Paletos
Hacia los a?os veinte, un t¨ªo m¨ªo lleg¨® a Madrid a trabajar como hortera (que as¨ª llamaban entonces al chico de los recados, y de ah¨ª procede el adjetivo) en una tienda de ultramarinos, con tan s¨®lo 13 a?os, 10 duros en el bolsillo y el nombre escrito en la gorra: Andr¨¦s. Se lo hab¨ªa escrito su padre para que le reconociera una t¨ªa suya que hab¨ªa quedado de ir a esperarlo a la estaci¨®n del tren.Mi t¨ªo, sin embargo, a la vista de las risas que su gorra provocaba entre la gente y de que su t¨ªa no aparec¨ªa por ning¨²n lado, se la quit¨® y la guard¨® en el bolso, con lo que aqu¨¦lla, que lleg¨® tarde, no pudo reconocerlo y mi t¨ªo se vio de pronto perdido y solo en medio de la estaci¨®n. Para esa emergencia, su padre le hab¨ªa apuntado la direcci¨®n de la t¨ªa y, con ella y los 10 duros que tra¨ªa, tom¨® un sim¨®n (uno de aquellos cochecitos de caballos que hac¨ªan las veces de taxis en el Madrid de principios de siglo) y le pidi¨® al cochero que le llevara a la direcci¨®n escrita. El cochero, como es l¨®gico, enseguida se dio cuenta del mirlo blanco que hab¨ªa cogido y empez¨® a darle vueltas por Madrid hasta que la carrera que val¨ªa 7 pesetas se convirti¨® en una de 35. Afortunadamente para mi t¨ªo, su t¨ªa, que era portera y que, al no encontrarle en la estaci¨®n hab¨ªa vuelto a casa y le esperaba en la porter¨ªa, sali¨® con la escoba a deshacer el entuerto y as¨ª pudo mi t¨ªo hacer su entrada en Madrid, no con demasiada suerte, es cierto, pero al menos sin quedarse desplumado el primer d¨ªa.
Como mi t¨ªo, millones de paletos hemos llegado a Madrid a lo largo de este siglo, cada uno con su aventura, y aqu¨ª nos hemos quedado, hasta el punto de haber hecho crecer esta ciudad desde los 200.000 habitantes que ten¨ªa entonces hasta los m¨¢s de 4.000.000 con que cuenta en nuestros d¨ªas. Esa condici¨®n paleta, que en muchas otras ciudades ser¨ªa motivo de burla, cuando no directamente de discriminaci¨®n real, en Madrid es, al contrario, una simple an¨¦cdota e, incluso, si se me apura, la propia esencia de la ciudad: no s¨®lo Madrid es provinciana por car¨¢cter, sino que, seg¨²n los ¨²ltimos censos, la mitad de los madrile?os hemos nacido fuera de aqu¨ª. Lo que no impide, no obstante, que desde la movida, y como eco de los sue?os de grandeza que ¨¦sta dej¨® en la ciudad, descendientes de aquellos paletos o paletos ellos mismos coreen en los partidos en los que los equipos madrile?os se enfrentan a conjuntos de provincias: "?Todos los paletos / fuera de Madrid!". Esperemos que eso no ocurra: se quedar¨ªa vac¨ªa.
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