"El cristianismo fue determinante en la ca¨ªda del comunismo"
A sus 73 a?os, y tras 15 a?os en el Vaticano, Juan Pablo II aparece como uno de los grandes protagonistas de los ingentes cambios que vivi¨® desde finales de los ochenta el continente europeo, especialmente la ca¨ªda del comunismo, un proceso en el que el cristianismo ha sido 11 un factor determinante", afirma. El Papa analiza de manera matizada este acontecimiento, y recuerda que el comunismo naci¨® como "reacci¨®n a un cierto tipo de capitalismo excesivo, salvaje", a la vez que lamenta al respecto que "los protagonistas del capitalismo a ultranza tienden a desconocer las cosas buenas del comunismo: la lucha contra el desempleo, la preocupaci¨®n por los pobres y lo social". Tambi¨¦n asegura que ha "comprendido lo que es la explotaci¨®n" y que, por tanto, se ha "puesto del lado de los pobres, de los oprimidos y de los indefensos".Pregunta. Perm¨ªtame empezar por la actualidad internacional, por la guerra en la antigua Yugoslavia. Cuando usted habl¨® de "intervenci¨®n humanitaria" en los Balcanes, alguien lo interpret¨® como una tendencia suya hacia la intervenci¨®n militar. ?Es as¨ª?
Respuesta. No, no es as¨ª. Lo que quiero decir es que, en caso de agresi¨®n, es necesario quitar al agresor cualquier posibilidad de hacer da?o. Es una diferencia quiz¨¢s sutil, pero de acuerdo con la doctrina tradicional de la Iglesia, la ¨²nica guerra justa es la guerra de defensa. Todos los pueblos deben tener el derecho de defenderse. Es un principio que ya fue formulado por san Agust¨ªn y fue ratificado por el Concilio Vaticano II.
P. ?Se puede hablar de una evoluci¨®n del pensamiento del Papa desde la guerra de Kuwait a la de Yugoslavia?
R. Siempre he mantenido mi posici¨®n contra la guerra, siempre. dentro de los l¨ªmites de cuanto le he explicado anteriormente, es decir, que la guerra es justa cuando su objetivo es la defensa, porque, repito, cada uno de nosotros tiene el derecho de defenderse. Y, por tanto, no se puede hablar de una evoluci¨®n de la actitud del Papa en el sentido aludido.
Es decir, en la ¨¦poca de la guerra del Golfo el problema se planteaba de una forma diferente. Pienso que, en su segunda fase, la guerra del Golfo fue una guerra que no era tanto de defensa cuanto de car¨¢cter punitivo. Adem¨¢s, la atm¨®sfera general en esa zona era muy tensa. Se intentaba dar a ese conflicto el car¨¢cter de una guerra de religi¨®n. Todo esto explica suficientemente la posici¨®n de la Santa Sede, una posici¨®n que ha sido siempre coherente con los principios arriba mencionados y con su especial vocaci¨®n en la comunidad internacional.
En los Balcanes, la situaci¨®n es diferente. Estamos ante un problema realmente dram¨¢tico. Vemos que en la antigua Yugoslavia la ca¨ªda del comunismo ha coincidido con el resurgir de los nacionalismos radicales, que incitan a las poblaciones a la violencia causando terribles sufrimientos sobre tantos inocentes.
La posici¨®n de la Santa Sede ha sido siempre ¨¦sta: evitar una guerra fratricida. Cuando, primero Eslovenia; despu¨¦s, Croacia y, m¨¢s tarde, Bosnia decidieron celebrar referendos sobre la independencia y eligieron ese camino, ten¨ªan todo el derecho de hacerlo, pero por aquel entonces a¨²n se habr¨ªa podido salvar la paz tratando de negociar una nueva soluci¨®n, por ejemplo una especie de confederaci¨®n. Por desgracia, las cosas se han precipitado en otra direcci¨®n.
P. Usted, Santo Padre, quiz¨¢ es m¨¢s popular hoy que cuando subi¨® al solio pontificio. Es un resultado poco com¨²n para quien ha estado en el poder durante quince a?os. Pero no faltan cr¨ªticas a su pontificado, incluso en su Polonia. ?Por qu¨¦ precisamente en Polonia?
