Pr¨¢cticas peligrosas
EL NACIONALISMO moderado catal¨¢n tiene a gala exhibir un largo discurso sobre la sociedad civil, en el que se entremezclan modernas reflexiones liberales, antiguos recelos antiestatales y la incontestable realidad de que la ciudadan¨ªa catalana ha trabado en los dos ¨²ltimos siglos una sociedad bastante articulada, con un amplio tejido de entidades e instituciones intermedias.No hay nada que objetar si ese discurso pol¨ªtico sirve para fortalecer dicha articulaci¨®n social y para apoyar a un tiempo el impulso emprendedor individual y la solidaridad interna y externa. Todo que objetar, sin embargo, cuando se trata de enarbolar la sociedad civil como coartada de un plan estructurado para imponer una hegemon¨ªa cultural (la nacionalista), encorsetando a las entidades sociales en sus l¨ªmites ideol¨®gicos. Y, lo que es peor, utilizando el poder pol¨ªtico-administrativo para asfixiar a la ciudadan¨ªa en una determinada cosmovisi¨®n, por m¨¢s que ¨¦sta sea leg¨ªtima.
Esta es la cacicada que pretende desarrollar el consejero de Bienestar de la Generalitat, Antoni Comas, al organizar un mecanismo para el otorgamiento de las subvenciones de su departamento mediante el cual se prima, de hecho, a las asociaciones que distribuyan doctrina nacionalista, bajo la apariencia de promover la integraci¨®n en la identidad catalana. Si hay que subvencionar a una entidad vecinal o a una organizaci¨®n no gubernamental, ser¨¢ en funci¨®n de que su propia actividad merece objetivamente el respaldo p¨²blico, y no de si constituye o no correa de transmisi¨®n de las ideas del Gobierno aut¨®nomo de turno. ?Qu¨¦ tendr¨¢ que ver la necesaria actuaci¨®n para eliminar barreras arquitect¨®nicas en las ciudades, promover la escolarizaci¨®n de grupos marginados, la atenci¨®n a los ancianos desamparados o a la infancia, es decir, las tareas de un Departamento de Bienestar Social, con la retah¨ªla de medidas de adoctrinamiento propuestas por Comas para lograr la "identificaci¨®n y conciencia de pertenencia al pa¨ªs"?
Nada, naturalmente. Salvo para quienes no comparten la idea democr¨¢tica, de vieja raigambre ilustrada y liberal, seg¨²n la cual un pa¨ªs son los ciudadanos que lo componen. Y que, al contrario, consideran que un pa¨ªs es un ente inmaterial y perenne -eterno suelen decir algunos de sus adoradores- que posee a sus s¨²bditos, quienes mantienen con ¨¦l una relaci¨®n de dependencia.
Entonces el valor de la persona -o asociaci¨®n- lo establece el grado de su "conciencia de pertenecer" a ese todo. Pa¨ªs lo llama Comas. Muy peligrosa es esta senda. Cuando lo nacional deja de ser propiedad de los ciudadanos y, al rev¨¦s, los tiraniza, aunque sea a cambio de subvenciones administrativas bien recibidas por ellos, el nacionalismo traspasa la barrera que separa una ideolog¨ªa democr¨¢tica del m¨¢s puro y duro autoritarismo.
El estilo paternalista no soslaya la perversi¨®n que supone este tipo de Kulturkampf, que no es ni m¨¢s ni menos que una pol¨ªtica de socavamiento de la sociedad abierta, democr¨¢tica y plural. Es lo que practica Comas con dinero p¨²blico cuyos contribuyentes, al contrario que sus destinatarios, son plurales ideol¨®gica y culturalmente. Peligrosa pr¨¢ctica. De ah¨ª a la tiran¨ªa y a la segregaci¨®n hay poco trecho. Hay ejemplos muy claros en este continente de hasta d¨®nde puede llevar esta pol¨ªtica. Por eso, alguien debe parar a este hombre, y los primeros deben ser sus superiores. Es urgente.
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