La oposici¨®n serbia busca votos a cambio de comida en las elecciones de hoy
Las condiciones meteorol¨®gicas favorecen hoy la celebraci¨®n de las elecciones legislativas en Serbia. La nieve se ha derretido, la temperatura ha subido. No hay cortes de energ¨ªa el¨¦ctrica. Tampoco hace fr¨ªo en las casas, escuelas y hospitales sin calefacci¨®n. El electorado puede olvidar lo que le espera en los pr¨®ximos meses de invierno. Sin embargo, la b¨²squeda de votos ha adoptado en Serbia aspectos ins¨®litos, como el reparto de alimentos organizado por partidos de la oposici¨®n para recordar el desastre econ¨®mico que vive el pa¨ªs.
El Partido Socialista Serbio, aspirante a conseguir m¨¢s de la mitad de los 250 esca?os, no ha logrado crear un ambiente de ficticio bienestar en v¨ªsperas de las elecciones. Fuentes pol¨ªticas aseguraron ayer que el presidente Slobodan Milosevic podr¨ªa verse obligado a pactar y a formar un gobierno de coalici¨®n tras la jornada electoral de hoy. La distribuci¨®n generosa de pensiones y sueldos, pagados semanalmente, no ha fomentado el optimismo: el valor de un marco alem¨¢n (82 pesetas) subi¨® de 1.500 millones de d¨ªnares el martes pasado a 10.000 millones ayer. Los precios en el mercado campesino, el ¨²nico donde hay productos, se incrementaron proporcionalmente.Las tiendas semiestatales cerraron varias veces esta semana para cambiar los precios. "Pude comprar una bolsa de espaguetis y de canela por el valor de mi pensi¨®n", dice resignada Lela, jubilada, de 70 a?os. En lugar de reflexionar sobre su voto, la mayor parte de la poblaci¨®n pas¨® el fin de semana intentando deshacerse de sus d¨ªnares. Comprar lo que sea o cambiarlos por divisas. Los economistas estiman que diciembre marcar¨¢ el m¨¢s fuerte golpe inflacionista con un ¨ªndice de un 100.000%.
La jornada de reflexi¨®n no impidi¨® que la organizaci¨®n humanitaria Spona, organizada por la coalici¨®n DEPOS, repartiera pan, alubias, arroz y detergente en la plaza de la Rep¨²blica de Belgrado. Durante seis semanas, a pesar de la nieve y el fr¨ªo, m¨¢s de 30.000 personas han formado una silenciosa cola de hambrientos jam¨¢s vista en la capital serbia. "Nunca m¨¢s votar¨¦ por los comunistas", balbuceaba Jovan, profesor de literatura jubilado, esperando su raci¨®n de alimentos el s¨¢bado pasado. "Al principio me daba verg¨¹enza buscar caridad. Pero con esto sobrevivo una semana", admite.
El Partido Socialista acus¨® a la oposici¨®n de humillar a la poblaci¨®n repartiendo comida. Dusanka Djogo, de 21 a?os, la fuerza joven y agresiva de los socialistas, dijo que la pobreza en Serbia s¨®lo se ve en las "pel¨ªculas oscuras", pero el programa estatal de distribuci¨®n de comida gratuita ha fracasado.
"A las 6.30 de la ma?ana ya no hay pan gratis", dice Ferida, asistenta en casas particulares. Sin embargo, Ferida, beneficiaria de alimentos gratuitos, que jam¨¢s ha conseguido, vive mejor que Slobodan, psiquiatra. "Cobro un marco por hora de trabajo. Gano hasta 80 marcos (unas 6.500 pesetas) al mes", asegura Ferida. Slobodan y su esposa Katarina, psiquiatras, van a trabajar en autoestop. Sus sueldos combinados de unos 50 marcos mensuales (unas 4.000 pesetas) no les permiten usar el coche.
Acrobacias en tranv¨ªa
S¨®lo un 30% del transporte p¨²blico funciona en Belgrado. Subir a un tranv¨ªa o a un autob¨²s supone contar con las habilidades de un acr¨®bata. Slobodan y Katarina, sin parientes en el campo e incapaces de practicar el contrabando, afirman al un¨ªsono: "Si los socialistas vuelven a ganar nos vamos al extranjero. Entre el trabajo de psiquiatras y limpiadores de platos en alguna capital europea preferimos lo segundo".Vukica, jubilada con una pensi¨®n de cuatro marcos mensuales, sobrevive gracias a los billetes de 20 d¨®lares que todos los meses le env¨ªa su hermana desde Estados Unidos.Vukica no se ve obligada a hipotecar su casa a alguna agencia inmobiliaria que, a cambio de la donaci¨®n del piso, ofrece un centenar de marcos al mes hasta la muerte.
M¨¢s de 50.000 personas cruzan diariamente las fronteras con Hungr¨ªa, Rumania, Bulgaria y Macedonia. Puesto que m¨¢s de la mitad de la mano de obra no trabaja, el tiempo libre sobra para esperar 10 horas en los puestos fronterizos. Se va en coches particulares, autobuses y a pie para comprar alimentos, productos de limpieza y gasolina. Gracias a la reventa se consigue sobrevivir. A veces, las f¨¢bricas clausuradas y las empresas distribuyen harina y patatas en lugar de sueldos. Algunos sondeos revelan que el electorado m¨¢s estable del partido gobernante lo forman los obreros, los jubilados y los pobres. Ellos temen que la oposici¨®n no les dar¨ªa las migajas repartidas por los socialistas.
Los grandes contrabandistas no hacen cola. Sobornan a los aduaneros y a los visibles observadores internacionales, que vigilan el cumplimiento del embargo. Entre un 3% y un 4% de la poblaci¨®n se ha enriquecido con el embargo, amasando grandes fortunas. Para ellos, m¨¢s de 30 negocios registrados venden armas. "S¨®lo el hombre armado es un hombre libre", anuncia Centroprodukt, una empresa que fabrica pistolas.
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