"El Reina Sof¨ªa es el museo m¨¢s popular entre los j¨®venes"
Casi tres a?os al frente del Centro de Arte Reina Sof¨ªa y jam¨¢s se ha visto tentada por la fantas¨ªa de pasar, a solas, una noche en el museo, recorriendo los pasillos del antiguo hospital, disfrutando sin testigos de su rinc¨®n fa vorito, junto a T¨¤pies o Susana Sola no. Asegura que el museo nunca est¨¢ vac¨ªo, porque Ios cuadros son una compa?¨ªa importante y necesaria". Sabi¨¦ndose juzgada y vigilada, muchos fines de semana se disfraza de mirona y acude a contemplar las colas de p¨²blico que alcanzan la glorieta de Atocha, por aquello de seguir el pulso del museo. Tiene los pies bien pegados a la tierra a excepci¨®n del instante en que, a bordo de los elevado res transparentes, contempla Madrid en su mejor momento, el atardecer.Pregunta. Los ascensores suben, pero tambi¨¦n bajan; se dice que podr¨ªa usted dejar el centro, ?para ir m¨¢s arriba?
Respuesta. No, por el momento voy a seguir donde estoy.
P. ?Qu¨¦ lugar ocupa el Reina Sof¨ªa junto al Prado y la colecci¨®n Thyssen?
R. Uno tan espec¨ªfico como ser el m¨¢s popular a nivel de p¨²blico y, sobre todo, entre los j¨®venes. El 60% de los visitantes tiene entre 22 y 35 a?os. Acuden muchas familias, y eso significa que cobra arraigo en toda la sociedad madrile?a, no s¨®lo en una ¨¦lite.
P. El Guernica letra o muchos quebraderos de cabeza.
R. La pol¨¦mica nos alcanz¨® a todos. Desde el ministro al subsecretario y a m¨ª misma. Pero cualquier peripecia se vio compensada a cambio de verlo aqu¨ª. Ha sido un movimiento muy importante para todo el arte espa?ol, para la comprensi¨®n de Picasso entre los extranjeros. Y as¨ª lo han entendido los directores de importantes museos internacionales.
P. Una an¨¦cdota. ?Qui¨¦n es ese extra?o individuo que se empe?a en "explicar las verdades" del Guernica?
R. Ya s¨¦. Una herencia de El Cas¨®n. Es un hombre enfermo que a veces consigue burlar la vigilancia m¨¦dica y familiar. Asegura que Picasso no es el autor, pero jam¨¢s me he detenido a escucharle, porque si lo hago podr¨ªa darle una importancia que no tiene. En una ocasi¨®n lleg¨® a colarse hasta la sala y mont¨® un n¨²mero impresionante, pero nunca ha dado m¨¢s problemas. Es su trabajo, tiene el mismo horario que el museo e incluso se dirige a los turistas en ingl¨¦s.
P. ?Est¨¢ contenta de tener una ministra de Cultura?
R. Me importan las personas. Soy feminista, pero no tengo prejuicios hacia los hombres. En este caso estoy encantada de que se trate de una mujer, porque es Carmen Alborch.
P. A menudo se ha quejado usted de sentirse insultada por los cr¨ªticos de arte.
R. Lo que siento es que faltan cr¨ªticas serias a mi gesti¨®n., Uno puede tener muchas visiones, pero ?que sigan acus¨¢ndome de excluir a Antonio L¨®pez de la colecci¨®n ... ! Yo no puedo exponerlo, pero el soniquete sigue y sigue. O el trasado del Guernica, que figura en el BOE desde 1988. Me quejo de que todos me cuelguen sambenitos y nadie indague en las razones.
P. Antes dirig¨ªa usted las exposiciones de la Caixa. ?Se trabaja mejor con la entidad catalana, m¨¢s orden, m¨¢s dinero?
R. No, se trabaja de forma diferente, empezando por la proyecci¨®n. En la Caixa, el campo era m¨¢s reducido; el Reina Sof¨ªa es un museo nacional de arte del siglo XX. Aqu¨ª se busca un resultado m¨¢s compacto. Ahora tenemos que completar los artistas espa?oles de los a?os veinte, treinta... Hacer la colecci¨®n de los sesenta, setenta... Y seguir en la brecha para no abandonar la actualidad.
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