Lucha contra la droga: ?yahora, qu¨¦?
Los avances que en los ¨²ltimos a?os se han producido en la lucha contra la droga se deben no s¨®lo a la acci¨®n p¨²blica, sino tambi¨¦n al hecho de que los ciudadanos comienzan a concienciarse de que corresponde a toda la sociedad combatir esta lacra.Cualquier persona sensible percibe la droga como un problema, a la vista de los devastadores efectos que produce en sus v¨ªctimas, las muertes (809 en 1992 en Espa?a), la destrucci¨®n f¨ªsica y moral, la delincuencia drogoinducida, el desarraigo, la marginaci¨®n social... Esta visi¨®n, aun respondiendo a una realidad que sufrimos, resulta parcial; la droga genera otros problemas quiz¨¢ no tan cercanos ni evidentes, pero no por ello menos preocupantes. Hoy se puede afirmar que la droga (su implantaci¨®n o expansi¨®n) es un hecho mundial: un pa¨ªs o las produce o las transforma, o las comercializa o facilita los precursores necesarios para su manipulaci¨®n o es tr¨¢nsito obligado de las mismas o punto de destino para consumirlas.
Los problemas de la droga deben afrontarse desde una perspectiva global que tenga en cuenta, al menos, tres ideas: primera, su dimensi¨®n internacional; segunda, la necesidad de luchar contra el tr¨¢fico y no s¨®lo de paliar los efectos del consumo, y tercera, que lo que conocemos como narcotr¨¢fico (tr¨¢fico de drogas y blanqueo de capitales) es una de las manifestaciones m¨¢s genuinas de la criminalidad organizada.
El tr¨¢fico de drogas como hecho mundial supone, adem¨¢s de la generalidad del problema, la estrecha conexi¨®n entre los distintos grupos criminales originarios de cada pa¨ªs y su implantaci¨®n m¨¢s all¨¢ de cada frontera. A esto se refer¨ªa Antonio Falcone, el juez italiano asesinado por el crimen organizado, cuando hablaba de la Mafia como fen¨®meno supranacional y como modelo de exportaci¨®n. Ya no se puede dudar de la existencia de pactos entre la Mafia y los carteles colombianos, o del asentamiento de aqu¨¦lla en determinadas zonas de Espa?a, o de las conexiones de ¨¦stos con ciertos grupos organizados que desarrollan sus actividades en nuestro pa¨ªs desde hace tiempo y que han evolucionado desde el contrabando hacia el tr¨¢fico de drogas. Adem¨¢s no podemos olvidar que la situaci¨®n geogr¨¢fica convierte a Espa?a en lugar de operativo excepcional y en tr¨¢nsito obligado. A todo esto debe a?adirse que la desaparici¨®n de fronteras dentro de la Comunidad Europea y la liberalizaci¨®n de los movimientos de personas, mercanc¨ªas y capitales vienen a facilitar el tr¨¢fico il¨ªcito de drogas y la circulaci¨®n y lavado de dinero proveniente del mismo. Todas estas circunstancias, derivadas del hecho intemacional que es el narcotr¨¢fico, requieren una respuesta que est¨¦ a la altura del problema, es decir, una respuesta de alcance equivalente. La colaboraci¨®n policial y judicial, la conciencia de ser ¨¦sta imprescindible y la plasmaci¨®n de tal colaboraci¨®n en normas jur¨ªdicas que la posibiliten se convierten en una exigencia ineludible para una eficaz lucha contra el tr¨¢fico de drogas.
Ya se ha indicado que el problema de la droga debe afrontarse intentando paliar los efectos del consumo, mediante la rehabilitaci¨®n, y evitar ese consumo, mediante la prevenci¨®n, parcelas en las que la acci¨®n de la Administraci¨®n central y auton¨®mica debe ir acompa?ada y dejarse aconsejar por la iniciativa social, por el voluntariado, verdadero catalizador del problema. Pero esto no es suficiente, tambi¨¦n debe atacarse la causa generatriz, esto es, el tr¨¢fico, y el m¨®vil de dicho tr¨¢fico, o sea, la ganancia il¨ªcita. Una pol¨ªtica de drogas no debe ni puede olvidar ninguno de estos aspectos, ni muchos menos considerarlos compartimentos estancos. La pol¨ªtica de drogas es necesariamente una pol¨ªtica globalizadora del problema en todos sus aspectos, y de coordinaci¨®n de las distintas acciones a realizar. La necesidad de prevenci¨®n es evidente, pero prevenir no s s¨®lo informar de los peligros, sino, sobre todo, desafiar tales pligros. La represi¨®n del tr¨¢fico, desde esta perspectiva, se con ierte en una forma de prevenci¨®n. Y cuando hablamos de recesi¨®n del tr¨¢fico debemos incluir no s¨®lo la investigaci¨®n, persecucion y, en su caso, castigo tales conductas, sino tambi¨¦n la averiguaci¨®n de los circuitos econ¨®micos que mueven y lavan el il¨ªcito beneficio econ¨®mico, reciclando las ganancias. La ausencia de una acci¨®n eficaz y coordinada de los Estados genera una relativa impunidad de estas conductas. S¨®lo atacando el circuito financiero del narcotr¨¢fico, su entramado econ¨®mico, se encontrar¨¢ el punto d¨¦bil del negocio, pues es el dinero y el poder que con ¨¦l se puede comprar lo que motiva el tr¨¢fico.
