El halc¨®n ya sabe minar al enemigo

Una de las decenas de pancartas en una de las decenas de marchas convocadas en los ¨²ltimos a?os en Euskadi para jalear a los presos de ETA reflejaba, negro sobre blanco, los nombres de los m¨¢s odiados por la banda. En destacado lugar, Antoni Asunci¨®n. El complejo ETA reconoc¨ªa, v¨ªa insulto ("torturador"), el da?o que se le hab¨ªa causado.M¨¢ximo art¨ªfice de la dispersi¨®n de los reclusos etarras, Asunci¨®n, en sus cinco a?os al frente de la administraci¨®n penitenciaria, ha convertido ¨¦sta en pilar fundamental de la lucha antiterrorista. Ello le ha hecho tambi¨¦n objetivo prioritario de la banda armada, de lo que dan fe su constante escolta o su veh¨ªculo blindado.

Antoni Asunci¨®n Hern¨¢ndez, tercer ministro de Interior en 11 a?os de gobiernos de Felipe Gonz¨¢lez, naci¨® en Manises (Valencia) el 12 de julio de 1951, en una acomodada familia de industriales. Soltero, ha realizado estudios de Ingenier¨ªa T¨¦cnica Industrial y Master de empresas.

Fr¨ªo y tenaz, dicen quienes le conocen, puede ser tan duro como Corcuera, pero envolver¨¢ sus decisiones en calculadas vueltas, lejanas al impulso directo del que ha hecho gala su antecesor. A los que le acusan de implacabilidad, replica que s¨®lo aplica "el rigor imprescindible".

Lleg¨® a la entonces direcci¨®n general de Instituciones Penitenciarias en agosto de 1988, tras haber sido designado el 29 de julio anterior. Jos¨¦ Luis Corcuera llevaba menos de un mes con los designios de Interior. Los presos de ETA estaban concentrados en pocas c¨¢rceles -particularmente, Herrera de la Mancha-, lo que facilitaba a la banda mantenerles con una pi?a. Asunci¨®n traz¨® el plan y comenz¨® la dispersi¨®n constante por c¨¢rceles de toda Espa?a, a veces a miles de kil¨®metros del Pa¨ªs Vasco. Resultado: se quebr¨® la resistencia de cientos de internos -y de sus familiares- a la reinserci¨®n, y la banda perdi¨® uno de sus tesoros, el r¨ªgido control sobre reclusos a los que publicitaba como cautivos.

El mantenimiento de la dispersi¨®n ha ido paralelo a la concesi¨®n de beneficios a los presos que expresaban su n¨ªtida repulsa a la banda: Isidro Etxabe y Juan Antonio Urrutia, ahora en tercer grado (van a la c¨¢rcel a dormir) han sido ejemplos palmarios. Bajo el mandato de Asunci¨®n se han conocido p¨²blicamente las disensiones entre los internos de ETA a trav¨¦s de grabaciones a veces en el filo de la legalidad, como ha manifestado el decano del Colegio de Abogados de Madrid, Luis Mart¨ª.

Las grabaciones han servido tambi¨¦n para demostrar que abogados de Herri Batasuna servian de altavoz transmisor de las ¨®rdenes de la c¨²pula etarra. El letrado de la formaci¨®n independentista Txemi Gorostiza est¨¢ acusado por ello de colaboraci¨®n con ETA, y Antoni Asunci¨®n tendr¨¢ que testificar en esta causa la pr¨®xima semana en la Audiencia Nacional.

Todo ello ha ido haciendo de c¨¢rceles y presos una fuente primordial de informaci¨®n para el Estado de cuanto suced¨ªa en ETA y de los planes de la banda. Un mundo del que a Asunci¨®n no se le escapaba nada.

El puesto de Asunci¨®n pas¨® a secretar¨ªa general en enero de 1991. Dimiti¨® para presentarse a las elecciones del 6 de junio y, ya como diputado, volvi¨® al cargo con el rango de secretario de Estado, aunque su oculta aspiraci¨®n era un lugar en Asuntos Exteriores.

Asunci¨®n llega ahora a Interior con una idea que ha mantenido meridiana: la soluci¨®n al terrorismo pasa por la reinserci¨®n antes que por la negociaci¨®n. Y para hablar de algo, es primordial mantener la fuerza. En una entrevista el pasado mayo, cuando era ex, dec¨ªa: "Ni conf¨ªo, ni creo que sea posible el final dialogado [a la violencia etarra]. La ¨²nica v¨ªa es la policial".

