La polic¨ªa se sirvi¨® del hermano de uno de los atracadores para negociar
"Los saco de uno en uno a la terraza y los voy matando", grit¨® un atracador ante los ni?os y la madre
La polic¨ªa no s¨®lo emple¨® chalecos antibalas y metralletas para disuadir a los dos yonquis atrincherados con una familia en un piso de Vallecas la pasada madrugada. En las 13 horas que dur¨® el secuestro, los agentes desplegaron un variado abanico de recursos para convencer a Eleuterio S¨¢nchez Campo, de 30 a?os, y a Carlos Hugo Blasco Garc¨ªa, de 24, de que se entregasen. Entre ellos, al propio hermano de Carlos Hugo y a un psic¨®logo.El hermano lleg¨® a la vivienda sobre las 21.30 del jueves, siete horas despu¨¦s de que los dos atracadores tomasen como rehenes en su propia casa a Amalio Sanandr¨¦s, de 87 a?os, un alba?il jubilado; a la mujer de su nieto, Mar¨ªa ?ngeles Jim¨¦nez, de 30; y a sus hijos Elena y Luis Sanandr¨¦s, de 12 y 7 a?os, respectivamente. La polic¨ªa emple¨® al psic¨®logo para precipitar la liberaci¨®n de los rehenes, hecho que lleg¨® a las 3.05 del viernes. Tanto este experto como el hermano de Carlos Hugo negociaron con los dos yonquis. Los agentes que asediaban el peque?o piso instalaron su cuartel general en la casa de un jubilado, pusieron ventosas en las paredes para escucharlo todo e incluso calmaron 'monos' con morfina.
PASA A LA P?GINA 3 M?S INFORMACI?N EN LA P?GINA 4
La polic¨ªa dice que un secuestrador dispar¨® al otro
VIENE DE LA PRIMERA P?GINA
Dos tiros marcaron el fin del secuestro de Vallecas. La polic¨ªa mantiene que minutos antes de entregarse, el secuestrador Eleuterio S¨¢nchez Campo, de 30 a?os, hiri¨® de bala la rodilla de su compa?ero Carlos Hugo Blasco Garc¨ªa, de 24, y despu¨¦s se dispar¨® en el muslo izquierdo. Las causas no han sido esclarecidas, pero la polic¨ªa atribuye las tiros a una disputa. En las otras plantas no se oy¨® nada.
Las primeras versiones de la reh¨¦n Mar¨ªa Jim¨¦nez corroboran que hubo una discusi¨®n. Los disparos sobrevinieron cuando la liberaci¨®n ya hab¨ªa sido pactada. Momentos antes, Mar¨ªa Jim¨¦nez hab¨ªa salido al balc¨®n y entregado a los agentes una bolsa con un rev¨®lver simulado y el resto del bot¨ªn del atraco. Fue a su vuelta al interior, cuando Eleuterio decidi¨® apretar el gatillo. Posteriormente, la mujer volvi¨® al balc¨®n con las armas. Acto seguido, la familia abandon¨® la vivienda y los geos entraron. No hubo resistencia. Fue el fin de una pesadilla de 13 horas en un piso de Vallecas. La madre de los ni?os fue inmediatamente llevada a una vivienda contigua.
Mar¨ªa ?ngeles Jim¨¦nez declar¨® a Tele 5 que el peor momento se produjo cuando uno de los secuestradores le dijo a la polic¨ªa: "Estoy harto, lo tengo todo perdido, los saco de uno en uno a la terraza y los voy matando". Mar¨ªa ?ngeles afirm¨® que, en ese momento, los ni?os se alborotaron, lloraron, y ella lo pas¨® muy mal.
Un bot¨ªn de dos millones
En la ma?ana de ayer, ambos atracadores, con antecedentes policiales, abandonaron el hospital Gregorio Mara?on, donde de madrugada ingresaron esposados. Eleuterio, recuperado de sus heridas, se neg¨® ayer a declarar ante la polic¨ªa. Carlos Hugo, a¨²n convaleciente, permanecer¨¢ en un hospital de M¨®stoles hasta, que sea operado -la bala qued¨® alojada en la rodilla- seg¨²n informa Efe. Tras la operaci¨®n, prestar¨¢ declaraci¨®n.
Ser¨¢ uno de los ¨²ltimos cap¨ªtulos de una historia que sacudi¨® Madrid y mantuvo en vilo hasta a 150 agentes. El pre¨¢mbulo se inici¨® a las 13.55, cuando Carlos Hugo y Eleuterio, ambos drogodependientes, pisaron armados con dos rev¨®lveres -uno de pistones y otro simulado- una oficina de Cajamadrid, en la avenida de la Albufera. Tras amenazar a los empleados y reducir al vigilante, se llevaron 2.197.000 pesetas. A la salida, seg¨²n la versi¨®n policial, ambos ladrones se toparon con un coche celular. Eleuterio efectu¨® dos disparos con el arma sustra¨ªda al guarda del banco.
