"Para muchos exiliados la palabra di¨¢logo es una concesi¨®n a Castro"
Monse?or Ortega, de 57 a?os, ha pasado por Madrid en compa?¨ªa de tres miembros del Comit¨¦ Permanente de la Conferencia Episcopal cubana camino de Roma, donde ser¨¢n recibidos por el papa Juan Pablo II. Uno de los temas a tratar en el Vaticano ser¨¢, sin duda, la virulenta campa?a desatada en los medios de comunicaci¨®n de la isla tras la difusi¨®n, el pasado 14 de septiembre, de la carta pastoral que fue entregada al ministro de Exteriores de Cuba, Roberto Robaina.En la prensa cubana empezaron a aparecer art¨ªculos en los que se calificaba a los firmantes de la pastoral de "traidores a la patria" o "restauradores del orden colonial". Era la respuesta oficiosa, ya que no ha habido ning¨²n comentario, ni p¨²blico ni privado, de las autoridades, a las quejas expresadas por los obispos en su carta. "Esperaba una reacci¨®n dura, aunque no pensaba que los ataques ser¨ªan de este tipo, con descalificaciones a a Iglesia y a las personas [obispos]", dice monse?or Ortega. "Utilizan una ret¨®rica del pasado, de los a?os 60. Hay que buscar nuevos estilos de convivencia para que puedan tratarse todos los temas con serenidad. Este es el contenido de nuestro mensaje: serenidad, reflexi¨®n y un llamamiento a la no violencia por ambas partes".
La carta de los obispos advert¨ªa al Gobierno del "descontento, incerteza y desesperaci¨®n" en la isla y denunciaba "los errores administrativos y econ¨®micos" del r¨¦gimen de Castro, y atacaba el car¨¢cter excluyente y omnipresente de la ideolog¨ªa oficial y las limitaciones impuestas a la libertad". La declaraci¨®n ha sacudido al r¨¦gimen, que utiliz¨® el diario de los sindicatos Trabajadores para calificar la pastoral de "panfleto pol¨ªtico".
El arzobispo de La Habana reconoce que "muchas mentes no est¨¢n preparadas para el di¨¢logo. No s¨®lo en Cuba, sino tambi¨¦n en el exilio. Muchas gentes en Miami rechazan la palabra di¨¢logo, porque la ven como una concesi¨®n inaceptable al r¨¦gimen". Jaime Ortega habla de "la excesiva polarizaci¨®n e intolerancia" entre ambos extremos, La Habana y Miami.
"Algunos llaman a Cuba el rev¨¦s de Miami", dice. "Y en medio, hay una inmensa gama de personas, el pueblo cubano que vive dentro y fuera de la isla. Aunque es muy dif¨ªcil cuantificar, buena parte de este pueblo quiere el di¨¢logo".
El arzobispo evita pronunciarse abiertamente sobre Fidel Castro, pero no puede dejar de insinuar que ser¨ªa deseable un proceso de cambio pol¨ªtico en Cuba con el mantenimiento del l¨ªder pol¨ªtico en el poder. Lo contrario, dice, ser¨ªa la puerta abierta a lo impredecible, un salto en el vac¨ªo, y, quiz¨¢, el caos.
Los t¨ªmidos cambios econ¨®micos apuntados por el r¨¦gimen son todav¨ªa una inc¨®gnita para el jefe de la Iglesia cat¨®lica cubana. "De momento nadie conoce el proyecto. Ni tan s¨®lo sabemos si hay un proyecto global o se trata de un cambio coyuntural. No basta con cambios econ¨®micos, hacen falta cambios pol¨ªticos y sociales", subraya, aunque admite que la realidad -"el momento de urgencia econ¨®mica"- est¨¢ imponiendo estos cambios. "Seguro que a Fidel no le gusta la dolarizaci¨®n", afirma el arzobispo de La Habana.
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