Otros en conocer la firmeza de Asunci¨®n han sido los internos de los GRAPO o los reclusos que convirtieron el verano de 1991 en una sucesi¨®n de motines. La receta de traslados y soledad ha sido el mejor espec¨ªfico para los internos que hicieron de aquel est¨ªo un polvor¨ªn.

El hasta ahora m¨¢ximo responsable penitenciario ha cambiado la forma de gestionar las c¨¢rceles, obligando a sus directo res a seguir cursos de organiza ci¨®n empresarial. Bajo su mandato se han cerrado 13 prisiones obsoletas y se han abierto 11 nuevas, dentro de un ambicioso plan para construir macroc¨¢rceles m¨¢s seguras y menos hacina das fuera de los cascos urbanos. Un plan a varios a?os vista lanzado en 1991, con una inversi¨®n total de 127.000 millones, que ha chocado con la oposici¨®n de los vecinos de algunas zonas donde est¨¢n previstos nuevos centros.

Pol¨¦micas con los jueces

Asunci¨®n comparte con su precedente en Interior un sarpullido judicial. La relaci¨®n del nuevo ministro con algunos jueces, particularmente de Vigilancia Penitenciaria, ha sido todo menos cordial, hasta llegar al indisimulado enfrentamiento con la entonces juez de vigilancia n¨²mero 1 de Madrid, Manuela Carmena. Asunci¨®n present¨® contra ella una queja al Consejo General del Poder Judicial, que fue archivada, despu¨¦s de que la juez autorizase la visita a Carabanchel de dos miembros de una comisi¨®n de derechos humanos norteamericana, contra el criterio del director de esa c¨¢rcel.

Sus mayores pol¨¦micas han venido por la excesiva liberalidad judicial, a su entender, al conceder permisos a algunos reclusos peligrosos, m¨¢xime cuando la administraci¨®n penitenciaria se hab¨ªa opuesto antes.

Conflictos con los jueces han acabado en su paso por los tribunales. El ultra Jos¨¦ Fern¨¢ndez Cerra, condenado a 197 a?os por la matanza de Atocha, le denunci¨® en 1989 por trasladarle para que no disfrutase un permiso de seis d¨ªas, del que goz¨® luego. Dado el celo del mismo juez que dio el permiso, Asunci¨®n, acusado de prevaricaci¨®n, se sent¨® en el banquillo de la Audiencia de Madrid el 4 de diciembre de 1992. Fue absuelto, pero la sentencia le reproch¨® haber "desatado" una "campa?a period¨ªstica contra el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Valladolid" por otorgar permisos a reclusos ultras.

El pasado enero, la titular del juzgado n¨²mero 9 de Sevilla, Elo¨ªsa Guti¨¦rrez Ortiz, abr¨ªa juicio oral contra Asunci¨®n y otros responsables carcelarios por rigor innecesario con 13 reclusos muy peligrosos. Asunci¨®n debi¨® presentarse varias veces y depositar una fianza de 20 millones, que aval¨® el Estado. El Tribunal Constitucional paraliz¨® el proceso en mayo pasado.

Militante del PSOE desde que ten¨ªa 26 a?os y miembro de su Comit¨¦ Federal, se ha ido distan ciando sin velocidad de su inicial alineamiento guerrista. Su comunicaci¨®n con Alfonso Guerra cuando ¨¦ste ocupaba la vicepresidencia del Ejecutivo era muy fluida. Con Narc¨ªs Serra, las relaciones han sido m¨¢s neutras.

Como responsable de la agrupaci¨®n socialista de L'Horta Sud, una de las comarcas valencianas m¨¢s pobladas, es bar¨®n en una federaci¨®n del PSOE llena de barones, aunque s¨®lo el pasado 6 de junio logr¨® su primer acta de diputado como n¨²mero tres por Valencia, detr¨¢s de Cipri¨¤ C¨ªscar y el ministro Vicente Albero.

El nuevo ministro tiene otra cara en su perfil que le ha hecho favorito de Corcuera para el recambio: su conocimiento de la Administraci¨®n perif¨¦rica del Estado, tras haber ganado dos veces las elecciones municipales en su pueblo natal o ser cinco a?os (de 1983 a 1988) presidente de la Diputaci¨®n Provincial de Valencia.

El hasta ahora responsable de los recintos m¨¢s clausurados huye, cuando puede, a los espacios m¨¢s abiertos y navega por el Mediterr¨¢neo. en un peque?o barco pesquero rehabilitado.