Nadar contra corriente
Leo en EL PA?S del 2 de octubre una serie de cartas que me hacen creer que tengo algo que ver con Mar¨ªa Rosa Marco, Teresa L¨®pez de Lerma, Carmen S¨¢nchez Garc¨ªa y con Fernando Ontiveros (a pesar de no haber le¨ªdo a¨²n su escrito, detonante de estas respuestas entre las que incluyo la m¨ªa). No s¨¦ si pertenezco a una especie extraterrestre o a una secta perdida, pero intento vivir seg¨²n mi conciencia en un mundo que no parece tener; un mundo de enga?o y falacia que se recrudece con el paso del hombre.En casa no hay tele, y s¨ª un inter¨¦s por reciclar de alg¨²n modo lo que nos pasa por las manos, as¨ª como por saber qu¨¦ repercusiones reales tiene cada una de nuestras decisiones y un constante proteger a nuestra hija de la informaci¨®n que trae de fuera: sobre lo que es el mundo y los objetivos a alcanzar y as¨ª la forma de dome?ar ese mundo y as¨ª la clave de la felicidad.
Y es una lucha contra la generalidad, contra la actitud de las gentes de bien, contra lo que se lleva. Espiritualidad, interiorizaci¨®n y reflexi¨®n no est¨¢n de moda. Quedas forzosamente en el bordillo de la marginaci¨®n, pues es marginado / marginable todo lo que no se encauza en la est¨¦tica cuyo norte, doctrina y dios es el dinero y el bienestar que conlleva, que no la calidad de vida. Y si quieres darle otro sentido a tu vida, has de esforzarte doblemente, pues has de aparentar jugar el juego para no ser considerado marginado / marginable, en cuyo caso todo proselitismo es in¨²til, y caes en la m¨¢s dura soledad.
Una econom¨ªa s¨®lida en la que basa su bienestar Occidente no parece viable sin una exhaustiva explotaci¨®n del planeta -en detrimento de su digna supervivencia- y sin un Tercer Mundo cuyas normativas laborales, por ejemplo, no eximen del trabajo a sus ni?os. A esta nuestra sociedad parece ¨ªrsele de las manos la posibilidad de tomar las riendas de su devenir. Y los culpables son sus gobiernos, bancos, multinacionales y grupos financieros que no son nadie / somos todos.
Creo que -en mayor o menor grado- somos muchos los que nos sentimos heridos en nuestra sensibilidad. Pero sin verdadera educaci¨®n, sin amor, sin ejemplo, y con una imagen de la felicidad tan distorsionada y falta de valores, la solidaridad ni florece ni se expande. El nuestro es un entorno duro del que hemos de defendemos con una actitud activa (creo que los raros perduraremos con la especie humana; no es su extinci¨®n la que ha de preocuparnos, aunque s¨ª ser¨¢ cada vez m¨¢s gratificante cuando dos espec¨ªmenes se encuentren). Es por nuestra propia dignidad que hemos de ser activos en la defensa de nuestras creencias, aunque las posibilidades de sensibilizar al hombre sean remotas o nulas.
Una actitud consecuente con nuestra conciencia nos permitir¨¢ sobrevivir en la complejidad de este entorno vulgar y maquiav¨¦lico en que nos toca vivir. No hemos de temerle al rid¨ªculo sino elevar nuestra voz-
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.