La pareja de agentes, siempre seg¨²n la polic¨ªa, no repeli¨® la agresi¨®n. Tras correr 100 metros, Carlos Hugo y Eleuterio entraron en el edificio de la calle de Luis Bu?uel. A las dos de la tarde llamaron al 7?, letra J, al timbre de la familia Sanandr¨¦s, haci¨¦ndose pasar por carteros. Nada m¨¢s entrar, uno de los atracadores vomit¨®. Empezaba el secuestro.
Los dos yonquis se asomaron al balc¨®n y pidieron droga a la polic¨ªa -cuatro gramos de hero¨ªna-, un tel¨¦fono port¨¢til para hablar con sus familiares -el piso carece de l¨ªnea telef¨®nica- y un coche.
La polic¨ªa s¨®lo les dio el tel¨¦fono. M¨¢s tarde les entregar¨ªan jeringuillas y dosis de MST, un sulfato de morfina mucho m¨¢s disponible que la metadona y que se emplea para, entre otras cosas, luchar contra los dolores cr¨®nicos y el s¨ªndrome de abstinencia. La polic¨ªa explic¨® ayer que eligi¨® este producto por ser m¨¢s eficaz que la metadona para tranquilizar a los que padecen ansiedad. En la vivienda se hall¨® un vaso, lim¨®n y otros ¨²tiles propios para inyectarse.
A las ocho de la tarde, el lugar estaba plagado de periodistas, y unos 100 curiosos se api?aban ante el inmueble. El edificio es un bloque de nueve plantas entregado a sus inquilinos hace menos de 10 a?os por el Instituto de la Vivienda de Madrid en r¨¦gimen de protecci¨®n oficial, Sus actuales moradores proceden en muchos casos de infraviviendas acogidas al programa de Barrios en Remodelaci¨®n.
Decenas de polic¨ªas, entre ellos una dotaci¨®n de los geos, hab¨ªan tomado posiciones en el edificio. Se inici¨® un tensa negociaci¨®n. En el piso los secuestradores desataron su furia m¨¢s de una vez. Mientras, la polic¨ªa, el psic¨®logo y el hermano de Carlos Hugo presionaban para que se entregasen. Sobre las tres de la madrugada los secuestradores acordaron dar fin al secuestro. Mar¨ªa ?ngeles sali¨® al balc¨®n y entreg¨® -mediante un palo de escoba- una bolsa con el dinero robado y un rev¨®lver simulado. A continuaci¨®n, se oyeron los gritos y las dos detonaciones. Eleuterio, seg¨²n la polic¨ªa, hab¨ªa tirado contra su compa?ero y se hab¨ªa disparado en el muslo.
Entran los geos
Mar¨ªa ?ngeles volvi¨® a salir al balc¨®n con otros dos rev¨®lveres, uno simulado y otro del calibre 38 robado al vigilante de la caja de ahorros. Instantes despu¨¦s, la familia sali¨®. Los geos ocuparon la vivienda. Carlos Hugo y Eleuterio se entregaban.
El aspecto de Mar¨ªa ?ngeles, de 30 a?os, mostraba ayer el azote del cansancio y los nervios. S¨®lo permiti¨® entrar en la casa a su suegro, despu¨¦s de que ¨¦ste se identificase a voces. Tambi¨¦n pasaron dos vecinas. Con los periodistas rehus¨® hablar. "No quiero decir nada, d¨¦jenme, por favor", se limit¨® a se?alar.
Mar¨ªa ?ngeles, de 30 a?os, confes¨® a ambas vecinas que fueron ellos mismos los que se autodispararon, y que en ning¨²n momento hicieron da?o a los ni?os. "Antes de los disparos, dijeron a Mar¨ªa ?ngeles, al bisabuelo de los ni?os y a ¨¦stos que se metieran en una habitaci¨®n aparte", subray¨® Caba?as.
El padre de los ni?os, Juan Antonio Sanandr¨¦s, de 33 a?os, de viaje en Huesca con su cami¨®n, y el abuelo de los ni?os y padre de Juan Antonio, Antonio Sanandr¨¦s Calero, camionero jubilado, lloraba abajo junto a los vecinos y rogaba a los polic¨ªas que le informaran. "Todo va bien, no se preocupe", intentaban tranquilizarle los agentes.
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