"ETA y HB est¨¢n en plena involuci¨®n"
Abogado brillante en la persecuci¨®n de los casos de tortura o el esclarecimiento del asesinato de Santiago Brouard, pieza clave en Herri Batasuna hasta su expulsi¨®n, hace a?o y medio, Txema Montero explica tras el asesinato del ertzaina Joseba Goikoetxea su interpretaci¨®n sobre la evoluci¨®n de ETA y su entorno civil
A sus 39 a?os el antiguo eurodiputado de HB, casado y padre de dos hijos, se dedica a su bufete y a reflexionar sobre el futuro del nacionalismo vasco. Tras su expulsi¨®n de la coalici¨®n radical, en junio de 1992, Montero empez¨® a colaborar con la Fundaci¨®n Manu Robles Aranguiz, patrocinada por el sindicato ELA-STV. Ahora acaba de integrarse en el patronato de otra fundaci¨®n, la Sabino Arana, estrechamente vinculada al PNV.
Pregunta. El asesinato de Joseba Goikoetxea, desde su doble condici¨®n de mando de la Ertzaintza -aunque estuviera separado del cuerpo- y de militante del PNV, ?abre la puerta al enfrentamiento civil?
Respuesta. Nadie se emplaza para un enfrentamiento civil a fecha y hora fijas. Es un decurso, hasta que nos damos cuenta de que estamos metidos en ello. El sector de la poblaci¨®n m¨¢s cercano al PNV ha tenido algo m¨¢s que un indicio y algo menos que una prueba de que estamos en ello. La mayor¨ªa de los vascos sabe que los llamados saltos cualitativos en la lucha armada siempre favorecen la extensi¨®n de los atentados hacia colectivos cada vez m¨¢s amplios. Desde ahora se puede atentar contra un miembro de la Ertzaintza por el hecho de serlo.
P. Desde el pensamiento militarizado de ETA, del que ha hablado en ocasiones, ?qu¨¦ significado debe atribuirse al atentado?
R. Hay varios. ETA privatiza su guerra. Hace tiempo que redujo el pueblo trabajador vasco a la escala de su conveniencia, a los estrictos l¨ªmites de su pueblo trabajador vasco, los que est¨¢n de acuerdo con sus objetivos y m¨¦todos. Ahora se trata de combatir a su enemigo, con un componente indudable de ajuste de cuentas, porque Goikoetxea estaba en lo que m¨¢s puede aproximarse en la Ertzaintza a una polic¨ªa secreta y hab¨ªa intervenido en operativos contra ETA. Hay otra lectura interna. ETA siempre ha mantenido que las contradicciones que genera la lucha armada se resuelven... con m¨¢s lucha armada. Con mordacidad, podr¨ªa decir que es la muy espa?ola manera de Pizarro: trazar con ¨¦l sable una raya sobre la arena y obligar a tomar posici¨®n, amigo o enemigo.
P. Lo que dice apunta a un repliegue de ETA y HB sobre s¨ª mismos. ?C¨®mo pueden evolucionar?
R. Est¨¢n pasando por una etapa de gran helada, un proceso claro de involuci¨®n pol¨ªtica. El debate interno no puede manifestarse, se argumenta que ser¨ªa utilizado por el adversario. Esto lleva al ensimismamiento y a la falta de contraste con otras opciones, a la involuci¨®n. ?Como salir? Creo que ser¨ªa bueno cesar la pol¨ªtica de hostigamiento desde fuera, pero reconozco que una cosa es predicar y otra dar trigo. Algunos partidos admiten que el hostigamiento provoca efectos contraproducentes, pero tienen muy poco margen para hacer otra cosa si la propia HB no abre sus posiciones y normaliza sus relaciones con los dem¨¢s.
P. ?Ayudar¨ªa el cierre de Egin?
R. En absoluto. M¨¢s bien ocurrir¨ªa como durante el franquismo. Lo que no se puede decir en medios p¨²blicos de comunicaci¨®n se afirma por medios paralelos, el panfleto o el boca a boca. Prefiero ver las cosas en letra impresa a que las maledicencias circulen en panfletos. Si hay delitos ser¨¢n personales y, por tanto, no se pueden perseguir en entidades jur¨ªdicas o colectivas. Es simple sanidad democr¨¢tica.
P. ?Una ETA debilitada tiende a utilizar a HB como escudo?
R. ETA asigna a HB el papel de frente civil. Y HB, en el fondo, posiblemente piense que una derrota armada de ETA conlleve la derrota de sus propios presupuestos pol¨ªticos. Est¨¢n en una contradicci¨®n insuperable en la que la din¨¢mica de uno arrastra al otro. Romper supone una cosa tremenda, reconocer que la lucha armada no resuelve los problemas, que la violencia pol¨ªtica no es el m¨¦todo. Exigir¨ªa mucha valent¨ªa pol¨ªtica.
