Tasas y becas
LA UNIVERSIDAD vuelve a ser objeto de debate p¨²blico, corri¨¦ndose el riesgo, como en otras ocasiones, de que ¨¦ste se centre en aspectos m¨¢s bien perif¨¦ricos e ignore los problemas de mayor calado que aquejan a una instituci¨®n tan compleja, pero tan b¨¢sica para el futuro de nuestra sociedad, como es la universitaria. Concretamente, las recientes movilizaciones estudiantiles han girado en torno a la mayor o menor subida de las tasas, aunque en su trasfondo latieran inquietudes de ¨ªndole m¨¢s general.Las tasas universitarias, que representan, hoy por hoy, algo menos del 20% del presupuesto universitario, son una aportaci¨®n de los usuarios a un servicio p¨²blico que no es extensible a la totalidad de la poblaci¨®n y que, en su mayor parte, est¨¢ financiado por el conjunto de los ciudadanos, vayan o no vayan a la Universidad. Lo que resulta de todo punto exigible es que ning¨²n joven con capacidad y motivaci¨®n suficientes quede fuera de la Universidad por motivos econ¨®micos. Y eso puede conseguirse con un sistema de tasas muy bajas para todos, o bien con un sistema de tasas m¨¢s altas para quienes puedan pagarlas y de becas para quienes carezcan de medios econ¨®micos. En las condiciones actuales parece m¨¢s solidario el segundo sistema que el primero, puesto que pone el ¨¦nfasis en quienes verdaderamente tienen dificultades y exige m¨¢s de quienes pueden permit¨ªrselo. El problema no es, pues, la cuant¨ªa de las tasas que pagan algunos, sino la pol¨ªtica de becas necesaria para que muchos no tengan que pagarlas.
Pero no se explicar¨ªa la amplitud de la movilizaci¨®n estudiantil si no existieran otros motivos de malestar social en relaci¨®n con la Universidad. Uno de ellos, que ha venido teniendo un efecto acumulativo en los ¨²ltimos anos, es la falta de adecuaci¨®n de la oferta de plazas a la demanda en determinadas carreras, con la consecuencia de que una fracci¨®n creciente de estudiantes, especialmente en las universidades m¨¢s demandadas, no pueda estudiar la carrera de su primera opci¨®n.
La resoluci¨®n de este problema no es f¨¢cil ni puede ser inmediata; la oferta en instalaciones y profesores se desarrolla m¨¢s lentamente que la demanda hacia determinadas carreras, aunque hay que se?alar que la actitud corporativa de universidades, profesores y profesionales no facilita, en ning¨²n modo, el necesario proceso de adecuaci¨®n. Por otra parte, las justificadas protestas por la masificaci¨®n de determinados centros y por la escasa preparaci¨®n de ciertos profesores son contradictorias con la reivindicaci¨®n de que cualquier estudiante estudie lo que desee, independientemente de las posibilidades de acogerles en condiciones de m¨ªnima dignidad.
Es indudable que las malas perspectivas de empleo, comunes para todos los j¨®venes, incluso peores para los que carecen de titulaci¨®n universitaria, son tambi¨¦n un factor de malestar para los estudiantes. La utilidad social y personal de sus carreras se les aparece m¨¢s que dudosa en el actual contexto de falta de creaci¨®n de empleos. Relacionado con todo ello est¨¢ el problema de fondo presupuestario, manifestado en la desproporci¨®n entre lo que se exige del sistema universitario y los medios que se le asignan.
El estancamiento, o incluso la disminuci¨®n, de los presupuestos en los tres ¨²ltimos a?os se ha producido en un contexto muy desfavorable, cuando la Universidad se encontraba en plena fase de expansi¨®n, con una reforma de planes de estudios que requiere de m¨¢s medios y de forma m¨¢s sostenida. El proceso de implantaci¨®n de nuevos estudios o de desarrollo de nuevos planes no puede detenerse un vez iniciado, por lo que tampoco deber¨ªa detenerse la cobertura presupuestaria correspondiente. La Administraci¨®n tiene la obligaci¨®n de ser coherente con los procesos que promueve y no frustrar las expectativas que genera si no quiere crear un clima generalizado de inquietud.
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