Agobios municipales
LA PESADUMBRE de los alcaldes espa?oles por las deudas de sus municipios ha tenido un consuelo liviano por parte del Gobierno en la asamblea que 1.500 mun¨ªcipes han celebrado este fin de semana en La Coru?a. Los municipios espa?oles tienen dos agobios principales: una deuda a corto plazo superior a los 300.000 millones de pesetas y un mecanismo de financiaci¨®n muy r¨ªgido que ha generado una deuda acumulada de 2,4 billones de pesetas. El ministro de Administraciones P¨²blicas, Jer¨®nimo Saavedra, propuso un pacto de Estado para dibujar una soluci¨®n definitiva y apunt¨®, como remedio inmediato, negociar un escalonamiento de la deuda, que la banca p¨²blica baje los tipos de inter¨¦s de la deuda municipal y acelerar las liquidaciones pendientes de la Administraci¨®n central.En la asamblea de alcaldes dominaron los tonos recriminatorios hacia el Gobierno, pero el ciudadano necesita una explicaci¨®n seria de por qu¨¦ a los 10 a?os de que la Administraci¨®n central liquidara las deudas municipales, ¨¦stas se han reproducido con tama?a dimensi¨®n. En este cap¨ªtulo falt¨® un mea culpa municipal sobre c¨®mo se han administrado los dineros locales en una ¨¦poca de bonanza. Alegr¨ªas contables, engorde de plantillas e inversiones injustificadas tienen un cap¨ªtulo en la explicaci¨®n del desastre, un cap¨ªtulo que, no obstante, no exculpa a la Administraci¨®n central por haber desatendido no ya las finanzas municipales, sino el papel ¨ªnstitucional de los ayuntamientos.
El apremio existente para sanear el d¨¦ficit municipal necesita una respuesta r¨¢pida que rebaje los costes de la deuda, y ser¨ªa un elemento de pedagog¨ªa pol¨ªtica que en este compromiso intervinieran tambi¨¦n las comunidades aut¨®nomas. La escasa relevancia institucional que se da a los ayuntamientos espa?oles no es s¨®lo producto de un centralismo gubernamental, sino, tambi¨¦n, de un nuevo centralismo auton¨®mico en su batalla competencial. Indudablemente, el enjuague de la deuda debe ir acompa?ado de una soluci¨®n estable y a largo plazo que no perm¨ªtala reproducci¨®n del actual escenario dentro de un lustro. Una soluci¨®n que supone un compromiso por parte del Gobierno de encontrar f¨®rmulas de financiaci¨®n que satisfagan las necesidades municipales y, por parte de los ayuntamientos, de administrar cautamente estas necesidades. En este sentido, la propuesta de Saavedra de un pacto de Estado para reforzar el poder municipal, reformar las leyes de financiaci¨®n y atender los problemas espec¨ªficos de las grandes ciudades parece sensata, a falta de ver c¨®mo alcanza una concreci¨®n eficaz.
Un aumento de las competencias de los ayuntamientos, como el prometido por Saavedra, ha de implicar, l¨®gicamente, un aumento de disponibilidad en las cajas de los municipios. Por razones hist¨®ricas, los ayuntamientos han suplantado a la Administraci¨®n central en algunos servicios que, parad¨®jicamente, no han cobrado. Dejar de prestarlos ha sido una de las amenazas formuladas por los municipios si en un plazo breve no se encauza la soluci¨®n a sus problemas.
La apuesta pol¨ªtica del Gobierno deber¨¢ concretarse en unas f¨®rmulas econ¨®micas parangonables al prometido incremento del papel de las administraciones locales en el sector p¨²blico espa?ol. Saavedra ha anticipado que se retocar¨¢n los dos principales impuestos que recaudan los ayuntamientos: el de bienes inmuebles (IBI) y el de actividades econ¨®micas (IAE). Al margen de que son dos impuestos que necesitan reformas, un simple retoque no bastar¨¢ porque se trata de dos impuestos muy r¨ªgidos que no reflejan la evoluci¨®n econ¨®mica. De ah¨ª la reclamaci¨®n de los alcaldes de mejorar su participaci¨®n en los ingresos del Estado.
Otra promesa gubernamental ha sido la de prestar atenci¨®n especial a los problemas de las grandes ciudades, que tienen que satisfacer los servicios para un n¨²mero de usuarios muy superior al de sus vecinos, sobre quienes descansa la recaudaci¨®n municipal. La situaci¨®n econ¨®mica de los ayuntamientos pide soluciones r¨¢pidas y, al mismo tiempo, definitivas. El Gobierno ha apuntado la voluntad pol¨ªtica de buscar un arreglo en esta l¨ªnea. Ahora falta saber a qu¨¦ conduce el pacto de Estado propuesto.
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