Hillary y la salud de Estados Unidos
Hillary Rodham Clinton tiene hoy la oportunidad hist¨®rica de mejorar dram¨¢ticamente la salud de Estados Unidos. La mujer del presidente es la l¨ªder de una revoluci¨®n social que promete proveer de cuidados m¨¦dicos a todos los estadounidenses y, a la vez, estabilizar los costes astron¨®micos de la sanidad. A pesar de que la asistencia sanitaria consume el 19% del producto nacional bruto del pa¨ªs, 37 millones de estadounidenses carecen de seguro de enfermedad, y uno de cada cuatro, o 63 millones de ciudadanos, perder¨¢n su seguro antes de finalizar 1995.En el arduo camino hacia la reforma, Hillary tendr¨¢ que vencer a poderosos intereses e implacables enemigos: las multinacionales de productos farmac¨¦uticos, las compa?¨ªas de seguros, los colectivos m¨¦dicos, la industria hospitalaria y un grupo bien atrincherado de representantes conservadores en el Congreso. Pero, a pesar de tan feroz oposici¨®n, las condiciones psicosociales para que esta brillante abogada triunfe nunca han sido mejores.
Hace justamente un a?o, la victoria de su marido, Bill Clinton, en las elecciones presidenciales de Estados Unidos reflej¨® un cambio importante en el car¨¢cter de esta joven naci¨®n: la evoluci¨®n de un pa¨ªs rebosante de prepotencia militar y de supremac¨ªa moral, de talante extravertido y arrogante, que se cre¨ªa escogido para defensor del mundo, a otro pueblo m¨¢s inseguro, equ¨ªvoco y vulnerable, m¨¢s consciente de su pobreza, de su violencia y de sus plagas modernas de droga y de sida; en definitiva, una sociedad que ha descubierto que el adversario no est¨¢ fuera, sino dentro de sus fronteras, que Norteam¨¦rica es su propio enemigo. Como resultado de esta transformaci¨®n, la conocida letan¨ªa de problemas y desconciertos de la vida americana de hoy, se est¨¢ transformando en un vivo deseo de convivencia m¨¢s humana, compasiva y saludable.
El sistema de asistencia sanitaria de un pueblo tiene profundas implicaciones psicol¨®gicas y sociales, y es un espejo cultural de la sociedad la que sirve. Porque la salud no es la mera ausencia de enfermedad, sino un estado de bienestar f¨ªsico, ps¨ªquico y social.
No hay que olvidar que la salud ha sido una preocupaci¨®n natural femenina. Originalmente la sanidad se administraba casi exclusivamente en el hogar. Durante siglos, siguiendo la antigua tradici¨®n de la mujer curandera, las madres fueron responsables de la salud de la familia. Los ancianos incapacitados eran atendidos por sus hijas, los ni?os nac¨ªan en la casa con la ayuda de matronas, y, cuando eran necesarios los cuidados sanitarios, la mujer aplicaba los remedios caseros que a menudo preparaba en la cocina. A medida que la sanidad se profesionaliz¨®, las mujeres cuidadoras desaparecieron y los hombres tomaron el control de la asistencia sanitaria. En la actualidad, sin embargo, cada d¨ªa son m¨¢s los consumidores de servicios m¨¦dicos que se quejan de la cruel burocratizaci¨®n, comercializaci¨®n y racionamiento de la sanidad; se lamentan, no -sin raz¨®n, de la ausencia de humanidad y de atenci¨®n personal en la medicina de hoy, de la desaparici¨®n de aquel "esp¨ªritu maternal" que hac¨ªa que la pr¨¢ctica de la medicina fuese un arte a la vez que una ciencia.
Hillary, seg¨²n sus propias palabras, promueve su plan de reforma sanitaria sin precedentes "como madre, esposa, hija, hermana y mujer". Sostiene que para que sea aceptable, el nuevo sistema tendr¨¢ que pasar "la prueba de la madre": las madres norteamericanas deber¨¢n estar convencidas de que los cambios que se proponen son para mejor. Aunque no emplea un lenguaje feminista, tampoco elude dar la imagen de mujer poderosa, inteligente, carism¨¢tica, con solidez y con un don ¨²nico para persuadir a los grupos de presi¨®n m¨¢s r¨ªgidos y recalcitrantes y, sin duda, para fascinar al p¨²blico.
El feminismo que proyecta Hillary acent¨²a lo positivo, enfocando siempre lo que la mujer puede hacer y no lo que la sociedad -o el hombre- no deja que hagan las mujeres. Es un feminismo sin v¨ªctimas ni culpables, sin amenazas, sin rencor hacia los hombres, sin ret¨®rica de opresi¨®n. Hillary rompe la barrera entre la mujer profesional y la mujer madre, entre una experta en asistencia sanitaria y una madre cari?osa. En definitiva, combina el atractivo cautivador que llamamos femenino con la firmeza de acero que se asocia con los hombres poderosos y persuasivos.
Al observar la efectividad sorprendente de Hillary Clinton, pienso que, en cierto modo, la posici¨®n subordinada de la mujer, que a lo largo de la historia y a trav¨¦s de tantas culturas la ha mantenido fuera de la corriente principal dominada por los hombres, se ha convertido en una fuerza extraordinaria de convicci¨®n. Al no estar programadas para actuar conforme a las reglas tradicionales y los modos de pensar tan arraigados en la cultura dominante masculina, estas mujeres l¨ªderes aportan percepciones m¨¢s novedosas y estrategias de persuasi¨®n m¨¢s eficaces .Dada su orientaci¨®n natural a trav¨¦s de los siglos, la mujer est¨¢ particularmente equipada para actuar como agente de evoluci¨®n social. Su responsabilidad legendaria de proteger la supervivencia de la especie humana la ha dotado de poderosos impulsos para cuidar y sustentar la vida, y la ha obsequiado tambi¨¦n con una gran capacidad para la intimidad, todo lo cual alimenta su profunda necesidad de relaci¨®n. Esta esencia vitalista y este compromiso con la continuidad de la humanidad implican un inter¨¦s por los procesos que d¨ªa a d¨ªa nutren la existencia, una gran habilidad para integrar en lugar de separar, y una aptitud especial para la empat¨ªa, para ubicarse genuinamente, con afecto y comprensi¨®n, en la realidad ajena.
La mujer, por naturaleza, posee una escala de valores que la hace preferir la igualdad y resistir las jerarqu¨ªas, situar el bienestar y el desarrollo tangible de la persona por encima de los conceptos abstractos, sentir una firme antipat¨ªa hacia la violencia, una clara preferencia por la negociaci¨®n y el consenso como m¨¦todos predilectos para resolver los conflictos. ?stas son precisamente las cualidades vitalistas, humanizantes y maternales que hoy se necesitan para lograr cambios sociales importantes y, en particular, para mejorar la salud de Estados Unidos.
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