R. Es verdad que hoy en Polonia los medios de comunicaci¨®n con una cierta orientaci¨®n ideol¨®gica tratan de presentar la figura del Papa con un cariz bastante negativo. Pero esta estrategia de los medios de comunicaci¨®n polacos no refleja en absoluto los sentimientos m¨¢s profundos del pueblo cat¨®lico. Habr¨ªa que entender de d¨®nde nace esta tendencia cr¨ªtica. Y, en mi opini¨®n, en el origen hay una concepci¨®n err¨®nea de lo que significa entrar en Europa. He analizado este problema durante mi ¨²ltimo viaje a Polonia, en 1991, y tambi¨¦n en otras ocasiones. Yo no estoy en contra del llamado ingreso de Polonia en Europa, pero estoy en contra de la tentativa de convertir este proyecto en una especie de ¨ªdolo, en un ¨ªdolo falso. Seg¨²n los autores del proyecto, esta entrada en Europa significar¨ªa introducir en Polonia todo ese sistema ultraliberal, de consumo, vac¨ªo de valores, e introducirlo con la fuerza de la propaganda.
En realidad, Polonia no necesita entrar en Europa, porque ya est¨¢ en Europa, y est¨¢ en el centro. Es importante que ingrese con los valores espec¨ªficamente suyos, y no adapt¨¢ndose de manera acr¨ªtica y ciega a los h¨¢bitos occidentales, no asimilando lo peor.
P. En un ensayo de hace bastantes a?os, Una frontera para Europa: ?d¨®nde?" sosten¨ªa que las fronteras no pasan a trav¨¦s del territorio, sino a trav¨¦s de los hombres. ?Sigue pensando lo mismo?
R. ?sta es una hip¨®tesis m¨¢s ¨¦tica que estad¨ªstica, es decir, que las fronteras, al pasar a trav¨¦s del territorio, deben pasar necesariamente a trav¨¦s del principio de la dignidad del hombre Y de su libertad, naturalmente entendida en su justo t¨¦rmino. En cualquier caso, escrib¨ª este ensayo en la ¨¦poca del comunismo y su contenido se explica en ese contexto.
P. ?Cu¨¢l cree que ha sido su papel en el derrumbamiento del comunismo? Muchas personas, y entre ellas Lech Walesa, consideran que ha sido determinante.
R. Creo que si ha habido un factor de terminante ¨¦se ha sido el cristianismo en cuanto tal, su contenido, su mensaje religioso y moral, su intr¨ªnseca defensa de la persona humana y de sus derechos. Yo, no he hecho nada m¨¢s que recordar, repe tir, insistir sobre los principios que hay que observar, sobre todo el principio de libertad religiosa, pero no solamente ¨¦ste, sino el de las dem¨¢s libertades inherentes a la persona humana.
P. ?Por qu¨¦ ha tenido tanto ¨¦xito en la historia el comunismo y qu¨¦ explicaci¨®n puede dar al hecho de que sea todav¨ªa una fuerza con la que hay que contar en algunos pa¨ªses occidentales, mientras que en otros ha vuelto al poder mediante elecciones libres, como en Lituania y en Polonia?
R. El ¨¦xito del comunismo en este si glo se explica como reacci¨®n a un cierto tipo de capitalismo excesivo, salvaje, que todos nosotros conocemos bien. Basta con revisar las enc¨ªclicas sociales, sobre todo la primera, la Rerum novarum, en la que Le¨®n XIII describe la situaci¨®n de los trabajadores en esa ¨¦poca. Tambi¨¦n la describi¨® a su manera Marx. No hay duda de que ¨¦sa era la realidad social, y derivaba del sistema, de los principios del capitalismo ultraliberal. Contra esta realidad naci¨® una reacci¨®n, una reacci¨®n que iba creciendo y adquiriendo un fuerte consenso entre la gente, y no s¨®lo entre la clase trabajadora, sino tambi¨¦n entre los intelectuales. Muchos de ellos pensaban que el comunismo iba a mejorar la calidad de la vida. Por esta raz¨®n, muchos intelectuales, tambi¨¦n en Polonia, decidieron colaborar con las autoridades comunistas. Posteriormente, en un determinado momento, se dieron cuenta que la realidad era diferente de la que pensaban. Algunos, los m¨¢s valientes, los m¨¢s sinceros, decidieron separarse del poder para pasar a la oposici¨®n.
