Di¨¢logo en Argel
UNO DE los motivos de mayor preocupaci¨®n para el Gobierno espa?ol es sin duda la situaci¨®n en Argelia, un pa¨ªs muy pr¨®ximo a nuestras fronteras cuya inestabilidad es cada vez m¨¢s peligrosa. Argelia sufre una guerra civil larvada, un terrorismo que no cesa, autoridades de hecho pero carentes de base electoral y promesas de retorno a la democracia que se aplazan desde hace dos a?os.Las noticias m¨¢s recientes acrecientan la inquietud: el terrorismo ha aumentado de modo cualitativo en el mes de octubre. Despu¨¦s del asesinato del antiguo jefe de la televisi¨®n, Mustaf¨¢ Abada, el 17 de octubre ca¨ªa muerto en atentado otro periodista, Smail Jefs¨¢, el s¨¦ptimo desde el mes de mayo. Y, ahora, parece que los terroristas tambi¨¦n apuntan a los extranjeros: el s¨¢bado pasado un comando terrorista asesin¨® a dos militares rusos que cooperaban con el Ministerio argelino de Defensa y hace apenas un mes corrieron la misma suerte dos t¨¦cnicos franceses. S¨®lo durante el mes de octubre se calcula que el terror ha causado 30 muertos. Por otra parte, la Liga argelina de Defensa de los Derechos Humanos denuncia casos de torturas y de ejecuciones sin juicio de los que son autoras las fuerzas del orden. Es un c¨ªrculo vicioso cada vez m¨¢s sangriento en el que est¨¢n atrapados tanto islamistas como autoridades.
En este clima, el anuncio a bombo y platillo de la creaci¨®n de una Comisi¨®n para el Di¨¢logo Nacional formada por tres generales y cinco civiles con cargos de prestigio resulta sorprendente. Nadie duda que un di¨¢logo con el m¨¢s amplio abanico de fuerzas es imprescindible para preparar un m¨ªnimo de estabilidad pol¨ªtica. Pero ello exige mucho m¨¢s que formar una comisi¨®n. De hecho, desde hace un a?o, el propio Alto Comit¨¦ de Estado (la presidencia colectiva de la Rep¨²blica) se esfuerza por preparar una "conferencia nacional" con la participaci¨®n de todas las asociaciones y personalidades que lo acepten. ?Qu¨¦ hay de nuevo en la comisi¨®n que acaba de ser constituida? Quiz¨¢ el dato m¨¢s importante es que, esta vez, el Ej¨¦rcito como tal, con tres generales, se compromete en la operaci¨®n. Las Fuerzas Armadas son hoy el verdadero poder y el general Nezzar (el hombre fuerte de la Argelia actual) figura en el Alto Comit¨¦ de Estado. Pero en la nueva comisi¨®n la presencia de los militares tiene un car¨¢cter m¨¢s oficial.
Ello puede permitir la aproximaci¨®n con el Frente de Fuerzas Socialistas, la organizaci¨®n pol¨ªtica legal m¨¢s importante despu¨¦s del FLN, que hasta ahora no ha querido tomar parte en gestiones de ese g¨¦nero; su presidente, Ait Ahmed, est¨¢ emigrado desde hace un a?o. Su tesis es que s¨®lo aceptar¨¢ participar en un di¨¢logo si en ¨¦l los militares se comprometen de manera clara.
Pero el problema de fondo es que un di¨¢logo nacional, para que tenga posibilidad de conducir a una nueva situaci¨®n pol¨ªtica -en la que se pueda pensar en elecciones democr¨¢ticas-, debe incluir a los sectores que critican la actual represi¨®n del Gobierno y que tienen por ello capacidad para conversar con los islamistas moderados. Tanto la experiencia tr¨¢gica de Egipto como la del ¨²ltimo periodo vivido por Argelia demuestran que la idea de acabar con el islamismo con m¨¦todos represivos y terroristas es radicalmente err¨®nea. El integrismo se fortalece con sus m¨¢rtires y extiende su influencia entre los j¨®venes.
Pese a sus ambig¨¹edades, la creaci¨®n de la Comisi¨®n del Di¨¢logo puede reactivar las discusiones pol¨ªticas en los medios de la oposici¨®n moderada en Argel, pero, sin variar las condiciones pol¨ªticas del momento, su eficacia real ser¨¢ limitada. Si el actual poder desea una apertura real hacia otras fuerzas, necesita poner fin a m¨¦todos represivos que violan los principios de derecho reconocidos internacionalmente. Sin duda, no es f¨¢cil dar pasos en ese sentido frente a unos grupos fundamentalistas que utilizan el terror como argumento. Pero en este momento la eficacia del di¨¢logo deber¨¢ medirse por su capacidad para dividir a los islamistas, aislando a sus sectores m¨¢s extremos y dogm¨¢ticos, los que recurren a m¨¦todos sanguinarios incompatibles con una sociedad civilizada, y a los sectores m¨¢s inflexibles y totalitarios de lo establecido.
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