Voluntad chilena
LA GRAN victoria de Eduardo Frei, l¨ªder democristiano de la Concertaci¨®n de Partidos por la Democracia, en las elecciones presidenciales de Chile tiene tres lecturas inmediatas: por un lado, ratifica y profundiza la apasionada voluntad de libertad y normalizaci¨®n democr¨¢tica del pueblo chileno. En segundo lugar, confirma que el sustrato pol¨ªtico del pa¨ªs sigue siendo la democracia cristiana, que, en este caso, ha llevado de la mano a los sectores m¨¢s moderados de la izquierda. Considerando ambas cosas, nadie podr¨¢ negar hoy el talante democr¨¢tico de Chile.Pero hay que recordar al mismo tiempo que sigue existiendo una cauci¨®n impuesta al proceder normal de la democracia: la sombra permanente del Ej¨¦rcito y de su jefe, el general Augusto Pinochet, instalado hasta 1997 como guardi¨¢n de los privilegios de las Fuerzas Armadas gracias a la Constituci¨®n promulgada bajo su gu¨ªa. No es una condici¨®n sencilla de digerir y manejar, porque Pinochet es hombre aficionado a hacer sonar su sable a la menor ocasi¨®n: en mayo de este a?o y en diciembre de 1990 hubo movimientos de tropas por el pa¨ªs en demostraci¨®n de descontento porque procesos judiciales en marcha tend¨ªan a confirmar la corrupci¨®n del estamento militar o los cr¨ªmenes de la represi¨®n durante la dictadura.
Hoy, la presi¨®n en favor de la desaparici¨®n definitiva de la amenaza militar de la escena pol¨ªtica chilena es grande. El nuevo presidente Frei lleva consigo la inequ¨ªvoca opini¨®n de sus votantes. Es de alabar la prudencia y firmeza con la que reitera una y otra vez su deseo de restablecer la primac¨ªa del poder civil sobre el militar. Esta voluntad ha de tener frutos.
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