Los muros del odio siguen en pie en el Ulster
Los 'marines' brit¨¢nicos mantienen un gigantesco puesto de control entre el feudo protestante y el gueto cat¨®lico de Belfast

Shankill Road y Falls Road, las dos grandes arterias urbanas del oeste de Belfast, distan apenas 50 metros. Entre ambas avenidas hay un enorme muro de hormig¨®n y un gigantesco puesto de control. Los marines brit¨¢nicos, por parejas y annados hasta los dientes, registran minuciosamente al rar¨ªsimo transe¨²nte que quiere pasar de un lado a otro. En Shankill, irreductible feudo protestante, hay odio. En Falls, gueto cat¨®lico, hay odio. Los soldados tienen el detalle de desear feliz Navidad tras el registro, pero la buena voluntad se acaba ah¨ª. Desde el muro, coraz¨®n de la violencia sectaria, el plan de paz para Irlanda del Norte o Ulster se ve con enorme pesimismo.
Es en el lado cat¨®lico, en Falls, donde se advierte alg¨²n indicio de fatiga, un cierto empacho de odio. Han aparecido unas pocas pintadas por la paz junto a los viejos murales de guerra. En Green Cross (Cruz Verde), la librer¨ªa nacionalista y republicana, un grupo de personas mayores compra felicitaciones navide?as, supuestamente distintas a las que se venden al otro lado y, en cualquier caso, destinadas a recaudar fondos para los presos del IRA. "?Paz? Esto tardar¨¢ mucho en arreglarse", suspira una mujer.
Los viejos republicanos, los que han soportado desde el principio los 25 a?os de guerra, parecen m¨¢s partidarios de un arreglo. Entre los m¨¢s j¨®venes, los que no recuerdan otra cosa que muros y muerte, paz equivale a rendici¨®n. La divisi¨®n de opiniones en el gueto refleja, muy probablemente, lo que debe estar ocurriendo ahora en la estructura militar del IRA. Los jefes, cuarentones y cincuentones en su gran mayor¨ªa, llevan diez meses en contacto con el Gobierno brit¨¢nico. Y eso, por m¨¢s que se disfracen las palabras, es una negociaci¨®n. La tropa, la muchachada que pone las bombas, sigue aferrada al objetivo militar: derrota del enemigo, cueste los muertos que cueste.
Siniestra Navidad
El enemigo son los soldados brit¨¢nicos, supuesta fuerza de ocupaci¨®n, y los vecinos de enfrente. Al otro lado del muro, en Shankill Road, el sentimiento es rec¨ªproco. Una gran pintada, encarada al lado cat¨®lico, expresa el ,sentimiento de los locales: -?Guerra hasta el fin!". Ah¨ª mismo, como recordatorio, queda el solar donde hasta el 23 de octubre hubo una pescader¨ªa. Una bomba del Ej¨¦rcito Republicano 'Irland¨¦s (IRA) mat¨® ese s¨¢bado a diez personas y hundi¨® por completo el edificio. El comercio contiguo, una floristeria, ha aprovechado el vac¨ªo para ampliar su escaparate. Sobre unas tablas de aglomerado se exponen peque?as coronas de flores. Son para la decoraci¨®n navide?a, ,pero componen una estampa siniestra. Es la Navidad de Belfast.En la siguiente esquina de Shankill est¨¢ el Berlin Arnis, un tradicional abrevadero de los paramilitares unionistas. Los parroquianos trasiegan cerveza y cuentan viejas historias de la guerra, parecidas a las que deben oirse en cualquier club de oficiales. S¨®lo que esta guerra es civil, y aparentemente interminable. No quieren saber nada del plan de paz anglo-irland¨¦s. Todas las respuestas son la misma: "Es una oferta para el IRA. No hay nada para nosotros".
Shankill Road, y toda la comunidad unionista norirlandesa, vive en una situaci¨®n amarga. Se sienten brit¨¢nicos hasta la m¨¦dula, m¨¢s brit¨¢nicos que los ingleses o los escoceses. Pero son irlandeses. Desde Londres les dicen que son, y seguir¨¢n siendo si quieren, tan parte de la Uni¨®n como Birmingham o Brighton. Y, sin embargo, el Gobierno de Londres no deja de sugerirles las bondades de la autodeterminaci¨®n y lo c¨®modos que podr¨ªan estar en una Irlanda unificada.
