El Madrid hizo valer su fuerza interior
Sabonis, Arlauckas y Mart¨ªn colocaron al borde del abismo al Benetton
Mucho tomate para escasa ensalada. El tomate, los tres pivotes del Real Madrid. La ensalada, un poco verde, el conjunto italiano del Benetton de Treviso. No hizo falta ni siquiera el condimento del buen trato con la pelota (17 balones perdidos, algo que a fuerza de repetici¨®n dejara de ser noticia), el acierto exterior (s¨®lo Biriukov vio canasta) o tambi¨¦n la acertada direcci¨®n.Bast¨® con un buen movimiento t¨¢ctico del cocinero Luyk. El entrenador madridista acert¨® al colocar toda su artiller¨ªa pesada a la vez justo en el momento en el que los problemas de faltas personales que vivieron los dos soportes del equipo italiano, Vianini y Ruscon?, obligaron al t¨¦cnico trasalpino a alternar su presencia en la cancha (56-57, minuto 27).
Antonio Mart¨ªn y Arlauckas, apoyados defensivamente por Sabonis, hicieron de su capa un sayo en cuatro minutos. En ese periodo de tiempo colocaron al Benetton al borde del abismo (69-59, minuto 31). El pasito final lo di¨® Rusconi con su quinta personal, inutilizando definitivamente el armamento italiano. Fue la guinda a un choque en el que la incidencia de los casilleros particulares de faltas fueron los que condicionaron la marcha de las operaciones.
El Real Madrid comenz¨® el partido jugando a placer. Engrasado, flu¨ªdo, sin errores de esos que se comentan en la grada y con Biriukov m¨¢s fino que el coral. Fabnzio Frates, entrenador del conjunto italiano, consider¨® que ocho puntos de diferencia en los 7 minutos iniciales (22-14) eran suficientes para llamar a cap¨ªtulo. Fue entonces cuando se inici¨® un cambio espectacular en el encuentro.
El obligado par¨®n de 30 segundos tuvo, por parte del equipo madridista, su continuaci¨®n en la cancha durante otros cinco minutos, en los que el Madrid no consigui¨® ni un s¨®lo punto. El entrenador madridista reconoci¨® tras el encuentro haber pasado entonces un mal momento porque sus jugadores perdieron la concentraci¨®n, no consigueron colocar balones dentro y fueron superados por sus rivales.
Fue un apag¨®n de proporciones dinos¨¢uricas, en los que la ausencia obligada de Sabonis no hizo sino sembrar m¨¢s desconcierto del que hab¨ªa. Finalmente su sustituto, Antonio Mart¨ªn, el principal art¨ªfice del remedio de su equipo.
Por fortuna para los madrile?os, Rusconi, que hab¨ªa sido causante directo de las desgracias de Sabonis, le imit¨®, y su raci¨®n de banquillo enfri¨® la remontada de su equipo, que llevaba camino de entrar en la historia (0- 16 de parcial). Sin el fornido pivote italiano, la din¨¢mica debajo de los aros se decant¨® para el Madrid, principalmente por parte de Mart¨ªn, algo que ya no variar¨ªa en el resto de encuentro.
El partido entr¨® entonces en una fase dialogante, en la que nadie levantaba la voz. Se buscaba la falta casi tanto como la canasta, y los ¨¢rbitros animaban, para mal, el cotarro.
Los dos equipos en zona proteg¨ªan sus m¨¢s preciados bienes (los pivotes) y salvo detalles de Garland, Biriukov o Mart¨ªn, el tiempo transcurr¨ªa a la espera de que cayese alguna torre. Ya con la cuarta de Vianini y Rusconi la zona italiana se convirti¨® en una autopista ideal para camiones pesados. El equipo local cont¨® entonces en la cancha con sus tres hombres altos, Sabonis, Arlaucks y Mart¨ªn, cuya presencia proporcion¨® el rendimiento apetecido. Con la eliminaci¨®n de Rusconi, desapareci¨® hasta el l¨ªmite de velocidad y el Madrid lleg¨® a buen puerto.
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