P. El panorama que describe apunta a una persistencia del conflicto...
R. Creo que va a durar. Hay salida, pero desde el reconocimiento por ETA, KAS y HB de que hay que empe?arse en otro camino bien diferente. Y es m¨¢s dif¨ªcil en situaci¨®n de hostigamiento y de p¨¦rdida de cierta base. Desde el c¨¦nit del m¨¢ximo voto de HB, 255.000, hasta los 205.000 actuales, uno de cada cinco votantes lo ha dejado. Los estrategas deber¨ªan pensar muy seriamente qu¨¦ est¨¢ pasando. Pese a todo, el empobrecimiento del debate interno puede llevar a algunos j¨®venes a creer que es lo mismo el atentado contra Joseba Goikoetxea y el primero, en pleno franquismo, contra Melit¨®n Manzanas. Es el gui?o de ETA cuando dice en su comunicado: "Hemos matado un torturador, da igual que sea espa?ol o vasco".
P. Usted ha jugado papeles complicados, desde discutir con miembros de la direcci¨®n de ETA hasta participar como asesor en las conversaciones de Argel. ?C¨®mo imagina el final?
R. No tengo una idea precisa. Para ETA, hace tiempo que el objetivo ¨²nico son las conversaciones con el Estado espa?ol. Pero la l¨®gica militarista hace que si est¨¢ debilitada crea que no es el momento, porque ser¨ªa una negociaci¨®n a la baja, y si est¨¢ fortalecida tampoco, porque puede fortalecerse m¨¢s. La incapacidad de encontrar el punto medio le impide tener percepciones pol¨ªticas sobre el cambio social. Por ejemplo, que el Gobierno, aunque lo quisiera, tiene grandes dificultades para convencer a los partidos del sistema de la bondad de las negociaciones. Y ETA da tumbos con un devenir err¨¢tico sobre este asunto.
P. A¨²n mantiene alg¨²n contacto con las c¨¢rceles. ?En que actitud ve a los presos?
R. Mis contactos no son suficientes para sacar conclusiones generales. Tengo la impresi¨®n de que hay perplejidad. El mundo representando desde la organizaci¨®n chirr¨ªa en contraste con lo que conocen por los medios de comunicaci¨®n o les transmiten sus familiares, pero siguen asidos a la persistencia de ETA, seg¨²n la m¨¢xima de que resistir es vencer. Si se da un paso adelante, sea rechazar la lucha armada, optar por las v¨ªas pol¨ªticas o aceptar la salida de las c¨¢rceles despu¨¦s de unas conversaciones, ser¨¢ tras una gran reflexi¨®n interna y con un grado de consenso muy importante.
P. ?C¨®mo se explica la r¨¢pida evoluci¨®n contra la violencia de Jos¨¦ Luis ?lvarez Santacristina, Txelis?
R. A veces las cosas son m¨¢s sencillas de lo que parecen. Txelis proviene de comunidades cristinas de base. Aislada en una celda de la vor¨¢gine del activismo militante, esta persona, de confirmarse su evoluci¨®n, vuelve a sus or¨ªgenes. Pol¨ªticamente quiz¨¢ no es relevante. No va a ser dif¨ªcil aislarle y explicar su evoluci¨®n como algo puramente personal.
P. Pese a las dificultades, ?cree posible alg¨²n di¨¢logo?
R. En Palestina la negociaci¨®n se ha basado en paz a cambio de territorios. En Euskadi eso no es posible. El conflicto territorial pendiente, el de Navarra, depende de la voluntad de los navarros.
He dicho en otras ocasiones que la f¨®rmula puede ser entrega de las armas a cambio de la salida de los presos. En un segundo momento, las fuerzas nacionalistas pueden presentar un programa de intervenci¨®n com¨²n frente al Estado y plasmar lo que se conoce como contencioso vasco en una v¨ªa pol¨ªtica, con un programa realista, digamos a cinco a?os.
P. Su integraci¨®n en la Fundaci¨®n Sabino Arana, del PNV, ?es el comienzo de un regreso a la pol¨ªtica?
R. No. He vivido entregado a una causa desde los 18 hasta los 38 a?os, pero a¨²n estoy recuper¨¢ndome de los zarpazos de la pol¨ªtica en lo que tiene de m¨¢s mezquino. Soy muy transparente, y el d¨ªa que d¨¦ un paso lo anunciar¨¦ y explicar¨¦ por qu¨¦. Aprecio en Euskadi una carencia de lugares de encuentro y reflexi¨®n sobre las cuestiones de inter¨¦s y las grandes tendencias. He entrado en la fundaci¨®n para buscar eso y favorecer la discusi¨®n entre abertzales.
P. ?Significa que en Euskadi no es posible la vida civil sin el cobijo de alg¨²n paraguas partidista?
R. La verdad es que es dif¨ªcil... Pocos pueblos en Europa occidental viven la pol¨ªtica de una forma tan apasionada, lo mismo en HB, EA o el PNV. Estar en la comunidad nacionalista soluciona muchos problemas y resuelve las relaciones sociales. Es algo m¨¢s que una simple organizaci¨®n pol¨ªtica. Pero mi expulsi¨®n de HB tampoco fue una especie de muerte civil. He conservado a mis amigos y he seguido teniendo un eco p¨²blico cuando lo he pretendido.
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