Rutas
Nos predicen un descenso de la natalIdad tal que, dentro de nada, Espa?a ser¨¢ un pa¨ªs de viejos. Y antes, como se salga con la suya la ruta del bakalao. Van los chicos (y los que son menos chicos, porque tambi¨¦n hacen el idiota yuppies de 25 y 30 a?os) de Madrid a Valencia a desempedrar. Igual que nosotros en mis tiempos. Cog¨ªamos el 600 y nos ¨ªbamos para all¨¢ a hacer las cuestas de Contreras con el agua hirviendo. Como los del bakalao, nos par¨¢bamos a tomar un cafetito, echar un pitillito y escuchar unas canciones de Antonio Molina. Y luego, hale, zumbando otra vez a 80 por hora.Los de ahora hacen la misma ruta y vuelta sublimando la idea del cafetito -alcohol hasta las cejas-, pitillito -¨¦xtasis- y m¨²sica -un delicado sonido que imita los latidos del coraz¨®n, s¨®lo que a 2.000 decibelios-. Mis idioteces, las de mis cong¨¦neres, ten¨ªan que ver con la vida. Las de los del bakalao, s¨®lo con la muerte. Eran m¨¢s sanas no porque fueran m¨¢s puras, sino porque generalmente no arriesgaba uno matarse. Y ¨¦stos de ahora, perdido el Norte, se van hacia el Este a jugar a la ruleta rusa.
Todo esto tiene poco que ver con la p¨¦rdida de valores y el paro. Los parados no hacen la ruta del bakalao; no se la pueden permitir. Tiene que ver con la indiferencia. Ellos no piensan en lo imb¨¦cil que es matarse; no tienen a¨²n la perspectiva suficiente. S¨®lo les divierte vivir en el borde para sacar del riesgo lo que son incapaces de obtener riendo sin necesidad de est¨ªmulos.
De todos modos, cada generaci¨®n tiene lo suyo. A la m¨ªa le encantaba ba?arse con Anita Ekberg en las fuentes de Roma (con un poco de suerte). Otros vinieron m¨¢s tarde que apostaban a que conducir¨ªan en direcci¨®n contraria. Ahora, el bakalao. Ma?ana ser¨¢ la route du poisson, de Madrid a Par¨ªs y vuelta. A todo hay quien nos supere.
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