hacen los croatas. Yo lucho para sobrevivir", espeta clavando una mirada como si fuera un cuchillo. "Si ellos pierden esta guerra tienen un pa¨ªs (Croacia) donde refugiarse. Si pierdo yo, no tengo nada; estoy muerto"
Este comandante militar niega rotundamente que la Armija est¨¦ recibiendo armas de los serbios, como denuncia insistentemente el HVO. "Esa es un mentira est¨²pida" exclama. "Es como si yo ahora digo que usted es un esp¨ªa. Sabemos que es mentira, pero aqu¨ª le detendr¨ªan". Safet, un oficial de inteligencia del estado mayor del general Ari Pasalic, jefe del IV Cuerpo de la Armija, redunda en esta negativa y asegura que las armas del Ej¨¦rcito de mayor¨ªa musulmana proceden de las f¨¢bricas bosnias y del comercio negro con los croatas.
Algunas organizaciones humanitarias privadas que operan en el ¨¢rea de Mostar afirman que la Armija se incauta de una parte de la ayuda humanitaria, que despu¨¦s desv¨ªa para la adquisici¨®n de armamento. Este extremo no ha podido ser confirmado por las Fuerzas de Protecci¨®n de las Naciones Unidas (Unprofor).
Cometer excesos
Humo no cree en el plan de paz de David Oweri y Thorvald Stoltenberg, pues "no es la soluci¨®n al problema", asegura. "Puede ser que con las presiones internacionales las tres partes terminen firmando algo, pero cuando ustedes vuelvan la cara preocupados por Rusia, aqu¨ª se volver¨¢ a la guerra". "Estamos todos muy cansados. Exhaustos. Necesitamos un descanso. Puede que haya paz, s¨ª, pero ?por cu¨¢nto tiempo? Una semana, un mes, un a?o".
No obstante, Humo reconoce que la Armija ha podido cometer alg¨²n exceso contra la poblaci¨®n civil en zonas de Bosnia central. "Todos los ej¨¦rcitos del mundo tienen ovejas negras, incluso los Estados Unidos tuvieron criminales de guerra en Vietnam", dice con gran tranquilidad.
Humo asegura que tiene buenas relaciones con el batall¨®n espa?ol, al que agradece su ayuda. Pese a los momentos de tensi¨®n vividos durante el secuestro de un convoy humanitario a finales de agosto, la presencia permanente de cascos azules espa?oles en este sector contribuye a un buen di¨¢logo.
El comandante musulm¨¢n de Mostar considera que los serbios son m¨¢s honestos que los croatas. "Un serbio te dice que te va a matar y te mata. Un croata, te invita a comer como amigo y luego te clava el pu?al".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.