El simbolo de un viaje
La Fundaci¨®n Gregorio Mara?¨®n se dispone a rememorar la famosa expedici¨®n real a Las Hurdes (1922) con un ciclo de conferencias que, a partir del 29 de noviembre, har¨¢ el balance de 1o que aquel acontecimiento signific¨® en su momento, prolongando luego su virtualidad desde uno de los frentes regeneraci¨®nistas abiertos a comienzos idel siglo.La cr¨ªtica hist¨®rica, apoyada en bases documentales cada vez m¨¢s amplias, viene revisando ¨²ltimamente en sentido positivo el reinado de Alfonso XIII, en otro tiempo v¨ªctima de dos fuegos cruzados: el de la ofensiva republicana -la Rep¨²blica se potenci¨® a s¨ª misma como reverso de lo que fue la etapa precedente, condenada por ella sin paliativos- y el de la reacci¨®n franquista, no menos condenatoria del reinado, apoy¨¢ndose en razones diametralmente opuestas. En efecto, si la Rep¨²blica denunciaba en la monarqu¨ªa alfonsina su "inautenticidad democr¨¢tica", el franquismo, a su vez, la lanz¨® al infierno por su adscripci¨®n liberal y democr¨¢tica (pese al par¨¦ntesis de la dictadura).
La perspectiva historiogr¨¢fica ,actual nos sit¨²a en posici¨®n mucho m¨¢s objetiva. Por supuesto, la Rep¨²blica no quiso tener en cuenta que la eclosi¨®n democr¨¢tica alumbradora del cambio de r¨¦gimen no fue sino el desenlace final de un lento camino dirigido a identificar Espa?a real y Espa?a oficial; y que ese camino lo hab¨ªan propiciado, de una parte, la virtud indiscutible del canovismo -el transaccionismo como sistema, el respeto civilizado al adversario, la capacidad de di¨¢logo abierto a derecha e izquierda-; y de otra, el fuerte empuje hacia la modernizaci¨®n -empuje esplendoroso al nivel de las ¨¦lites intelectuales, que cuentan entre las m¨¢s brillantes de aquella Europa, y muy notable en la aproximaci¨®n al desarrollo econ¨®mico-social, en buena parte gracias a la neutralidad mantenida durante la guerra mundial-
El gran est¨ªmulo renovador fue sin duda el despliegue regeneracionista, complejo en sus formulaciones y en sus objetivos, pero cuya caracter¨ªstica m¨¢s acentuada estuvo, quiz¨¢, en el af¨¢n de autenticidad; lo que Marichal, refiri¨¦ndose a las grandes figuras de la segunda generaci¨®n intelectual del siglo -la de 1914-, define como el designio de "hacer precisi¨®n": en pol¨ªtica, en filosof¨ªa, en historia, en biolog¨ªa...
Y en medicina. En el ¨¢mbito de la prestigiosa Universidad que alcanzar¨ªa sus mejores momentos en la d¨¦cada de los veinte y en los a?os que precedieron a la gran cat¨¢strofe nacional de 1936, es notorio el papel reservado a esa rama del saber. Aparte el de Mara?¨®n, La¨ªn ha destacado los grandes nombres: Lafora, Hernando, Goyanes, Pittaluga, Novoa Santos... La renovaci¨®n basada en la experiencia atenida a la t¨¦cnica m¨¢s exigente, pero impulsada sobre todo por la vocaci¨®n de progreso, al margen de ret¨®ricas hueras, se despliega en esa exigencia de precisi¨®n de que habla Marichal. Pero la medicina no s¨®lo buscaba, como las otras ramas de la ciencia, el perfeccionamiento propio, sino que supon¨ªa, por s¨ª misma, un factor de regeneraci¨®n social, de contribuci¨®n a la mejora de las condiciones de vida de las amplias masas proletarias.
En este sentido, la famosa excursi¨®n a Las Hurdes alcanza categor¨ªa de s¨ªmbolo: vino a desvelar, como bistur¨ª incidiendo en carne putrefacta, uno de los grandes desequilibrios estructurales de nuestro pa¨ªs, detectando en aquella comarca un foco de atraso secular y de marginaci¨®n social, ins¨®lito en la civilizada Europa del siglo XX: ?y cu¨¢l era el empe?o m¨¢ximo de los regeneracionistas, sino situar a Espa?a en nivel europeo?
Es interesante seguir el proceso. En abril de 1922 hab¨ªa tenido efecto la visita pionera de los doctores Mara?¨®n y Bardaj¨ª, comisionados por el Gobierno, a aquel remoto rinc¨®n de la geograf¨ªa ib¨¦rica. Las notas de viaje tomadas por el primero alcanzan el inter¨¦s de una de esas grandes expediciones a los confines inexplorados del globo, tan caracter¨ªsticas del mundo del progreso en expansi¨®n, de finales del siglo XIX. Mara?¨®n y Bardaj¨ª redactaron un amplio informe, a su regreso, en que describ¨ªan la situaci¨®n de extrema penuria y aislamiento de unas gentes en las que se hab¨ªan cebado lacras end¨¦micas: el bocio, el cretinismo, la tuberculosis; signos externos todos de una m¨ªseria sin paliativos... Hab¨ªa sido como un discurrir por el t¨²nel del tiempo hasta las profundidades del medioevo.