P. ?C¨®mo interpreta el regreso de los comunistas en algunos pa¨ªses ex comunistas?
R. Es necesario hacer algunas distinciones al respecto. No se trata tanto de un regreso del comunismo en cuanto tal,
sino de una reacci¨®n a la ineficiencia de los nuevos Gobiernos, lo que no es nada sorprendente. La ¨²nica clase pol¨ªtica que existi¨® durante 50 a?os era la comunista. Eran sobre todo ellos los que conoc¨ªan c¨®mo funciona la pol¨ªtica, con qu¨¦ mecanismos cuenta el Parlamento, y as¨ª sucesivamente. Y los dem¨¢s, a los que ahora se les define como centro o derecha, no estaban preparados para gobernar porque no hab¨ªan tenido posibilidades de hacerlo. Eran fuertes y estaban unidos en la oposici¨®n, como pas¨® en Polonia durante la ¨¦poca de Solidaridad. Ahora est¨¢n divididos. Tiene que ver un poco con un vicio polaco, en cierto sentido un vicio ancestral, el de un exagerado individualismo que conduce a la fragmentaci¨®n y divisi¨®n del escenario socio-pol¨ªtico. Es decir, fuertes en la oposici¨®n, pero no en la propuesta constructiva, en el gobernar.
P. Usted ha combatido con energ¨ªa y pasi¨®n el comunismo. Ahora, en los pa¨ªses que se han liberado de esa ideolog¨ªa, reina la degradaci¨®n moral, se difunde la droga, la prostituci¨®n. En la antigua Yugoslavia hay una guerra que humilla el concepto de civilizaci¨®n. ?Se ha preguntado alguna vez si realmente val¨ªa la pena derrotar al comunismo?
R. Creo que es equivocado plantear el problema en estos t¨¦rminos. Era leg¨ªtimo combatir el sistema totalitario, injusto, que se defin¨ªa socialista o comunista. Pero tambi¨¦n es verdad lo que dice Le¨®n XIII, es decir, que hay "semillas de verdad" incluso en el programa socialista. Es obvio que no se deben destruir estas semillas, que no deben perderse. Hoy es necesario realizar un an¨¢lisis preciso y objetivo, pero tambi¨¦n hay que saber discernir. Los protagonistas del capitalismo a ultranza tienden a desconocer incluso las cosas buenas realizadas por el comunismo: la lucha contra el desempleo, la preocupaci¨®n por los pobres...
Un excesivo proteccionismo del Estado, en el sistema del socialismo real, produjo tambi¨¦n frutos negativos. Desapareci¨® la iniciativa privada, se difundi¨® la inercia y la pasividad. Cuando cambi¨® el sistema, la gente se encontr¨® sin experiencia, sin capacidad para combatir por s¨ª sola, desacostumbrada a la responsabilidad personal. Al mismo tiempo, hubo personas que inmediatamente demostraron tener esp¨ªritu de iniciativa econ¨®mica, supieron aprovecharse de la confusi¨®n inicial para enriquecerse, no siempre de forma, l¨ªcita y honrada. Muchas de estas personas, por las razones que ya he explicado, son miembros de la ex nomenclatura.
Como se ve, es muy dif¨ªcil el paso de un sistema a otro. Incluso sus costes son muy altos: el aumento del desempleo, de la pobreza y de la miseria.
P. En Riga, durante su reciente viaje a los pa¨ªses b¨¢lticos, usted dijo que hay, "algo de verdad" tanto en el marxismo como en el socialismo.
