El gol no tiene derechos de autor
Las listas de los goleadores no tienen car¨¢cter oficial en las grandes Ligas europeas
Europa sigue sin reconocer oficialmente a los autores de los goles. Cuantos premios se conceden anualmente por el continente tienen car¨¢cter oficioso. Ning¨²n organismo autentifica qui¨¦n es el responsable de cada gol, la estad¨ªstica por excelencia del f¨²tbol. El domingo se proclam¨® a los cuatro vientos que Hugo S¨¢nchez igualaba la marca hist¨®rica de Di St¨¦fano en la Liga espa?ola, pero ?marc¨® realmente 227 tantos o 226? La respuesta le pertenece al diario deportivo Marca, el fundador del popular trofeo Pichichi, que sentencia que un gol ante el Tenerife fue de To?o, y no de Hugo, en contra de la versi¨®n del acta arbitral. La federaci¨®n y la Liga Profesional nada tienen que decir al respecto. Hechos as¨ª abundan en Europa. En Alemania, Francia, Italia o Inglaterra, los goles siguen sin tener un sello oficial.
A finales del siglo XX, el f¨²tbol sigue sin aplicar la ciencia exacta a la autor¨ªa de los goles. Otorga premios y dinero de una forma quijotesca. Pero el quijotismo, en estas instancias, no es exclusivamente espa?ol. El f¨²tbol internacional ofrece un id¨¦ntico panorama de confusionismo y una falta de criterios unificados. A?o tras a?o, se presentan Botas de Oro sin haber realizado un rigoroso control de los goles atribuidos al ganador.Minuto 25 del partido Barcelona-Racing. Romario, tras regatear al guardameta Ceballos, se encuentra sobre la l¨ªnea del gol a la derecha de la porter¨ªa. No hay ¨¢ngulo para el tiro, pero lo intenta. Suavemente. El bal¨®n, al pasar entre sus piernas, toca un tal¨®n de Zigmantovich y llega hasta la red. ?Gol de Romario que le da el liderato en la carrera hacia el trofeo Pichichi o autogol del ruso que deja al brasile?o empatado con el sevillista Suker? En su acta, el ¨¢rbitro opta por el gol en propia puerta. Resulta, sin embargo, que el juicio Final se celebra en la Redacci¨®n de Marca.
El caso no es ¨²nico. Durante la temporada pasada, tanto Bebeto como Zamorano -los dos m¨¢ximos realizadores del campeonato- se beneficiaron de goles marcados sin tirar a puerta. Sus centros fueron desviados adentro, pero la celebraci¨®n les correspondi¨® a ellos y no a los defensas que se cubrieron el rostro con las manos. Por este lado, resulta comprensible que entren en juego la generosidad y la misericordia: otorgar el gol al delantero premia su esfuerzo creativo mientras que sirve de indulto al defensa por sus errores. Semejante soluci¨®n reiterada se aleja de la fr¨ªa realidad y la justicia que merecen los rivales del goleador beneficiado.
Es un gran tema de tertulia. El remate que rebota en el larguero y entra tras dar en la espalda del portero es claramente un gol en propia porter¨ªa porque sin la intervenci¨®n indirecta del guardameta el tiro no entra.
Los casos no son raros. El gol del Deportivo en Zaragoza arroj¨® dudas entre Bebeto y el defensa Solana. Ra¨²l Garc¨ªa de Loza fue incapaz de anotar en su acta el autor del gol del Logro?¨¦s ante el Sevilla el pasado mi¨¦rcoles y fueron los jugadores quienes se lo atribuyeron a Salenko.
Un repaso a los campeonatos de otros pa¨ªses contribuye a aumentar el confusionismo. Sobresale el ejemplo de Alemania, donde la labor del ¨¢rbitro no incluye el deber de anotar en el acta la autor¨ªa de los goles. La federaci¨®n se deja guiar por dos agencias de noticias y el veredicto final de la revista especializada Kicker.
Otros pa¨ªses comienzan a despertar. En Francia, periodistas y federativos se reunieron hace pocas semanas para repasar las grabaciones de la temporada pasada y decidieron cambiar la firma de m¨¢s de una veintena de goles.
Las autoridades inglesas acaban de optar por id¨¦ntica soluci¨®n ante una serie de dudas con implicaciones financieras. En primer lugar, porque en casi todos los estadios los aficionados est¨¢n invitados a pronosticar el minuto y el autor del primer gol del partido. En segundo, porque las casas especializadas admiten toda clase de apuestas sobre los goleadores. Y en tercero, porque la Bota de Oro supone un importante premio en met¨¢lico.
Hace tres temporadas, el delantero Alan Smith, del Arsenal, neg¨® haber sido el autor de un gol ante el Southampton, pero el vestuario insisti¨® que se apoderara de ¨¦l, marcado en propia puerta. Fue pichichi, aunque, afortunadamente, por un margen de dos goles.
Hace pocas semanas, representantes de la Premier League, la federaci¨®n, las televisiones y la asociaci¨®n de futbolistas profesionales se reunieron ante una pantalla gigante para analizar los goles de dudoso copyright y rectificaron la autor¨ªa de diez tantos.
La Liga que va un poco m¨¢s por delante del resto es la italiana, que se ha ganado una gran credibilidad por su rigor a la hora de calificar un n¨²mero elevado de goles como "autoreti" (autogoles) se?alando incluso a los porteros con una frecuencia muy superior al resto de competiciones continentales. En el calcio el criterio es conciso: el gol corresponde al ¨²ltimo en tocar la pelota siempre y cuando la desviaci¨®n sea determinante para que entre el bal¨®n en la porter¨ªa. Sin embargo, trat¨¢ndose de un tema honor¨ªfico, exento de inter¨¦s lucrativo, son los medios de comunicaci¨®n los que llevan las cuentas y quienes tienen la ¨²ltima palabra. Por una vez.
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