Loable empe?o
Anda nuestra clase pol¨ªtica arremangada y metida en la harina del impulso democr¨¢tico. Loable empe?o. Si, adem¨¢s del oportuno lavado de cara, se pretende convertirlo en una sutura que remiende la quiebra existente entre la sociedad y las instituciones, podr¨ªa probarse a conjugarlo con una pol¨ªtica de gestos.Me explico. Encuentro particularmente atinada la observaci¨®n que hace Carmen Gald¨®n en su carta publicada el pasado d¨ªa 23: no se les puede consentir las imputaciones gen¨¦ricas de fraude, dirigidas al colectivo de parados, a quienes aseguran con tanta vehemencia que los casos de corrupci¨®n son aislados y puntuales.
?Por qu¨¦ pas¨® inadvertida la propuesta de Gonz¨¢lez Lizondo de que los parlamentarios se autocongelasen el sueldo? Sin malicia alguna, cuando Roca se despach¨® con que aquello era un "gesto para la galer¨ªa de escasa eficacia", a muchos nos vino a la mente lo de "predicar y dar trigo". Claro que, para conjurar cualquier malentendido, luego se anuncia que el Gobierno, "va a dar ejemplo congelando el salario de los empleados p¨²blicos " (sic).
Coincidiendo en el tiempo con el decretazo, nos cuelan de rond¨®n (y sin que nadie ponga el grito en el cielo) el seguro de desempleo vitalicio para los (ex) presidentes de Gobierno. Desde luego, el don de la oportunidad no es precisamente de los que adornan a nuestros gobernantes.
Asumiendo las hip¨¦rboles -intencionadas-, me reitero en la conveniencia de los gestos solidarios. ?Veremos asumir a la clase pol¨ªtica, en su conjunto, la responsabilidad que le incumbe en el descr¨¦dito de las instituciones o en el desaguisado econ¨®mico, despu¨¦s de la letan¨ªa de disculpas procedentes de desempleados, funcionarios o pensionistas a la que venimos asistiendo?
Si los padres de la regla se reservan para s¨ª el beneficio de la excepci¨®n, me temo que se seguir¨¢n alimentando los recelos.-
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