Francia no quiere ser una barriada de Chicago
En Par¨ªs reina una gran inquietud sobre lo que el destino le va a deparar al audiovisual franc¨¦s. Hay quien critica de nuevo y abiertamente a Leon Brittan por su manera de negociar los acuerdos del GATT y recuerda que "a ingleses y alemanes tanto les da lo que pase con la industria de la imagen: ellos hace ya a?os que renunciaron a tener una cultura propia en ese sector".Los puntos en litigio son los acordados por los ministros de la comunicaci¨®n en Mons (B¨¦lgica) en octubre pasado. De entrada, la Uni¨®n Europea ten¨ªa la intenci¨®n de defender la obligaci¨®n de ciertas cuotas de cine y programas de televisi¨®n comunitarios, pero Brittan parece aceptar que a "obligaci¨®n" se transforme en posibilidad". Adem¨¢s, los americanos habr¨ªan obtenido, con vistas a un futuro de numerizaci¨®n y compresi¨®n de las im¨¢genes y multiplicaci¨®n de los canales, el que el 49% de esos canales quede libre de cualquier tipo de control, es decir, un 49% de espacio libre para difundir televisi¨®n producida en EE UU y buscar el dinero de los publicitarios europeos.
En Mons, los ministros propusieron poder mantener y aumentar las ayudas p¨²blicas al audiovisual, as¨ª como poder legislar al respecto, pero el negociador comunitario, ante la reticencia americana, ha aceptado que la Uni¨®n Europea "informe y consulte previamente" si ha de tomar una decisi¨®n, algo que, visto desde Par¨ªs, suena a aceptar devenir en colonia o a convertir E UU en el miembro n¨²mero 3 de la UE.
Los americanos han amenazado con reclamar un "trato nacional" en lo que respecta a la liquidaci¨®n de ciertas tasas, como las creadas por Francia, y que gravan las casetes de v¨ªdeo en la medida en que se considera que su destino es reproducir un programa de televisi¨®n sin pagar derecho de autor alguno. Estados Unidos se considera implicado en tanto que productor y recuerda que en Francia la tasa equivale a unos 650 millones de francos (unos 15.000 millones de pesetas).
Futuro apocal¨ªptico
"En Europa existen grandes talentos, pero s¨®lo en Francia pervive la industria capaz de permitirles trabajar en libertad", ha recordado Daniel Toscan du Plantier, gran figura de la producci¨®n cinematogr¨¢fica y discogr¨¢fica francesa. Los talentos que necesitan de la industria francesa son los de "Wenders, Almod¨®var, Kanlevski, Kieslowski, Scola, Kaurismaki y tantos otros". El ex primer secretario general socialista y ex primer ministro Laurent Fabius teme un futuro apocal¨ªptico: "Rechazo para mis hijos una sociedad en la que s¨®lo existan producciones americanas. No puede permitirse que una cultura, por muy respetable que sea, domine el mundo". Un responsable de la televisi¨®n, adem¨¢s de insistir en que "hay que ser competitivos y mejorar nuestra producci¨®n", tambi¨¦n hac¨ªa hincapi¨¦ en la llamada excepci¨®n cultural: "Francia puede dejar de producir patatas y continuar siendo Francia, pero si dejamos de hablar en franc¨¦s, de tener un cine, un teatro y una narrativa propia, nos convertimos en una barriada m¨¢s de Chicago".
La imagen, en un doble sentido, es la gran preocupaci¨®n de los negociadores franceses. Por un lado est¨¢ "la industria de la imagen", que en 1993, y de la mano de los m¨¢s de 13 millones de espectadores que han visto Los visitantes, ha defendido su mercado interior mejor que en 1992 o 1991. El pasado lunes, el ministro de Cultura, Jacques Toubon, present¨® un informe para "un nuevo desarrollo de la industria de programas audiovisuales". Las proposiciones que se hacen en dicho informe, destinadas a fomentar, proteger y europeizar el sector, son incompatibles con el punto de vista defendido por EE UU en el GATT. Francia quiere incluso que la UE dicte impuestos especiales sobre los sat¨¦lites para evitar la invasi¨®n de difusores extracomunitarios y reclama, como dice Toscan du Plantier, poder "mantener un sistema de financiaci¨®n de la industria audiovisual que el GATT, a la larga, condenar¨ªa a desaparecer". La intransigencia americana aplicada al audiovisual sorprende, dado que EE UU ya controla el 80% del negocio mundial.
En su momento, G¨¦rard Depardieu, Christian Clavier, Isabelle Huppert y otros actores acudieron al Parlamento de Estrasburgo para defender la idea de que "la cultura no es una mercanc¨ªa aunque se comercie con ella". El eco que encontr¨® su gesto hizo que un sindicato agrario declarase: "Este Depardieu va a costarnos unas cuantas hect¨¢reas de barbecho suplementar¨ªas". Por suerte para los campesinos y desgracia para actores, cineastas, t¨¦cnicos y espectadores, se dir¨ªa que la cosa ha funcionado al rev¨¦s y que la exportaci¨®n de trigo y de carne de vacuno ha pesado en la balanza del regateo mucho m¨¢s que todos los kilos del monumental Depardieu.
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