El Gobierno pierde su pulso m¨¢s duro con los jueces

El caso Linaza provoc¨® el mayor enfrentamiento entre los poderes Judicial y Ejecutivo desde el comienzo de la transici¨®n. Para el gran p¨²blico, la primera noticia de esta interminable historia judicial de 12 a?os se produjo en agosto de 1986, cuando Mar¨ªa Elisabeth Huerta, una juez de Bilbao menuda, meticulosa y muy respetada por sus compa?eros de carrera, cit¨® a rueda de identificaci¨®n a 90 guardias civiles.La juez pretend¨ªa presentarlos ante Tom¨¢s Linaza Euba, el padre de un activista de ETA, que hab¨ªa sido detenido el 14 de mayo de 1981 y conducido a la comandancia de la Guardia Civil de La Salve, en Bilbao. All¨ª y en dependencias del instituto armado en Madrid que nunca pudo localizar, sufri¨® palizas y le aplicaron el m¨¦todo de tortura conocido como la barra (golpes por todo el cuerpo mientras permanec¨ªa atado a una barra met¨¢lica), seg¨²n denunci¨® al juzgado. En Bilbao, tras el funeral de dos guardias asesinados por ETA, varios agentes penetraron en su celda y le propinaron tambi¨¦n una paliza.

En abierto desaf¨ªo a la juez, los 90 guardias no acudieron a la rueda de identificaci¨®n. Para entonces, Linaza hab¨ªa reconocido ya al sargento Alfredo Serrano y al n¨²mero Lucio de Sosa como dos de sus torturadores.

La juez hab¨ªa recurrido a la citaci¨®n masiva tras constatar una actitud abiertamente obstruccionista de la Guardia Civil, que le entreg¨® sucesivos listados con m¨¢s de 1.500 nombres sin orden ni concierto en respuesta a la pregunta de qu¨¦ guardias custodiaban los calabozos de La Salve los d¨ªas de autos.

La incomparecencia de los 90 citados fue Justificada por sus mandos en "¨®rdenes del Gobierno de la naci¨®n", que avalaron los entonces ministros del Interior, Jos¨¦ Barrionuevo, y de Justicia, Fernando Ledesma. Ambos alegaron que el presidente del Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez, estaba al corriente.

Debieron ser los d¨ªas m¨¢s duros de la vida de la juez Huerta, que se vio sometida al acoso de la prensa reaccionaria, acusada de hacer el juego a los terroristas y amenazada p¨²blicamente con la difusi¨®n de un informe Infamante sobre su vida privada. Pero sus colaboradores aseguraron que no dej¨® entrever el menor s¨ªntoma de inquietud, ni siquiera cuando en mayo de 1987 elev¨® a diligencias todo lo relacionado conla incomparecencia y medios jur¨ªdicos interpretaron que era el paso previo a su traslado al Supremo, para que ¨¦ste considerara la posibilidad de procesar por desobediencia al jefe del Ejecutivo.

Huerta, finalmente, decidi¨® incorporar la declaraci¨®n de Gonz¨¢lez por escrito al sumario Linaza. Las aguas volvieron a su cauce y los guardias fueron desfilando ante la v¨ªctima, que hubo de acudir a 43 ruedas de reconocimiento en total.

Al acabar el juicio en Bilbao con la condena de nueve miembros de la Guardia Civil, el 21 de noviembre de 1990, Linaza dijo lo mismo que hab¨ªa anunciado al guardia que le despidi¨® en Madrid mientras le dejaban en libertad sin cargos, nueve a?os antes. "Quiero que se persiga a los que me torturaron, pero no les guardo rencor".