Una tarjeta amarilla
Hasta mediados de este a?o se pudo ver en la ¨®pera de Par¨ªs la exposici¨®n La escritura de la danza, donde figuraba entre originales de Saint-Leon, Laban y Feuillet, una p¨¢gina de Les noces de Angelin Preljocaj (¨²nico moderno interesado seriamente en que su obra quede registrada as¨ª), anotada durante 1989 en Cr¨¦teil con sistema Benesch, por la core¨®loga No¨¦mi Perlov; ese mismo a?o, el core¨®grafo de origen alban¨¦s estren¨® en la Bienal de Val de Mame su versi¨®n de esta obra de Igor Stravinski y Bronislava Niyinska, que hab¨ªa tenido en origen un largo proceso de creaci¨®n entre 1914 y 1923.Dos a?os despu¨¦s la ¨®pera de Par¨ªs le encarga "revisitar" (este t¨¦rmino gusta mucho a los cr¨ªticos franceses) al Espectro de la rosa (1911) y al Parade (1917), dos leyendas dentro del ballet fundacional moderno, surgidas bajo la ¨¦gida de Serguei de Diaghilev.
Compa?¨ªa Preljocaj
Homenaje a los Ballets Rusos:Parade: m¨²sica: Erik Satie; vestuario: Herv¨¦ Pierre; escenografia: Aki Kuroda. El espectro de la rosa: m¨²sica: Carl-Maria Von Weber, vestuario: Dominique Gay. Noces: m¨²sica: Igor Stravinski; vestuario: Caroline Anteski. Coreograflas: Angelin Preljocaj. Core¨®logos: Dany Leveque y No¨¦mi Perlov. Teatro de La Zarzuela, Madrid. 18 de noviembre.
Las obras comisionadas no suelen tener la misma fortuna que las genuinamente inspiradas, aunque hay honrosas excepciones. As¨ª, Les Noces es mejor ballet que las otras dos recreaciones, y Preljocaj se mantiene en general m¨¢s cerca de los originales de lo que puede parecer a primera vista.
El aparato pl¨¢stico
Como escribi¨® Sylvie de Nussac en Le Monde, el s¨ªndrome Diaghilev vive, y si Giselle tuvo que esperar 140 a?os a que llegara Mats Ek, estas obras del siglo XX no tanto.Quien puso las cosas claras sobre Parade es el estudioso dan¨¦s Erik Ashengreen en su excelente libro Jean Cocteau y la danza, al penetrar en la g¨¦nesis de la pieza, una obra que est¨¢ viva (en Espa?a el Ballet de Zaragoza la tiene en repertorio desde 1992) y donde, como en el Ballet Tri¨¢dico de Oskar Schlemmer, el aparato pl¨¢stico es el eje dominante sobre lo coreogr¨¢fico.
Aki Kuroda ha puesto en escena el arco de La D¨¦fense te?ido de rojo junto a otros elementos ligeramente a lo L¨¦ger, y el novel vestuarista salido de Balmain hizo unos bellos trajes con fantas¨ªa, pero el baile en s¨ª mismo es elemental y p¨¢lido.
Escribi¨® el propio Mijail Fokin que el Espectro es "un esp¨ªritu, una esperanza" que en el caso de Preljocaj no existe. Ya es un pecado trocear la m¨²sica de Weber para alargar el ballet con sonidos electr¨®nicos. Esta retenci¨®n del bal¨®n para ganar tiempo merece una tarjeta amarilla para Angelin, y lo visto es una pedante tonter¨ªa indigna de su talento, que sin embargo, se manifiesta potente en Noces, donde abunda el sentido coral del movimiento. Preljocaj trabaja las violentas pulsaciones del ritmo musical y glosa a Nijinska en la m¨ªmica sedente, hasta lograr una escena intensa con esos peleles vestidos de novia lanzados al aire. Hay mucho de alma eslava en su tratamiento del baile masculino, con un lejano perfume de folclore nupcial.
Los programadores de este poderoso festival deben ahora conceder a los madrile?os la posibilidad de ver los originales (Diaghilev vino con algunos de ellos al Teatro Real gracias al Conde de Romanones) y no s¨®lo estas recreaciones ultramodernas, pues los verdaderos Parade, Noces y Espectro de la rosa est¨¢n hoy en el repertorio activo del Ballet de Montecarlo y de la misma ¨®pera parisina, entre otros.
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