Desierto po¨¦tico

En el recientemente fallado Premio Ciudad de Alcal¨¢ de Poes¨ªa, al que concurrieron m¨¢s de setenta poemarios, al parecer ninguno era suficientemente digno -literariamente hablando- para merecer el premio, a juicio de los hombres sin piedad que se encargaron de leer y releer (te¨®ricamente) los libros de poes¨ªa presentados. Dicha decisi¨®n, ampar¨¢ndose en las bases, es totalmente legal, pero no deja de ser asombrosa dada la solera de los Premios Ciudad de Alcal¨¢ y el desprecio impl¨ªcito que para todos los poetas presentados significa dejar en blanco un premio de cierta categor¨ªa.Yo me pregunto, desde mi humilde calidad de poeta an¨®nimo -como casi todos-, si el jurado ha tenido realmente el tiempo o la valent¨ªa suficiente para evaluar al detalle literario cada una de las obras. Yo me pregunto, desde mi rinc¨®n de autor silencioso, que no puede m¨¢s que gritarse reproches a s¨ª mismo, si un premio cuyo plazo de presentaci¨®n terminaba el 10 de septiembre ha tenido tiempo de ser le¨ªdo con el amor que ser¨ªa necesario en apenas un mes (el fallo del jurado se hizo p¨²blico el pasado 14 de octubre). Yo me pregunto si cualquier excelso juez literario puede considerarse tan dotado para leer dos poemarios diarios (m¨ªnimo 500 versos), sin contar si el mismo jurado ha tenido que tragarse tambi¨¦n el Certamen de Narrativa. Yo me pregunto si es justo convocar un premio si no se garantiza que la pasi¨®n y la total entrega del jurado van a estar presentes con todas sus consecuencias para conseguir que la literatura, la poes¨ªa, sea tomada con la consideraci¨®n ilimitada que debiese tener; sea le¨ªda, en definitiva, como se merece-