Un militar retirado mata a tiros en Sevilla a dos vecinos y luego se suicida
Fernando Perea Salado, un militar retirado de 77 a?os, mat¨® ayer a tiros a dos de sus vecinos porque, una vez m¨¢s, le hab¨ªan manchado de aceite de cami¨®n la encalada fachada de su chal¨¦ de la calle Huertas de Sanl¨²car la Mayor (Sevilla). Los cad¨¢veres de Francisco L¨®pez Moreno, El kiki y el de su hijo Trinidad L¨®pez Descalzo, El ni?o Kiki, yac¨ªan ayer en el Instituto Anat¨®mico Forense de Sevilla. Junto a ellos, se encontraba el cuerpo del propio Perea: se vol¨® la cabeza despu¨¦s del doble crimen. Eran aproximadamente las 11.30. Fernando Perea hab¨ªa salido al porche de su chal¨¦ en el que hab¨ªa una mancha de aceite de motor que alguien hab¨ªa arrojado durante la noche. Perea se fue a por los L¨®pez. ?stos, seg¨²n algunos testigos, estaban reparando uno de sus camiones cisternas, en los que sol¨ªan cargar ¨¢cido sulf¨²rico. El capit¨¢n retirado ya hab¨ªan denunciado en numerosas ocasiones a sus vecinos, dedicados al transporte de mercanc¨ªas peligrosas, porque sol¨ªan aparcar y reparar sus camiones junto a su casa.
El militar puso ayer fin al conflicto con cuatro disparos de su arma reglamentaria del Ej¨¦rcito. Dos balas se alojaron en el t¨®rax y en la cabeza de el Kiki y su hijo, de unos 60 y 34 a?os, respectivamente. Otras dos fallaron su objetivo. Perea hizo un quinto disparo. Esta vez contra su propia cabeza.
El conflicto entre los L¨®pez y la familia Perea ven¨ªa de tiempo atr¨¢s. El chal¨¦ de los Perea, en el n¨²mero 33 de la calle Huertas, colinda con la vivienda y la cochera (un gran solar al aire libre) de los L¨®pez. La actividad industrial de ¨¦stos era considerada un peligro por Perea, que de regreso a Sanl¨²car una vez jubilado, hab¨ªa interpuesto numerosas denuncias y hab¨ªa ganado ya alg¨²n pleito contra sus vecinos. Pese a ello y a las placas de tr¨¢fico que imped¨ªan el estacionamiento de camiones, cinco cisternas de los L¨®pez estaban aparcadas en la calle Huertas.
Uno de los cinco conductores de los L¨®pez aseguraba que su patr¨®n "estaba arruinado de lo buena gente que era". El quiosquero de la esquina dec¨ªa que todos "eran gente normal". Y un vecino pon¨ªa el dedo en la llaga: "Dicen que los L¨®pez amenazaron a la mujer del militar".
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