El retorno de Benazir
LAS ELECCIONES generales del pasado mi¨¦rcoles en Pakist¨¢n fueron. ganadas con sorprendente facilidad por la antigua primera ministra Benazir Bhutto. Y el tama?o de su victoria permite augurar que con ella puede llegarse al fin de los considerables problemas que han lastrado la vida de aquel pa¨ªs desde que se acabara el r¨¦gimen dictatorial del general Zia ul Haq con su muerte accidental, en 1988. Es la tercera elecci¨®n general que se celebra desde entonces. Las dos anteriores resultaron falseadas por la toma de partido del Ej¨¦rcito en favor de la Liga Musulmana de Pakist¨¢n (PMLn), de Nawaf Sharif, que en 1990, con ayuda del entonces presidente, Ishaq Jan, consigui¨® desensillar a Bhutto. Pero en esta ocasi¨®n las Fuerzas Armadas han permanecido neutrales y hasta han garantizado la pureza democr¨¢tica en las urnas. De este modo, se han producido cuatro fen¨®menos interesantes. Por una parte, ausentes los disfraces, la abstenci¨®n ha sido muy importante (especialmente en Karachi, en donde s¨®lo vot¨® el 12% de los censados). Por otra, se comprueba que el apoyo militar enmascaraba la verdadera fuerza pol¨ªtica de Nawaf Sharif. se le cre¨ªa una criatura del Ej¨¦rcito y, por el contrario, su Liga, libre de protectores, ha demostrado ser una fuerza pol¨ªtica de primer orden. En tercer lugar, es importante la derrota del Frente Isl¨¢mico, integrista, que, de intuida tercera fuerza nacional, ha quedado en la nada.Finalmente, pese a la victoria del Partido Paquistan¨ª del Pueblo (PPP), de Benazir Bhutto, el margen que ella gana en el Parlamento (86 esca?os por 72 de la PMLn) no le da la mayor¨ªa absoluta en una C¨¢mara de 237 miembros (en la que se incluyen obligatoriamente 20 esca?os reservados a las mujeres y 10 a las minor¨ªas religiosas). Nada excesivamente grave si se recuerda que, para gobernar, Bhutto va a tener que contar con el apoyo de los peque?os partidos y se recuerda que tradicionalmente ¨¦stos apoyan a la formaci¨®n gubernamental.
Pero la gobernabilidad y, especialmente, la capacidad de legislar no dependen s¨®lo de Islamabad. En efecto, el problema no est¨¢ en el Parlamento federal. Sigue estando en los Parlamentos de las cuatro provincias, y concretamente en Punjab, feudo de Nawaf Sharif. Durante el Gobierno de Benazir Bhutto, entre 1988 y 1990, Sharif le hizo la vida imposible desde all¨¢: impidi¨® la aprobaci¨®n de leyes y el desarrollo normal de la vida parlamentaria. Tanto que el presidente Jan acab¨® destituy¨¦ndola, abriendo la crisis que ahora se pretende cerrar. Pero, ahora, Benazir Bhutto ha ganado en Punjab (con la ayuda de una facci¨®n desgajada de la Liga de Sharif) y en la otra gran provincia, su propio feudo de Sind. Ello indica no s¨®lo que vuelve al Gobierno, sino que, sobre todo, va a poder gobernar.
Aunque tambi¨¦n Bhutto es responsable de muchas de las dificultades pol¨ªticas que ha padecido Pakist¨¢n, estos comicios fueron provocados por otro bloqueo pol¨ªtico: el que enfrentaba al primer ministro Nawaf Sharif con el presidente Jan en una interminable discusi¨®n sobre sus respectivos poderes y competencias. La situaci¨®n se complic¨® tanto que el Ej¨¦rcito intervino para imponer una soluci¨®n salom¨®nica: la dimisi¨®n de ambos y la instauraci¨®n de un Gobierno interino. El problema ahora es que el presidente interino, un ex funcionario internacional, Moin Qureshi, lo ha hecho tan bien que no s¨®lo ha conseguido la neutralidad del Ej¨¦rcito, sino la popularidad. Era, seg¨²n todos los sondeos, el preferido de los paquistan¨ªes. Desafortunadamente, tambi¨¦n es el ¨²nico que no ha querido seguir o presentarse como candidato.
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