Miguel Delibes asiste a la reconstrucci¨®n de su largo idilio con el cine
Una de las peculiaridades de este festival es que -al rev¨¦s de casi todos- no tiene una ¨²nica v¨¦rtebra: la del concurso de pel¨ªculas que buscan alg¨²n premio que les abra las puertas de los canales de exhibici¨®n. La Seminci tiene ¨¦sta y otras secciones vertebrales, una de las cuales es la exposici¨®n sistematizada del balance de una vida de dedicaci¨®n al cine. Esta vez, el balance de esa tarea vital le ha correspondido al escritor vallisoletano Miguel Delibes, que asiste aqu¨ª, d¨ªa tras d¨ªa, a la reconstrucci¨®n de su largo, apasionado y f¨¦rtil idilio con la pantalla.
El aspecto m¨¢s evidente de la condici¨®n de hombre de cine que hay en este gran escritor, est¨¢ en las pantallas de la Seminci, que lleva a cabo un recuento de todas las pel¨ªculas escritas por Delibes o escritas por otros y basadas en relatos y novelas suyas.La riqueza de esta serie de ficciones, documentos y telefilmes queda enunciada con su simple recuento: El camino, dirigida por Ana Mariscal, en 1966; Tierras de Valladolid (1966), de C¨¦sar Ardav¨ªn; En una noche as¨ª (1968), de Cayetano Luca de Tena; La mortaja (1974), de Jos¨¦ Antonio P¨¢ramo; Retrato de familia, dirigida por Antonio Gim¨¦nez-Rico, en 1976; El camino (1977), de Josefina Molina; La guerra de pap¨¢ (1977), de Antonio Mercero; Los santos inocentes, dirigida por Mario Camus, en 1983; El disputado voto del se?or Cayo, dirigida por Antonio Gim¨¦nez-Rico, en 1986; El tesoro (1988), de Antonio Mercero y La sombra del cipr¨¦s es alargada (1990), de Luis Alcoriza.
Pr¨¢cticamente todos los guionistas y directores de las pel¨ªculas de Delibes que han acudido a esta cita, coinciden en el reconocimiento de que esa especificidad cinematogr¨¢fica de sus relatos es tan n¨ªtida y poderosa que prefigura, sin necesidad de distorsiones violentas del texto original, los resultados de su visualizaci¨®n. Es una manera de decir que hay cine dentro de su prosa; o al rev¨¦s -como titula el bolet¨ªn diario de la Seminci en su introducci¨®n al ciclo dedicado a Delibes- La palabra filmada.
Y quedan los hilos de otras evidencias: sus escritos sobre cine, sus trabajos t¨¦cnicos el rastreo de sus art¨ªculos de cr¨ªtica cinematogr¨¢fica en El Norte de Castilla, peri¨®dico del que Delibes lleg¨® a ser director.
Y finalmente tambi¨¦n otros hilos que entran en las zonas oscuras que se esconden detr¨¢s de esas evidencias, como son el peculiar¨ªsimo ritmo -secretamente cinematogr¨¢fico- de Delibes en el arte de la descripci¨®n literaria; y, m¨¢s todav¨ªa al fondo, la educaci¨®n de su mirada en los ritos invisibles del arte de la caza, que es tal vez la m¨¢s cinematogr¨¢fica de las pasiones humanas primordiales, pues en la mec¨¢nica del ejercicio de la caza hay una sut¨ªlisima ordenaci¨®n temporal de tipo secuencial, de im¨¢genes fundidas en movimientos f¨ªsicos y emocionales, lo que es la esencia del cine.
Como Delibes, cazadores profundos fueron John Huston, Jean Renoir, William Faulkner, Raoul Walsh, Ernest Hemingway y muchos m¨¢s fundidores de im¨¢genes y de palabras. Delibes es, ante todo, un cazador y todo cazador es siempre un cazador de im¨¢genes en movimiento, por lo que, aunque sin hacerlo, en su retina hay fatalmente huellas de cine.
Y el escritor asiste a esta b¨²squeda hacia atr¨¢s de sus pasos en el cine, en bellas palabras de Mario Camus "tranquilo, un poco socarr¨®n, bastante esc¨¦ptico y aceptando el festejo con cierta resignaci¨®n".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.