Dec¨ªa que ese tr¨¢fico debe ser visto como una manifestaci¨®n del crimen organizado, de ese crimen organizado que en algunos pa¨ªses, como Italia, ha cohabitado con el poder pol¨ªtico, contamin¨¢ndolo y corrompi¨¦ndolo, ha comprado voluntades, ha controlado un importante n¨²mero de votos, ha obtenido contratos de suministros y obras municipales, se ha infiltrado en el mundo empresarial y ha conseguido ajustar procesos penales; en definitiva, ha embargado a la sociedad, a sus representantes y a sus servidores, ha extorsionado a unos y asesinado a otros. Y es tambi¨¦n el crimen organizado el que mueve las drogas en los pa¨ªses del Este, convirtiendo ¨¦stos en los ¨²ltimos a?os, y como consecuencia, entre otras causas, de la falta de unas pol¨ªticas estables, en aut¨¦nticos centros de creaci¨®n y actuaci¨®n de organizaciones criminales que est¨¢n empezando a desplegar sus efectos en Europa Occidental y en Espa?a.
Pero adem¨¢s el crimen organizado es el que compra armas con los beneficios del tr¨¢fico y el que est¨¢ empezando a verse como un peligro de destrucci¨®n de los sistemas democr¨¢ticos, y no s¨®lo por los mecanismos de influencia que degeneran en corrupci¨®n de las instituciones, sino tambi¨¦n porque esa delincuencia adopta en momentos determinadas formas de actuaci¨®n subversivas o estrategias terroristas. Este cuadro puede parecer exagerado y, en tal sentido, pensar que estas cosas pasan en otros pa¨ªses o que son propias s¨®lo de grupos como la Mafia siciliana. A mi modo de ver, ¨¦ste es el gran error: despreciar o menospreciar la capacidad de penetraci¨®n del crimen organizado, porque precisamente uno de sus objetivos es pasar inadvertido en su acci¨®n de instalarse en el entramado social hasta llegar a un punto que haga casi imposible la respuesta.
En Espa?a es cierto que la delincuencia organizada, dedicada fundamentalmente al tr¨¢fico de drogas, no representa todav¨ªa tales males y peligros. Pero tambi¨¦n es cierto que si no se act¨²a con firmeza e inteligencia, y sobre todo con rapidez, podemos llegar a situaciones mucho m¨¢s lamentables, en las que el Estado ir¨¢ siempre por detr¨¢s. La actuaci¨®n coordinada no debe pararse en un mero parcheo, sino extenderse a una total reconducci¨®n de los sistemas de represi¨®n. Debemos aprovechar el momento en el que estamos para tomar conciencia de que la lucha contra el narcotr¨¢fico y sus secuelas no es una lucha contra unos delincuentes, sino que es la lucha contra una amenaza seria que va dirigida, en ¨²ltima instancia, contra el Estado. Lo que ya vemos en Espa?a y lo que vemos fuera debe ser el aviso para evitar el fortalecimiento de las organizaciones criminales, pues cuando ¨¦stas, por la inactividad del Estado, se infiltran en la sociedad y embargan el poder leg¨ªtimo es ya muy dif¨ªcil erradicarlas.
Se hace ya imprescindible la actuaci¨®n coordinada contra este mal, entendi¨¦ndolo en toda su magnitud, y esto implica reprimir las conductas que son absolutamente insoportables para la sociedad, para hacerlo, por una vez, con la conciencia clara de lo que se quiere conseguir, superando reticencias y corporativismos torpes y absurdos. En definitiva, esto constituye una v¨ªa de prevenci¨®n, prevenir las consecuencias nefastas para todos y asistir curando y rehabilitando a quienes se han convertido en las v¨ªctimas inmediatas. Una pol¨ªtica global de la droga no puede renunciar a nada de esto, y una acci¨®n inteligente contra la delincuencia organizada no puede esperar para su puesta en marcha.
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