Paro: deb¨ªan de escucharse otras voces
En estos ¨²ltimos meses, en su diario, con cierta frecuencia, aparecen art¨ªculos de la m¨¢s variada ¨ªndole sobre la reforma laboral y el problema del paro. Un catedr¨¢tico de econom¨ªa sostiene que ser¨ªa conveniente (?para qui¨¦n?) flexibilizar la relaci¨®n empresario-trabajador. Altos cargos de la banca recomiendan para mejorar (?a qui¨¦n?) la competitividad, abaratar los despidos. Diputados o ministros del partido gobernante estiman adecuado, para proteger (?a qui¨¦n?) las empresas, la creaci¨®n de la figura del aprendiz y la reforma de la contrataci¨®n temporal. Etc¨¦tera. Es evidente que las teor¨ªas de esos personajes pueden ser coherentes dentro de un modelo econ¨®mico determinado -no necesariamente el ¨²nico posible-, pero, en ¨²ltima instancia, son subjetivas y respondiendo a un impulso, casi biol¨®gico, con las medidas que ellos proponen, de forma m¨¢s o menos expl¨ªcita, tratan de defender los status econ¨®mico y social de que disfrutan. Por ello entiendo que en esas p¨¢ginas deb¨ªan de escucharse tambi¨¦n otras voces, por ejemplo, las de la clase m¨¦dica, que est¨¢ detectando en la poblaci¨®n un incremento enorme de depresiones, enfermedades de tipo nervioso y suicidios, imputables a la inestabilidad econ¨®mico-laboral, y no da la voz de alarma con la contundencia que la gravedad de la situaci¨®n exige. Y, por supuesto, fundamentalmente, la de los propios parados. Si ¨¦stos no tienen oficio y pr¨¢ctica para escribir en sus p¨¢ginas de Opini¨®n, EL PA?S tiene magn¨ªficos entrevistadores para que, a trav¨¦s de ellos, nos contasen, adem¨¢s de las situaciones econ¨®micas cr¨ªticas que viven much¨ªsimas familias, la tremenda castraci¨®n psicol¨®gica que sufren tant¨ªsimas personas al no poder so?ar su futuro afectivo por falta de voluntad del poder real para repartir entre todos los cuantiosos recursos de que hoy dispone la humanidad y que la naturaleza nos ofrece- .
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