Poco despu¨¦s, y en un almuerzo en el palacio de la marquesa de Villavieja -ocasi¨®n en la que se reunieron en torno al rey algunos nombres descollantes del mundo intelectual, entre ellos el propio Mara?¨®n, Ortega y Gasset, Pittaluga, P¨ªo Baroja y el director de la Junta de Ampliaci¨®n d¨¦ Estudios, Castillejo-, don Gregorio tuvo ocasi¨®n de exponer ante el monarca su estremecedora experiencia reciente en tierras extreme?as. Alfonso XIII se interes¨® vivamente en el relato; y record¨® que, a?os atr¨¢s, en una visita suya a Salamanca, el poeta Gabriel y Gal¨¢n -muy popular entonces- le hab¨ªa instado a recorrer aquellas tierras en un poema inquietante: "Se?or, en tierras hermanas / de estas tierras castellanas / no viven vida de humanos nuestros m¨ªseros hermanos de las monta?as jurdanas". As¨ª qued¨® decidida aquella excursi¨®n del rey, que, acompa?ado de Mara?¨®n, recorri¨® durante dos semanas del mes de junio "la tierra sin pan" -como Bu?uel titular¨ªa, 10 a?os despu¨¦s, su famoso e impresionante reportaje cinernatogr¨¢fico-
No eludi¨® don Alfonso incomodidades ni asperezas, a fin de identificarse mejor con aquellos infelices s¨²bditos suyos, para quienes se hab¨ªa parado el tiempo y en los que se hab¨ªan perpetuado la pobreza y el abandono. Como el propio Mara?¨®n referir¨ªa, no mucho antes de su muerte, a su bi¨®grafo G¨®mez Santos, tuvo ¨¦l ocasi¨®n de conocer entonces de forma muy ¨ªntima al monarca -"un hombre sumamente abierto, sumamente inteligente y con una simpat¨ªa arrolladora"- "Dorm¨ªamos en una misma tienda de campa?a con el duque de Miranda, don Vicente Pini¨¦s, ministro de la Gobernaci¨®n; el rey, naturalmente, y su ayudante, coronel Obreg¨®n, al cual yo hab¨ªa conocido alg¨²n tiempo antes".
Los resultados de esta visita regia revistieron un doble significado. Las Hurdes, de ser un rinc¨®n del que se ten¨ªan noticias inquietantes -proporcionadas por voces aisladas: el obispo de Coria, Segura (luego cardenal), P¨¦rez Argem¨ª, Maurice Legendre, el doctor Pulido (Unamuno hab¨ªa hallado, por contraste, un en canto primitivo en el lastimoso enclave extreme?o)-, noticias inquietantes que se prefer¨ªa ignorar, pas¨® a convertirse en punzante e ineludible realidad. Y desde ese momento se inici¨® un camino -lento, pero eficaz y sin soluciones de continuidad- para buscar remedio a situaci¨®n tan intolerable, abri¨¦ndola por otra parte a los estudios m¨¦dicos, a fin de erradicar las lacras fisiol¨®gicas detectadas entre los hurde?os: la clave ser¨ªa el patronato que el monarca se apresur¨® a fundar con este fin.
Como el propio Mara?¨®n escribir¨ªa poco despu¨¦s en su art¨ªculo El problema de Las Hurdes (Vida M¨¦dica, 25 de julio), gracias a aquel memorable viaje "el rey pudo hacer el bien en persona y a manos llenas, y pudo gustar del amargor y de la alegr¨ªa de palpar una gran tristeza nacional y de so?ar en remediarla. A despecho de todo el artificio de la pol¨ªtica, podemos seguir esperando que los anhelos leg¨ªtimos del pa¨ªs lleguen a o¨ªdos del rey y encuentren en ¨¦ste eco y entusiasmo... Si este viaje del rey, tan admirable por su parte, no fuese seguido de una actuaci¨®n persistente y ¨²til, entonces nada habr¨ªa ya que ensayar dentro del orden natural de las cosas...".
El lento camino emprendido a trav¨¦s del Patronato Real de Las Hurdes ha cumplido ya felizmente la tarea entonces iniciada; la comarca hurdana de hoy no se parece mucho a la de 1922, pese a su pobreza. Las jornadas cient¨ªficas que la Fundaci¨®n Mara?¨®n proyecta -y la publicaci¨®n conmemorativa que ya tiene en marcha permitir¨¢n medir las inmensas distancias que el progreso en todos los ¨®rdenes ha recorrido en nuestro pa¨ªs, a partir del generoso impulso generacionista de comienzos de este siglo.
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