"Nueva York est¨¢ paralizada"
Con casi 60 a?os tiene dos hijos de 13 y 14 a?os. Cuando cumpli¨® los 50, momento en que recibi¨® el encargo m¨¢s codiciado por la profesi¨®n, el Getty Center en Los ?ngeles -especie de peque?a ciudad cultural-, declar¨® que se trataba de una buena edad para cambiar de estilo. Y de vida. Unos diez a?os despu¨¦s, el fen¨®meno Meier contin¨²a incidiendo con la misma est¨¦tica impoluta y prometi¨¦ndose m¨¢s tiempo para la familia. El mago blanco, el n¨²mero uno del mundo entre su famosa generaci¨®n norteamericana, cort¨¦s como un se?or de buena crianza, Meier transmite la impresi¨®n de haber vencido con suavidad los obst¨¢culos y de haber gozado bien de sus talentos. Ocupa un estudio de unos mil metros cuadrados en la D¨¦cima Avenida de Nueva York, donde laboran 40 profesionales bogando por una atm¨®sfera blanca, blancos los tableros, blancas las luces, los muros, la camisa blanca que estrena cada ma?ana la figura omniscente del jefe. Cuando habla, su discurso es de una llaneza r¨²stica. Cuando construye, factura alta abstracci¨®n a fuerza de simplezas exquisitas. M¨¢s fuera que dentro de su patria, Meier triunfa de punta a punta, desde Los ?ngeles hasta Jap¨®n o Barcelona, donde se responsabiliza ahora del Museo de Arte Contempor¨¢neo. Como un Bulgari es un bulgari en joyeria para siempre, un Meier es un meier for ever.
El estudio, reci¨¦n reformado, est¨¢ siendo en estos momentos repintado de blanco.
Pregunta. Insistir en el blanco es ya en usted una cuesti¨®n est¨¦tica, ¨¦tica o mani¨¢tica.
Respuesta. Mani¨¢tica. Sin la menor duda. Pero, d¨ªgame, ?no es lo m¨¢s hermoso?
P. Al final, en el combate que le planteaban algunos cr¨ªticos posmodernistas hace unos a?os, acus¨¢ndole de decadente, ha terminado perdurando su estilo. El posmodernismo se ha desvanecido.
R. Bueno, lo que un cr¨ªtico como Charles Jencks, por ejemplo, hac¨ªa conmigo era m¨¢s un juego que un combate, pero, efectivamente, el posmodernismo ha desaparecido. En realidad no era absolutamente nada.
P. Queda, sin embargo, la deconstrucci¨®n frente a lo que usted hace: Eisenman, Geliry, Koohaas. ?Qu¨¦ dir¨ªa de este movimiento?
R. Me parece interesante porque en esa corriente laten problemas arquitect¨®nicos especiales.
P. Pero ?le interesan los problemas arquitect¨®nicos que plantea, o las cuestiones filos¨®ficas que subyacen?
R. Yo lo tomo s¨®lo como una cuesti¨®n de arquitectura. El posmodernismo era un pastiche, pero la deconstrucci¨®n suscita preguntas a un arquitecto como yo, aunque piense que esa corriente es tambi¨¦n ef¨ªmera. Para m¨ª, la arquitectura debe tener una aspiraci¨®n de permanencia que no est¨¢ presente en el deconstructivismo.
P. Usted, sin embargo, habl¨® de cambiar su quehacer cuando cumpli¨® 50 a?os. Algunos especialistas comentaron incluso que su proyecto para el Getty Center introduc¨ªa elementos posmodernistas.
R. Completamente falso. Desde luego yo he cambiado desde que cumpl¨ª 50 a?os, pero ha sido para hacerme m¨¢s viejo. En un momento determinado de la vida se presentan dos o tres caminos por donde discurrir, pero al cabo se tiene que elegir necesariamente uno y por ¨¦l se acaba siendo cada vez m¨¢s dogm¨¢tico.
P. ?No ha temido repetirse a s¨ª mismo?
R. En absoluto. Lo que hago es lo que yo soy.
P. ?Se siente en esto amparado por algunos maestros?
R. Para m¨ª los maestros han sido Frank Lloyd Wright y Le Corbusier. Hace unos diez a?os hubo un revival de Wright aqu¨ª, pero ahora ya no es lo dominante. A m¨ª, sin embargo, sigue interes¨¢ndome profundamente. En mi opini¨®n, un fen¨®meno negativo, muy extendido actualmente, es la ambici¨®n por construir grandes obras sin sentido de la escala humana. Quieren hacer inmensos edificios, gal¨®polis. Me acusan a veces de edificar obras grandes con la concepci¨®n de las viviendas unifamiliares; para m¨ª lo peque?o es lo hermoso. El mismo centro Getty, que se tiene por una obra grand¨ªsima y a la que alguno ha llamado enf¨¢ticamente "el Vaticano del Oeste", est¨¢ pensada a esa escala de los seres humanos. Me siento realmente satisfecho de ella. En unos tres o cuatro a?os m¨¢s estar¨¢ completamente acabada.
P. ?Y su Museo de Arte Contempor¨¢neo en Barcelona?
R. Quedar¨¢ realmente fant¨¢stico. Se han presentado problemas de espacio porque se encuentra en un lugar bastante angosto, pero ser¨¢ magn¨ªfico y estoy convencido de que la vida de Barcelona lo convertir¨¢ no s¨®lo en un activo centro cultural, sino en un centro social completo.
P. ?Puede compararlo a otro edificio que haya construido en alguna otra parte?
R. Si tuviera que compararlo con alguno lo har¨ªa con el proyecto que estoy realizando en Ulm. El edificio all¨ª es menor y la plaza es m¨¢s amplia; en alg¨²n punto podr¨ªan considerarse, sin embargo, parecidos. Pero Barcelona es distinta. All¨ª he encontrado a la gente m¨¢s maravillosa que conozco.
P. Me lo dice porque soy espa?ol.
R. Creo lo que le digo. Como tambi¨¦n creo que la arquitectura espa?ola se encuentra en un momento excelente.
P. ?Qu¨¦ me dice de Estados Unidos?
R. La verdad es que ya no se puede hablar de arquitectura americana. Los estilos se confunden y los arquitectos norteamericanos est¨¢n trabajando por todas partes.
P. ?No cree, por tanto, que se est¨¦ produciendo nada nuevo en EE UU?
R. Lo nuevo es que hay cada vez m¨¢s gente interesada por la arquitectura. Pero no se est¨¢ haciendo nada innovador en estos momentos. Concretamente aqu¨ª, en Nueva York, dir¨ªa que no se est¨¢ haciendo nada de nada; ni nuevo ni viejo. Existe una par¨¢lisis casi total; la mayor en varias d¨¦cadas. Y se est¨¢n perdiendo oportunidades magn¨ªficas para mejorar la ciudad; pero no existe un proyecto pol¨ªtico que anime esto. En Espa?a, en Barcelona, una iniciativa pol¨ªtica cambi¨® la ciudad, y aqu¨ª no existe nada parecido. Ve usted esa esquina y aquella otra (me lleva hasta la ventana para se?alarme dos bloques en torno a los n¨²meros 400 de la Tenth Avenue), est¨¢n abandonadas desde hace a?os. Y esto ocurre por todas partes. En Nueva York no se mueve nada desde hace demasiado tiempo.
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