Repite Milosevic
LAS ELECCIONES generales adelantadas a s¨®lo un a?o de la cita anterior en las urnas no han cambiado la situaci¨®n en Serbia. Cualquier esperanza de que estos comicios pudieran tener una influencia positiva en la consecuci¨®n de una paz justa en los Balcanes era desde un principio ilusoria. Ha vuelto a ganar el l¨ªder ex comunista y ultranacionalista Slobodan Milosevic. Su partido socialista sigue siendo el m¨¢s votado. Seg¨²n los ¨²ltimos resultados provisionales, podr¨ªa incluso estar cerca de la mayor¨ªa absoluta en un Parlamento en el que ya no hay fuerza alguna que defienda una primac¨ªa de la sociedad civil, que apoye la pluralidad pol¨ªtica y ¨¦tnica y propugne el respeto a las fronteras. En definitiva, conceptos que forman parte sustantiva de las democracias occidentales. La liquidaci¨®n de toda alternativa al frenes¨ª nacionalista que Milosevic auspici¨® parece consumada. Desde la oposici¨®n de Vuk Draskovic hasta las candidaturas lideradas por notorios ultranacionalistas, como Vojislav SeselJ o Zelko Raznatovic -contra quienes pesan ¨®rdenes de b¨²squeda internacionales-, pasando por el partido socialista y el Partido Democr¨¢tico, todos ped¨ªan en su programa la anexi¨®n de los territorios ocupados en los pa¨ªses vecinos de Croacia y Bosnia. Los l¨ªderes occidentales que han transigido con Milosevic creyendo que con sanciones econ¨®micas y alguna peque?a amenaza iban a debilitar a este hombre, se han equivocado.Con la televisi¨®n, las imprentas de moneda y la polic¨ªa y el ej¨¦rcito bajo su control, no tiene nada que temer en el interior de Serbia. Los potenciales votantes de posibles grupos realmente democr¨¢ticos y antirracistas han huido en masa del pa¨ªs. Son m¨¢s de 250.000 los j¨®venes con estudios que han emigrado en el ¨²ltimo a?o y medio. Milosevic podr¨¢ ahora reforzar su poder ya casi omn¨ªmodo, seguir achacando a la comunidad internacional y a oscuras conjuras los males que aquejan a su pa¨ªs y seguir alimentando la guerra insufrible que asuela Bosnia-Herzegovina. S¨®lido otra vez en su cargo, seguir¨¢ maniobrando para enga?ar a Occidente, a la espera de que los intereses de algunos vecinos le ayuden a levantar al menos parcialmente las sanciones, y siempre al acecho del momento m¨¢s adecuado para sus planes de expansi¨®n hacia Kosovo y Macedonia.
Serbia atraviesa momentos dram¨¢ticos: una hiperinflaci¨®n desconocida en Europa desde tiempos de la Rep¨²blica de Weimar; un embargo comercial y de petr¨®leo impuesto por la ONU hace a?o y medio, que, en combinaci¨®n con la ausencia de reformas y la sistem¨¢tica compra de votos y voluntades por parte del r¨¦gimen, han paralizado la industria y tiene a la mayor¨ªa de la poblaci¨®n en los l¨ªmites inferiores de la pobreza. Cunde la desesperanza, se han disparado los suicidios, y el crimen organizado, en parte dirigido desde el poder, ha impuesto su ley en las ciudades.
El resultado de los comicios es tambi¨¦n indicativo.
de la fuerza relativa de los partidos de la oposici¨®n.
Un Gobierno de triple alianza ser¨ªa te¨®ricamente posible con una combinaci¨®n, por lo dem¨¢s bastante he terog¨¦nea, de los radicales de Seselj, la coalici¨®n opo sitora Depos y el Partido Democr¨¢tico. Pero Milosevic no tiene intenci¨®n de dejar el poder y cuenta con todos los instrumentos necesarios para retenerlo, por las buenas y por las malas. Ha incrementado y no mermado su poder pol¨ªtico.
Entre las masas de electores serbios, intoxicadas por la propaganda de la radio y televisi¨®n de Belgrado, es el hombre que ha hecho frente a Occidente, -a la llamada conjura gerinano-vaticana- y no ha dado su brazo a torcer ante las presiones externas. El ref¨®rzamiento de Milosevic, junto a la victoria de un personaje similar en Mosc¨², Vlad¨ªmir Zhirinovski, deber¨ªa hacer pensar a cuantos creyeron que transigiendo con ¨¦l se lograr¨ªan soluciones en los Balcanes. Mientras Milosevic siga s¨®lidamente anclado en el poder y los serbios apuesten por la victoria de la fuerza y el poder de la raza que ¨¦l encarna, no habr¨¢ paz en los Balcanes.
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