R. Esto no es una novedad. Ha sido siempre un elemento de la doctrina social de la Iglesia. Lo dec¨ªa tambi¨¦n Le¨®n XIII y nosotros lo confirmamos. Por lo dem¨¢s, es lo que piensa la gente com¨²n. En el comunismo ha habido una preocupaci¨®n por lo social, mientras que el capitalismo es bastante individualista. Pero esta atenci¨®n a lo social ha tenido un precio muy alto en los pa¨ªses del socialismo real, pagado en muchos sectores con la degradaci¨®n de la vida de los ciudadanos.
P. En Vilna, tambi¨¦n durante su viaje a los pa¨ªses b¨¢lticos, y en relaci¨®n con el enfrentamiento entre comunistas y oposici¨®n, usted dijo: "Ni vencedores ni vencidos", siempre que los vencidos, es decir, los comunistas, recuerden que tienen que redimir sus propias culpas y demostrar una conversi¨®n sincera. ?Se opone a los comunistas reciclados?
R. S¨ª, he dicho que tienen que convertirse y rendir sus cuentas con el pasado, que es algo que no todos est¨¢n dispuestos a hacer, ni en Polonia ni en otros pa¨ªses.
P. Se lo pregunto con gran humildad, Santo Padre, pero cuando le oigo hablar de esta forma no logro entender, no puedo evitar pensar que usted est¨¢ m¨¢s en contra del capitalismo que del comunismo. ?Es esto lo que quiere dar a entender?
R. Repito lo que le he dicho hasta ahora, y que est¨¢ resumido en un verso de un poeta polaco, Mickiewicz: "No castigar a una espada ciega, sino a la mano"; es decir, hay que remontarse a la causa de los fen¨®menos que vivimos. Y en mi opini¨®n, en el origen de numerosos y graves problemas sociales y humanos que atormentan en la actualidad a Europa y al mundo se encuentran tambi¨¦n las manifestaciones degeneradas del capitalismo.
Naturalmente, el capitalismo actual ya no es el mismo que el de la ¨¦poca de Le¨®n XIII. Ha cambiado, y este cambio se ha producido tambi¨¦n gracias al pensamiento socialista. El capitalismo de hoy es diferente, ha introducido amortiguadores sociales, gracias a la acci¨®n de los sindicatos ha llevado a cabo una pol¨ªtica social, est¨¢ controlado por el Estado y por los sindicatos. Sin embargo, en algunos pa¨ªses del mundo pervive en su estado salvaje, casi como en el siglo pasado.
P. ?C¨®mo se desarrolla el di¨¢logo entre la Iglesia cat¨®lica y la ortodoxa? En cierto sentido, en Vilna, usted ha tendido una mano simb¨®lica a la que ha definido como la "noble Iglesia ortodoxa".
R. El representante del Patriarca de Mosc¨² que nos ha acompa?ado durante el viaje a los pa¨ªses b¨¢lticos me ha dicho: "Debe saber que los primeros perjudicados por el comunismo hemos sido nosotros", y es verdad, porque tambi¨¦n los cat¨®licos han sufrido mucho, pero menos, ya que su presencia era minoritaria en esos territorios. A causa de la grave persecuci¨®n religiosa en la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica, la Iglesia ortodoxa rusa ha padecido graves da?os y hoy tiene que encontrar el camino para recuperar a los fieles. Ahora todo es diferente. En el pasado, el Estado ruso era un Estado ortodoxo. La identidad nacional rusa se basaba en la ortodoxia. La historia del pueblo ruso est¨¢ en ¨ªntima relaci¨®n con la ortodoxia oriental, primero griega y despu¨¦s eslava, pero sobre todo rusa.
