?Un nuevo Yalta en Oriente Pr¨®ximo?
El 13 de diciembre, fecha prevista para la entrada en vigor del acuerdo sobre la autonom¨ªa palestina, ha dado lugar hasta el ¨²ltimo minuto a gestos exagerados, previsibles en una negociaci¨®n tan importante. Yasir Arafat ha insistido en el car¨¢cter "sagrado" de la fecha. Isaac Rabin ha subrayado que lo esencial es llevar a buen t¨¦rmino el proceso de paz, y que un "aplazamiento de dos o tres semanas" no lo pondr¨ªa en cuesti¨®n.No se puede negar que la fase actual es particularmente delicada y que en ella abundan las contradicciones parad¨®jicas. A primera vista, la situaci¨®n es alarmante: los extremistas nacionalistas y religiosos de ambos lados hacen todo lo posible por alimentar el ciclo de la violencia a fin de torpedear la paz. No obstante, si uno hace el esfuerzo de observar la situaci¨®n m¨¢s de cerca y escuchar lo que se cuchichea en las canciller¨ªas, efect¨²a descubrimientos sorprendentes.
Por el lado israel¨ª: los colonos extremistas s¨®lo representan entre un 10% y un 15% de los 120.000 que viven en Gaza y Cisjordania. Saben que est¨¢n aislados: la gran mayor¨ªa de los cuatro, millones de jud¨ªos de Israel repudian sus excesos. Tambi¨¦n se dan cuenta de que el tiempo puede jugar en su contra. Uno de los muchos indicios de ello es que el valor de sus viviendas est¨¢ a la baja, mientras que en Israel crecen los precios inmobiliarios. Es como si el mercado previera la vuelta, alg¨²n d¨ªa, de la mayor¨ªa silenciosa.
Por el lado palestino: un reciente sondeo indic¨® que el 67% de las personas encuestadas quer¨ªa la paz. La gente est¨¢ cansada y aspira a llevar por fin una vida normal. Tambi¨¦n en este caso la ley del mercado revela la evoluci¨®n que se est¨¢ produciendo: los empresarios han empezado a invertir en los sectores hotelero e industrial, y lo hacen incluso (?prudencia?, ?convicci¨®n?, ?superstici¨®n?) los que afirman ser esc¨¦pticos acerca de las posibilidades de ¨¦xito del acuerdo de autonom¨ªa.
Por el lado estadounidense: se trata de rectificar algunos errores de apreciaci¨®n. Henry Kissinger dec¨ªa, con mucha raz¨®n: "En Oriente Pr¨®ximo no puede hacerse la guerra sin Egipto ni la paz sin Siria". Por eso la diplomacia estadounidense hab¨ªa concedido prioridad a un acuerdo de paz sirio-israel¨ª y a una confederaci¨®n jordano-palestina. Pero las negociaciones secretas de Oslo entre israel¨ªes y palestinos tuvieron ¨¦xito, contrariando al mismo tiempo las esperanzas de EE UU. Adem¨¢s, las negociaciones se desarrollaron a espaldas de Washington, y cuando por fin se les inform¨® se mostraron inicialmente esc¨¦pticos.
Sin embargo, y por razones geoestrat¨¦gicas evidentes -hegemon¨ªa estadounidense en Oriente Pr¨®ximo, ausencia de un centro de decisi¨®n pol¨ªtica en el seno de la Uni¨®n Europea, divisi¨®n sin precedentes en el mundo ¨¢rabe-, EE UU ha recuperado en beneficio suyo el acuerdo firmado el 13 de septiembre en Washington: lo garantiza pol¨ªticamente al mismo tiempo que deja a Europa, a Jap¨®n y a las petromonarqu¨ªas del Golfo la tarea de asumir financiera y econ¨®micamente su puesta en pr¨¢ctica sobre el terreno.
Por el lado jordano: desde el final de la guerra del Golfo, el rey Hussein, lo mismo que Arafat, ha llevado a cabo una espectacular recuperaci¨®n pol¨ªtica en el doble plano regional e internacional. Tambi¨¦n en su pa¨ªs ha tenido ¨¦xito en las elecciones legislativas multipartidistas, puesto que los islamistas han retrocedido de 32 a 18 esca?os de un total de 80, y la izquierda ha quedado aplastada con tres esca?os en lugar de ocho. Adem¨¢s, el ¨ªndice de participaci¨®n, un 68%, ha sido claramente superior al de 1989 (40%). Ahora todo est¨¢ dispuesto para que Amm¨¢n firme un tratado de paz con Israel con la aprobaci¨®n de la nueva C¨¢mara de Diputados.
