Inflaci¨®n y paro
COMO ERA previsible, la variaci¨®n del ¨ªndice de precios al consumo (IPC) durante el mes de octubre no ha conseguido mantener la tendencia reductora de la correspondiente tasa interanual, que ha pasado del 4,3% de hace un mes al actual 4,6%.El comportamiento relativamente favorable de la inflaci¨®n durante los meses estivales hab¨ªa abierto un par¨¦ntesis desacelerador, en gran medida condicionado por el cambio en la metodolog¨ªa de c¨¢lculo del ¨ªndice introducido por el Instituto Nacional de Estad¨ªstica a comienzos de a?o y por el impacto que el pasado a?o (agosto de 1992) tuvo el incremento en el tipo medio del IVA. Por el primero se eliminaban del ¨ªndice correspondiente a las frutas y hortalizas frescas las grandes oscilaciones de car¨¢cter estacional. En contrapartida, tambi¨¦n es previsible que este a?o no se produzcan los descensos en frutas y hortalizas habituales antes en los ¨²ltimos meses del a?o.
Con esas consideraciones, la valoraci¨®n del 0,4% de octubre resulta menos negativa de lo que se deduce de la comparaci¨®n con el 0, 1 % de 1992. De hecho, la inflaci¨®n subyacente (excluidos los precios de los cap¨ªtulos m¨¢s vol¨¢tiles, alimentos sin elaborar y bienes energ¨¦ticos) ha experimentado una ligera reducci¨®n desde el 5,4% de septiembre hasta el 5,3% de octubre. Destacable es el descenso en dos d¨¦cimas de la tasa interanual de los precios de los servicios hasta el 7,2%, aunque todav¨ªa se mantiene ese cr¨®nico y, acusado dualismo que caracteriza a la tasa de inflaci¨®n de nuestra econom¨ªa. La reducci¨®n, pese al aumento de, las tarifas de la ense?anza universitaria, ha sido posible por la moderaci¨®n de los precios m¨¢s sensibles a la coyuntura, como el turismo, la hosteler¨ªa, el esparcimiento y los servicios m¨¦dicos.
Es previsible que esa contenci¨®n se mantenga en los pr¨®ximos meses como consecuencia de la debilidad del consumo. Los precios de los bienes industriales, aunque esto no es novedoso, tambi¨¦n han seguido definiendo una sensibilidad a la fase c¨ªclica por la que est¨¢ atravesando nuestra econom¨ªa. Su correspondiente tasa interanual est¨¢ ya situada en el 4, 1 %, frente al 4,4% de septiembre.
Pero tales consuelos se revelan d¨¦biles si se considera la evoluci¨®n de los precios en los principales pa¨ªses competidores. Incluso si a fin de a?o la inflaci¨®n se situase entre el 4,5% previsto por el Gobierno y el 5% estimado por otras fuentes, todav¨ªa quedar¨ªa lejos del 3,5% previsto para el conjunto de la Uni¨®n Europea, y m¨¢s a¨²n respecto a pa¨ªses como Francia, Dinamarca o el Reino Unido, donde rondar¨¢ el 2%. La convergencia sigue lejos tambi¨¦n en este cap¨ªtulo, si bien la aton¨ªa de la demanda permite anticipar reducciones significativas en 1994, haciendo veros¨ªmil el entorno del 3,5%-4%.
En todo caso, la relaci¨®n entre la dualidad del mercado de trabajo y la de la inflaci¨®n sigue siendo una caracteristica singular, y bien negativa, de nuestra econom¨ªa. Entre 1964 y 1992, los precios de los servicios se han multiplicado por 25, mientras que los industriales lo hac¨ªan por 10 (y por 7, los agrarios). Ello se debe a que muchos de esos servicios est¨¢n protegidos respecto al exterior -cosa que no ocurre en el caso de los bienes industriales, especialmente desde la integraci¨®n en la CE-, lo que permite a las empresas de servicios repercutir directamente en precios los aumentos de costes (salariales y otros). Ello encarece, a su vez, los costes de las empresas industriales que tienen que hacer uso de tales servicios (por ejemplo, del tel¨¦fono), y que, sin embargo, no pueden, por la competencia exterior, trasladar esos aumentos a los precios.
De ah¨ª que el ajuste se produzca en tales empresas por la v¨ªa del despido, singularmente de los eventuales. As¨ª, las reformas estructurales anunciadas hace tiempo en el Programa de Convergencia, y que estaban destinadas a reducir ese dualismo entre servicios y manufacturas, se convierten en una necesidad tambi¨¦n desde la perspectiva de la lucha contra el paro.
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