En las relaciones rec¨ªprocas con la Iglesia ortodoxa rusa hay tambi¨¦n algunos problemas que tratamos de aclarar y resolver de acuerdo con los principios del di¨¢logo ecum¨¦nico. En relaci¨®n con este tema, quisiera aludir a dos cuestiones muy importantes para m¨ª. La primera es relativa a la creaci¨®n de las di¨®cesis latinas en el territorio de la extinta Uni¨®n Sovi¨¦tica. Se trata de di¨®cesis que exist¨ªan en el pasado y fueron suprimidas por el r¨¦gimen comunista, por lo que los cat¨®licos de rito latino estuvieron durante largos decenios sin obispos. Ha sido una gran injusticia que es necesario reparar ahora. La segunda es relativa a la Iglesia greco-latina, que sufri¨® persecuciones especialmente duras por parte del r¨¦gimen comunista, pero siempre manteni¨¦ndose fiel a la sede apost¨®lica. Hoy, despu¨¦s de tantos a?os de clandestinidad, est¨¢ reconstruyendo sus estructuras eclesi¨¢sticas.
Estoy seguro de que todos los problemas que surjan pueden y deben ser resueltos en la caridad y en la verdad del di¨¢logo ecum¨¦nico.
P. ?De qu¨¦ forma su ser Papa ha estado influido por el hecho de ser polaco?
R. He crecido en ese pa¨ªs y, por tanto, he tra¨ªdo conmigo toda la historia, la cultura, la experiencia, la lengua polacas. Incluso ahora, cuando tengo que escribir, lo hago en polaco. La lengua materna es insustituible.
Como he vivido en un pa¨ªs que ha tenido que luchar tanto por su libertad, en un pa¨ªs expuesto a las agresiones y a los condicionamientos por parte de los pa¨ªses vecinos, esto me ha ayudado a adquirir una comprensi¨®n muy profunda de los pa¨ªses del Tercer Mundo, de su tipo de dependencia, sobre todo econ¨®mica. He hablado con los l¨ªderes africanos sobre esto muchas veces. He comprendido lo que es la explotaci¨®n y me he puesto inmediatamente del lado de los pobres, de los desheredados, de los oprimidos, de los marginados y de los indefensos.
Los poderosos de este mundo no siempre tienen una buena opini¨®n de un Papa as¨ª. A veces le miran mal, incluso cuando trata de cuestiones relativas a los principios morales. Piden v¨ªa libre, por ejemplo, para el aborto, para la anticoncepci¨®n, para el divorcio. Y esto es algo que el Papa no puede hacer, porque la misi¨®n que le ha confiado Dios es la de defender a la persona humana, su dignidad y sus derechos fundamentales, y el derecho a la vida es uno de los fundamentales.
P. La gente se pregunta, con cierta inquietud, hacia qu¨¦ Europa nos estamos dirigiendo. ?Les podr¨ªa tranquilizar?
R. Un pol¨ªtico me dijo una vez una frase que me sorprendi¨®: la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn es, sobre todo, un problema para nosotros, para la Europa occidental, porque hasta ahora este muro nos proteg¨ªa, pod¨ªamos vivir en paz, tranquilos, trabajar y enriquecernos. Ahora tenemos que mirar hacia la Europa del Este y preocupamos de todo lo que est¨¢ sucediendo all¨ª, si no se nos caer¨¢ encima. Pienso que esta observaci¨®n es muy interesante. Adem¨¢s, est¨¢ confirmada por todo lo que est¨¢ sucediendo en la guerra de los Balcanes. La Comunidad Europea, replegada sobre s¨ª misma, se muestra demasiado indiferente y poco eficaz para resolver este problema y permite que los inocentes sufran. Los angustiados llamamientos a favor de la paz del Papa y de la Santa Sede se convierten, por esta raz¨®n, casi en una voz que clama en el desierto.
P. ?Qu¨¦ contribuci¨®n puede dar la Europa del Este a la formaci¨®n de esa Europa m¨¢s grande que usted anhela?
R. Su contribuci¨®n principal ser¨¢ la de la identidad de estas naciones. Se trata de naciones europeas que, a pesar de todas las transformaciones impuestas por los reg¨ªmenes comunistas, han sabido mantener su propia identidad. Es posible que incluso la hayan reforzado gracias al instinto de autoconservaci¨®n. Esto vale tanto para Polonia como para los dem¨¢s pa¨ªses del Este. Esta identidad se muestra de manera y en medida diferentes, en grados diferentes. Sustancialmente, en cada uno de estos pa¨ªses se desarroll¨® una verdadera lucha entre el internacionalismo proletario y la identidad nacional a la que se quiso anular a toda costa. Se dec¨ªa: el trabajador no tiene patria porque su patria es la clase trabajadora. Al final se ha comprobado que esta ideolog¨ªa de clase, de lucha de clase y de dictadura de clase no ha logrado derrotar la conciencia nacional, como tampoco ha logrado derrotar la conciencia religiosa, la dimensi¨®n religiosa del hombre. La sustancia de la identidad nacional y la de la identidad religiosa permanecieron intactas, e incluso se fortalecieron.
