Roa Bastos publica la segunda de sus novelas destruidas
'El fiscal' renace de las cenizas para contar una historia de amor
La segunda escritura de El fiscal (Alfaguara) no le tom¨® a Augusto Roa Bastos m¨¢s de cuatro meses, y se desarroll¨® en estado de gracia, sin apenas correcciones. La primera redacci¨®n, de la que no quedan m¨¢s que pasajes ya publicados en revistas, le tom¨® en cambio muchos a?os de dolorido rencor hacia el tiranosaurio que gobernaba su pa¨ªs (el nombre es suyo), y eso fue lo que termin¨® hundiendo el libro y le oblig¨® a tener el valor de arrojarlo al fuego. Pues esa versi¨®n de El fiscal hab¨ªa terminado por ser lo que ¨¦l se hab¨ªa propuesto que no fuera; seg¨²n ¨¦l, una novela maniquea sobre la dictadura del general Stroessner, y no la novela de amor que ¨¦l ten¨ªa pendiente.
Se dir¨ªa sin embargo que esta alternancia del fuego y la pluma es casi un sistema de trabajo, nada tonto, si se piensa, aunque se necesita mucho valor. Pues Roa ya quem¨® y reescribi¨® el manuscrito de Hijo de hombre, lo que quiere decir que ha quemado dos quintas partes de una de las obras m¨¢s contundentes de la moderna escritura en espa?ol.Esto de la llama y la tinta tiene mucho que ver con la moral. En una rueda de prensa que sigui¨® ayer a una entrevista con este peri¨®dico, una periodista le pregunt¨® si toda esa actividad pir¨®mana no ten¨ªa que ver con cierta coqueter¨ªa de gran autor, que crea expectativas para luego defraudarlas. Con esa tranquilidad ind¨ªgena que le caracteriza, Roa contest¨® impert¨¦rrito que se sent¨ªa muy halagado por el s¨ªmil de gran autor pero que en realidad hab¨ªa quemado su primer manuscrito porque no ten¨ªa la calidad requerida. Habr¨ªa sido muy interesante conocer esa primera versi¨®n s¨®lo para saber qu¨¦ es lo que entiende Roa por mala calidad.
Fue as¨ª un problema moral el que le hizo quemar el primer manuscrito, y es tambi¨¦n la moral la almendra del primer y m¨¢s profundo argumento de El fiscal. Pues el tema principal de la historia principal, la historia de amor, es justamente moral: ?cu¨¢les son las justificaciones del verdadero amor? Quiz¨¢ no se estropee la trama si se adelanta que la hero¨ªna termina siendo la mujer; a diferencia del hombre, es la que tiene las motivaciones morales m¨¢s puras. Pero no termina ah¨ª el asunto de la moral. Pues la utilizaci¨®n de un narrador m¨²ltiple termina creando una opacidad que, seg¨²n Roa, tiene mucho que ver con la ambig¨¹edad moral inherente al hombre. Al tiempo, el propio narrador de la novela dedica unas p¨¢ginas magn¨ªficas a explicar las consecuencias morales de su estilo y su punto de vista.
Orqu¨ªdeas salvajes
A sus 76 a?os Roa Bastos vive de toda evidencia y con toda intensidad la historia de amor de su segundo matrimonio -su mujer es la hija de unos espa?oles republicanos exiliados-, y admite que de siempre ha tenido en gran admiraci¨®n a las mujeres; es m¨¢s, s¨®lo se alcanzar¨¢ una plena armon¨ªa cuando ¨¦stas puedan acceder al pleno desarrollo.
De ni?o, en la selva, a Roa Bastos su padre le ten¨ªa prohibido jugar con los ni?os indios -un prejuicio de clase media-, y ¨¦l se distra¨ªa navegando por los r¨ªos en una piragua que iba llenando de orqu¨ªdeas salvajes con destino a su madre. Y puede que El fiscal cuente no pocas epopeyas de una de las historias m¨¢s dram¨¢ticas del continente, sin duda, pero las estremecedoras -y en clave masculina de valor, hero¨ªsmo, etc¨¦tera- son probablemente las que protagonizan las mujeres, como por ejemplo Madama Lynch y la Pancha Garmendia, que cr¨ªan y desarrollan un odio de epopeya por Solano L¨®pez, uno de los h¨¦roes hasta ahora intocables de la ¨¦pica paraguaya.
Veterano de la guerra del Chaco, una de las m¨¢s terribles de la historia continental -aunque no tanto como la Guerra Grande, a finales del XIX, al t¨¦rmino de la cual Paraguay se encontr¨® con que su poblaci¨®n era casi toda de mujeres-, Roa habla (y escribe) contra lo que ¨¦l llama "falsos mitos nacionalistoides" que alimentan habitualmente las grandes coartadas de los fascismos y los nacionalismos.
Terminada la dictadura eterna de Stroessner, el tirano que le tuvo a ¨¦l exiliado durante 40 a?os, Roa no ha cesado de advertir contra la posibilidad de un stroessnerismo sin general. "Existe una continuidad en el r¨¦gimen", advierte, aunque "ya no es el mismo r¨¦gimen desp¨®tico, y en la presidencia se encuentra un civil esforzado, [Juan Carlos Wasmosi]".
Roa quiere volver a Paraguay, pero no a participar en pol¨ªtica -muchas veces le han querido convertir en presidente, como a otros de sus colegas-, sino a trabajar con los j¨®venes a trav¨¦s de la Fundaci¨®n que cre¨® con el dinero del premio Cervantes que gan¨® en 1989. Pues esa historia de tiranos que ha padecido Paraguay como una maldici¨®n b¨ªblica se resume en un solo dato: en todo ese pa¨ªs encantado por la m¨²sica de la lengua guaran¨ª s¨®lo hay 1.000 lectores.
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