Es inevitable que se sientan como invitados indeseables en la mesa de la Uni¨®n. Ellos, que enarbolan la bandera brit¨¢nica a la menor ocasi¨®n. En cierto sentido, encarnan el patriotismo m¨¢s rancio, un chauvinismo anticat¨®lico y antieuropeo muy com¨²n en el imperio victoriano, pero ya en v¨ªas de extinci¨®n en la moderna Gran Breta?a.
La paz parece imposible en los guetos, y muy dificil fuera de ellos. Un sondeo efectuado el viernes entre 5.000 norirlandeses demuestra el nivel de escepticismo: un 51% de los preguntados cree que el plan Major-Reynols "puede suponer un primer paso". El otro 49% piensa que todo seguir¨¢ igual y el plan, como tantos otros anteriores, quedar¨¢ en el olvido. Por si sirve para algo, el Gobierno brit¨¢nico ha enviado a la regi¨®n 250.000 folletos con el texto de la propuesta. Se distribuyen gratuitamente en las oficinas de Correos, las bibliotecas y otros centros p¨²blicos. A juzgar por los que se ven en las papeleras, poca gente decide guardarlos.
El escepticismo se extiende al fragmento m¨¢s sensible de la poblaci¨®n, la juventud. Un estudio de la Universidad de Belfast revela que la primera intenci¨®n de los estudiantes, una vez graduados, es emigrar a Gran Breta?a o a cualquier otro sitio. Quedarse es la ¨²ltima opci¨®n.
El plan anglo-irland¨¦s ha causado, de momento, un curioso efecto secundario: ha abierto un debate sobre la fertilidad local. La autoderminaci¨®n est¨¢ sobre la mesa y, hoy por hoy, no puede existir duda sobre el resultado de un hipot¨¦tico refer¨¦ndum, ya que los protestantes son mayor¨ªa' y es dif¨ªcil concebir a uno solo de ellos votando a favor de la unificaci¨®n con la rep¨²blica del sur. Pero, ?cu¨¢nta mayor¨ªa y por cu¨¢nto tiempo? No est¨¢ nada claro.
Boicoteo de censos
Los censos de poblaci¨®n son sistem¨¢ticamente boicoteados por el sector m¨¢s radical de los cat¨®licos norirlandeses, por lo que hay que hacer estimaciones. El censo de 1991 establece que el 38,4% de la poblaci¨®n de Irlanda del Norte es de religi¨®n cat¨®lica, pero se calcula que la cifra real debe estar en torno al 43%.De acuerdo con varios estudios demogr¨¢ficos, los cat¨®licos tienen m¨¢s hijos que los protestantes, en proporci¨®n aproximada de tres a dos, no tanto por seguir la consigna papal contra los anticonceptivos como por su promedio de edad.
Son m¨¢s j¨®venes y, por tanto, potencialmente m¨¢s f¨¦rtiles que la otra comunidad. De seguir esa tendencia, se puede fijar una fecha en la que los habitantes cat¨®licos ser¨¢n la mitad m¨¢s uno en Irlanda del Norte: el d¨ªa establecido por el ordenador es el 1 de enero de 2035.
Para consuelo de la poblaci¨®n protestante, esa progresi¨®n puede truncarse repentinamente si la econom¨ªa brit¨¢nica vuelve a registrar una expansi¨®n como en a?os anteriores: los cat¨®licos son m¨¢s pobres y tienden a emigrar en grandes n¨²meros.
De cualquier modo, no es razonable equiparar a los cat¨®licos con los nacionalistas panirlandeses. Es una realidad pol¨ªtica que la clase media cat¨®lica tiende a votar por los unionistas. Pero la propia existencia del debate demuestra hasta qu¨¦ punto la provincia de Irlanda del Norte sigue dividida. Los muros permanecen, y no hay perd¨®n en ninguno de los dos lados.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.