P. Entonces, por una parte est¨¢ el Occidente desarrollado, pero como usted mismo observa, demasiado preocupado por las cuestiones econ¨®micas; por otra, la Europa ex comunista, que gracias a los sufrimientos padecidos sigue demostrando una superficialidad menor. En el acercamiento entre estas dos Europas, ?cu¨¢l de las dos tiene m¨¢s que ganar?
R. ?Habr¨ªa que reflexionar sobre cu¨¢l de las dos tiene m¨¢s que perder! No creo que la que pueda perder m¨¢s sea la Europa Oriental, respecto a su identidad, porque la Europa del Este, mediante todas sus experiencias impuestas por el sistema totalitario, ha madurado.
P. ?Gracias al comunismo, por tanto!
R. Ha madurado en el proceso de autodefensa y de lucha contra el totalitarismo marxista. En el Este europeo se ha conservado una dimensi¨®n humana diferente. Quiz¨¢ ¨¦ste ha sido uno de los motivos por los que hace quince a?os se eligi¨® un Papa precisamente de Polonia. En el Este, ciertos valores se han devaluado menos. Si un hombre vive en un sistema que es program¨¢ticamente ateo, incluso en un pa¨ªs como Polonia, percibe mucho mejor el significado de la religi¨®n. Percibe algo que no siempre se percibe en Occidente: que Dios es la fuente de la dignidad del hombre, la fuente ¨²ltima, ¨²nica, absoluta. El hombre en el Este lo percib¨ªa, y lo percib¨ªa un prisionero del gulag, lo percib¨ªa Alexander Solzhenitsin. En Occidente, el hombre no es tan consciente de esto. Es consciente s¨®lo hasta un cierto punto. En gran parte, su conciencia se ha secularizado. Incluso algunas veces considera la religi¨®n como algo alienante.
P. Usted habla a menudo de los grandes personajes, de los grandes fundadores de Europa como Monnet, Adenauer, Schuman, De Gasperi. Hoy parece que ya no hay l¨ªderes de ese nivel, queda solamente usted.
R. No sabr¨ªa c¨®mo explicarlo, pero creo que es una cuesti¨®n de visi¨®n pol¨ªtica. Los nuevos pol¨ªticos la han reducido demasiado, mientras que la de los fundadores era alta, completa, integral. S¨ª, es verdad que la confrontaci¨®n con la URSS fue un gran incentivo. Adem¨¢s, pensaban no s¨®lo en la uni¨®n econ¨®mica, sino tambi¨¦n en la cultural y espiritual. Tengo la impresi¨®n de que hoy todo se ha reducido a la simple dimensi¨®n econ¨®mica, o casi. En esta situaci¨®n, la Iglesia, el Papa y los obispos se encuentran ante una gran desaf¨ªo y una gran misi¨®n que cumplir, defender y promover otras dimensiones y otros valores, frecuentemente olvidados. Es un mensaje exigente que no todos escuchan, y incluso entre los que lo escuchan, hay quien no se lo toma realmente en serio.
P. Una vez, usted dijo a los polacos: "Buscad una v¨ªa hasta ahora inexplorada". ?Es una llamada a la b¨²squeda de una tercera v¨ªa entre capitalismo y socialismo?
