De avanzar como sea a preservar la influencia
Felipe Gonz¨¢lez asisti¨® con voz pero sin voto a la recta final de la negociaci¨®n del Acta Unica europea en 1985, que dio paso al mercado interior. Un lustro despu¨¦s, Espa?a era ya miembro de pleno derecho de la Comunidad Europea (CE) y particip¨® de lleno en la elaboraci¨®n del Tratado de Maastricht, que a partir de hoy alumbrar¨¢ la Uni¨®n Europea. El presidente espa?ol fue en 1991 uno de sus protagonistas y, a pesar de la ola de euroescepticismo que recorre el Viejo Continente, sigue siendo uno de sus m¨¢s decididos defensores."Tengo la convicci¨®n de que el 1 de noviembre de l993", declaraba el jefe del Gobierno espa?ol el viernes por la noche al t¨¦rmino de la cumbre de la CE, "ser¨¢ una fecha clave que supondr¨¢ un cambio cualitativo en la construccion europea que no estamos en condiciones de medir". "Es el abandono de la tentaci¨®n de convertir a Europa en una zona de libre cambio". Desde que se esboz¨® la idea de la Uni¨®n Europea, el Gobierno espa?ol la secund¨®. Lo hizo por tres motivos. El primero fue su convicci¨®n de que vincularse a un tren europeo que fuese m¨¢s lejos servir¨ªa a Espa?a no s¨®lo para consolidar su democracia sino de gran est¨ªmulo para su progreso.
En segundo lugar, la profundizaci¨®n de la integraci¨®n le dio pie para pedir mayores compensaciones o exigir una mayor solidaridad a sus socios m¨¢s ricos. A los tradicionales fondos estructurales, de ayuda a las regiones menos desarrolladas, se a?adi¨® en Maastricht el invento espa?ol del Fondo de Cohesi¨®n, destinado a los cuatro Estados meridionales de la CE. El aumento de los primeros y la creaci¨®n del segundo supondr¨¢n para Espa?a transferencias, hasta 1999 de m¨¢s de seis billones de pesetas.
Tentaciones regionales
El tercer argumento a favor de un tratado lo m¨¢s ambicioso posible rara vez fue expresado en p¨²blico. S¨®lo el anterior ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, aludi¨® a veces a ¨¦l. En una Espa?a con regiones tentadas por un federalismo acentuado o por la independencia era bueno, para preservar la unidad, proponer a los partidos nacionalistas un proyecto com¨²n europeo del que no quisieran apearse.
Algo ha cambiado, sin embargo, en el enfoque espa?ol hacia la integraci¨®n desde que se empez¨® a negociar Maastricht. Entonces se consideraba que ir m¨¢s lejos era bueno para Espa?a, cualquiera que fuese el camino elegido. Ahora, el Gobierno hace m¨¢s hincapi¨¦ en preservar su peso en las instituciones comunitarias, sobre todo frente a los peque?os Estados que, si se lleva a cabo la ampliaci¨®n de la CE como est¨¢ previsto, ser¨¢n en breve mayoritarios.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.