Paz contracorriente
EN ISRAEL, y en toda la zona, no hay memoria ni experiencia de la paz, y de ah¨ª que su aprendizaje est¨¦ resultando tan costoso. Como ha escrito el novelista israel¨ª David Grossman, el conflicto est¨¢ tan interiorizado entre los contendientes que a unos y otros no s¨®lo les cuesta imaginar un futuro sin guerra, sino un futuro cualquiera: nadie habla del d¨ªa de ma?ana, el futuro se reduce a dos o tres a?os, a sobrevivir, en suma; luego ya se ver¨¢. Porque todo est¨¢ a favor de la guerra, la paz tiene que avanzar a contracorriente. As¨ª se est¨¢ demostrando estos d¨ªas.Hace tres semanas, los jordanos, en unas elecciones generales en las que los extremistas isl¨¢micos fueron derrotados, respaldaban los esfuerzos conciliadores del rey Hussein. S¨®lo faltaban unos cuantos detalles para que se diera un segundo paso hist¨®rico en el proceso de pacificaci¨®n de Oriente Pr¨®ximo y Jordania se uniera a palestinos e israel¨ªes. Todos deseaban que el cuarto en discordia, Siria, diera el paso siguiente y, en palabras de Peres, "descolgara de una vez el tel¨¦fono" para cerrar el trato.
Hoy, el acuerdo sigue sin alcanzarse. Es m¨¢s, Jordania y Siria han manifestado que la paz por separado, hasta ahora una posibilidad razonable, es inconcebible. Se dir¨ªa, m¨¢s bien, que el presidente Asad ha cortado el entusiasmo del rey Hussein y literalmente ha impedido que actuara unilateralmente. ?Por qu¨¦? Las cosas se han complicado extraordinariamente porque la violencia ha rebrotado en Gaza.
Desde el apret¨®n de manos de Washington han menudeado los incidentes entre colonos, palestinos y Ej¨¦rcito israel¨ª. La muerte de dos l¨ªderes guerrilleros de Ham¨¢s a manos de tropas israel¨ªes ha reavivado la Intifada, y ese rebrote ha hecho emerger diferencias de interpretaci¨®n sobre el acuerdo del 13 de septiembre, en particular respecto a la retirada de tropas israel¨ªes de los territorios que disfrutar¨¢n de autonom¨ªa. La din¨¢mica de la escalada es alentada por los integrismos sim¨¦tricos de colonos y radicales palestinos, pero ya se contaba con ello, y tambi¨¦n se sab¨ªa que la forma de combatirla es impulsar el acuerdo entre los pol¨ªticos responsables.
Los excesos de los soldados israel¨ªes en la represi¨®n de la Intifada son el mejor est¨ªmulo para Ham¨¢s, que ha conseguido sacar adelante una huelga general en Gaza, en protesta por la muerte de dos de sus dirigentes militares. Ello es un argumento adicional en favor de la sustituci¨®n de las tropas israel¨ªes por una polic¨ªa palestina, pero Arafat debe comprender que los ataques contra los colonos jud¨ªos que siguieron al acuerdo de septiembre justifican la prudencia y el car¨¢cter gradual con que Rabin se plantea esa sustituci¨®n.
En ese contexto, a Jordania le interesa estar presente en el proceso. Hay al menos seis temas cuya resoluci¨®n no le puede ser indiferente: Jerusal¨¦n, los refugiados, la seguridad del ¨¢rea, los recursos econ¨®micos comunes (el agua, sobre todo), el desarrollo econ¨®mico futuro y la evoluci¨®n del fundamentalismo isl¨¢mico, tanto en Jordania como en los territorios ocupados. La marginaci¨®n de Jordania es en parte consecuencia de su actitud en la guerra del Golfo; su posici¨®n sigue siendo de debilidad frente a la potencia hegem¨®nica ¨¢rabe de la zona, Siria. Y es obvio que Asad teme que una paz separada le descuelgue a ¨¦l del marco global de la soluci¨®n dada al problema de Oriente Pr¨®ximo. Al final, ser¨ªa el ¨²nico que quedara solo frente a los tanques israel¨ªes.
La principal aspiraci¨®n de Asad es que Israel abandone los altos del Gol¨¢n. Tambi¨¦n pretende seguir controlando L¨ªbano. ?stas son aspiraciones l¨®gicas que est¨¢n al alcance de los negociadores, al menos parcialmente en lo que hace al Gol¨¢n. No puede dudarse de que Siria tambi¨¦n quiere la paz. Una entrevista entre Clinton y Asad contribuir¨ªa a asociar al presidente sirio al sector de la paz y, tal vez, reducir¨ªa su claro apoyo a las facciones opuestas a Yasir Arafat en el interior de la OLP.
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