R. Tengo miedo de que esta tercera v¨ªa sea otra utop¨ªa. Por una parte tenemos el comunismo, que es una utop¨ªa que, en la pr¨¢ctica, ha fallado tr¨¢gicamente. Por otra est¨¢ el capitalismo, que en su dimensi¨®n pr¨¢ctica, en sus principios b¨¢sicos, ser¨ªa aceptable desde el punto de vista de la doctrina social de la Iglesia, ya que bajo varios aspectos se muestra conforme con la ley natural. ?sta es la tesis expresada por Le¨®n XIII. Por desgracia, dentro de esta pr¨¢ctica de por s¨ª aceptable se producen abusos -diferentes formas de injusticia, de explotaci¨®n, de violencia y de prepotencia-, y entonces se llega a las formas del capitalismo) salvaje. Son los abusos del capitalismo lo que hay que condenar.
P. Estamos en el umbral del a?o 2000. Usted, Santo Padre, si Dios quiere, ser¨¢ el Papa que gu¨ªe a la humanidad en el paso del segundo al tercer milenio. ?Qu¨¦ reflexiones le sugiere esta fecha en la que se multiplican los interrogantes sobre el futuro de la humanidad?
R. La Iglesia, el cristianismo, tienen la propia visi¨®n del fin del mundo, tienen una escatolog¨ªa propia muy clara. En esta perspectiva, el a?o 1000 o el a?o 2000 son una fecha como cualquier otra. Aunque, por otra parte, esta fecha es muy significativa, porque Cristo naci¨® hace 2000 a?os, desde hace 2000 a?os este Cristo est¨¢ presente y act¨²a en la historia de la humanidad a trav¨¦s de la Iglesia, a trav¨¦s de sus- ap¨®stoles, disc¨ªpulos y misioneros. Est¨¢ claro que al final de, este segundo milenio se debe hacer un examen de conciencia: d¨®nde estamos, a d¨®nde nos ha conducido Cristo, en d¨®nde nos hemos desviado del Evangelio. Es un asunto que exige un an¨¢lisis m¨¢s profundo.
P. En Denver, usted dijo que el Evangelio no ha sido concebido para ser custodiado en privado.
R. Es natural que los cristianos, como ciudadanos, puedan y deban tener una actuaci¨®n pol¨ªtica, incluso para dar una dimensi¨®n de la propia fe a la vida social. ?Por qu¨¦ raz¨®n tendr¨ªan que estar marginados? S¨ª, existen tendencias que pretenden encerrar el cristianismo en el ¨¢mbito privado, que quieren obligar a los cristianos al silencio. El Evangelio sigue siendo un signo de contradicci¨®n.
P. En Tur¨ªn, usted lanz¨® un mensaje en el que ped¨ªa el fortalecimiento del sentido de la unidad del Estado. Muchos lo han interpretado como una cr¨ªtica a la Liga. ?Era ¨¦ste su mensaje?
R. Tenga presente que en todo lo que digo quiero y debo evitar ser parcial, ponerme a favor de una parte. Debo mantenerme en la dimensi¨®n de los principios, porque ¨¦sta es tambi¨¦n la misi¨®n de la Iglesia. Adem¨¢s, la misi¨®n de los cristianos laicos, comprometidos en el sector p¨²blico, es la de transformar estos principios en otra moneda, la moneda de la vida pr¨¢ctica, concreta; es decir, la de introducir estos principios en la vida cotidiana, en su familia, en la vida p¨²blica, en la econom¨ªa y en la pol¨ªtica.
P. Pablo VI, en su diario in¨¦dito, habla de la "extrema soledad del Pont¨ªfice", que debe tomar por s¨ª solo todas las decisiones m¨¢s importantes. ?No se siente nunca solo?
R. Realmente no, pero quiz¨¢ es cuesti¨®n de car¨¢cter, y adem¨¢s tengo siempre junto a m¨ª personas cercanas, amigas. Ni siquiera las decisiones las tomo solo, trabajo en forma colegiada con los episcopados, con la Curia. Trato siempre de tener varios encuentros con los obispos cuando vienen ad limina, celebrar la misa en com¨²n, e incluso les invito a comer y es una ocasi¨®n estupenda para intercambiar experiencias, para hablar y discutir. Es el privilegio de la colegialidad, que ha sido recordado por el Concilio Vaticano II.
Copyright La Stampa, 1993.
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