Siria, por su parte, se cre¨ªa "imprescindible". Hafez el Asad, un t¨¢ctico h¨¢bil, hab¨ªa sacado inmediatamente las consecuencias del hundimiento de su aliado sovi¨¦tico: en 1990-1991 particip¨® en la coalici¨®n antliraqu¨ª dirigida por EE UU. Sin embargo, en 1993, dos de sus rivales, Arafat y el rey Hussein, prescindieron de ¨¦l y le dejaron aislado. El presidente sirio tambi¨¦n se ha dado cuenta de las discretas maniobras que se vienen llevando a cabo desde hace algunas semanas con vistas a reintegrar en el juego regional a su "hermano enemigo" iraqu¨ª. Obstinarse en el rechazo pod¨ªa significar el suicidio. Warren Christopher acaba de darle la posibilidad de salvar la cara al invitarle a reunirse con el presidente Clinton en enero, en Washington.
Por el lado de L¨ªbano: dos hechos parecen no haber sido advertidos por la prensa occidental. Cuando se produjeron las elecciones legislativas de 1992, las autoridades libanesas tuvieron, bajo la presi¨®n de Damasco, que conceder la nacionalidad a varios miles de alau¨ªes, secta a la que pertenece el presidente sirio. Como compensaci¨®n, la jerarqu¨ªa cristiana ha conseguido este verano la concesi¨®n de la nacionalidad a los palestinos cristianos instalados en L¨ªbano. ?Pero qu¨¦ hacer con los 350.000 refugiados musulmanes que quedan?
En nombre de los principios humanitarios, los saud¨ªes parecen haber prometido una ayuda financiera sustancial para facilitar su integraci¨®n en la poblaci¨®n libanesa (2,5 millones de personas). Sin embargo, esa soluci¨®n tendr¨ªa el inconveniente de afectar gravemente al fr¨¢gil equilibrio comunitario entre cristianos y musulmanes. Por ello, algunos podr¨ªan haber sugerido dar a los palestinos la nacionalidad libanesa, pero no el derecho de voto en las elecciones. Habr¨¢ que ver c¨®mo evoluciona este asunto.
Se dice que Ankara y Amm¨¢n, preocupados por la estabilidad regional, han formulado otra propuesta, tanto a Bagdad como a Washington: que Irak acoja a una parte de estos refugiados, en particular los de 1948, cuyo retorno supondr¨ªa los mayores problemas para Israel. Efectivamente, sus pueblos (alrededor de 400) han sido borrados del mapa o sustituidos por poblaci¨®n jud¨ªa.
La operaci¨®n se desarrollana en tres etapas. En primer lugar, Bagdad aceptar¨ªa plenamente las resoluciones 687 y 715 de la ONU, referidas sobre todo a la destrucci¨®n de las armas nucleares y qu¨ªmicas. Despu¨¦s, como contrapartida, se levantar¨ªa el embargo para que Irak pudiera exportar su petr¨®leo, mientras que sus representantes se unir¨ªan a las negociaciones multilaterales ¨¢rabe-israel¨ªes en Washington. Tercera etapa: Bagdad acoger¨ªa a los palestinos y participar¨ªa en los programas econ¨®micos regionales ligados al proceso de paz palestino-israel¨ª.
Seg¨²n fuentes jordanas y turcas, este proyecto facilitar¨ªa la reconstrucci¨®n de L¨ªbano al mismo tiempo que dar¨ªa a sus dirigentes un margen de maniobra m¨¢s amplio con respecto a Damasco; reforzar¨ªa la comunidad ¨¢rabe sun¨ª de Irak, frente a los kurdos (no ¨¢rabes) en el norte y los shi¨ªes en el sur, a la vez que aumentar¨ªa la poblaci¨®n agr¨ªcola, reducida por la partida de los egipcios durante la guerra del Golfo; por ¨²ltimo, consolidar¨ªa el escudo ¨¢rabe frente a la rep¨²blica isl¨¢mica de Ir¨¢n, que desear¨ªa volver a ser el gendarme del Golfo, como en la ¨¦poca del sha.
Este nuevo reparto -este "nuevo Yalta", seg¨²n la expresi¨®n de algunos diplom¨¢ticos ¨¢rabes- supone tambi¨¦n una mayor firmeza frente a los islamistas. La operaci¨®n empez¨® en Jordania con las elecciones. Paralelamente, los israel¨ªes aceleraron las operaciones destinadas a eliminar a los jefes militares de Ham¨¢s en Cisjordania y Gaza. Egipto reforz¨® su lucha contra los islamistas. Por ¨²ltimo, EE UU endureci¨® su postura frente a Sud¨¢n incluy¨¦ndolo en la lista de pa¨ªses que apoyan el terrorismo.
Paul Balta es director del Centro de Estudios Contempor¨¢neos de Oriente de la Universidad de la Sorbona.
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