"El palestino trajo a mi memoria el exterminio nazi"
Tzippy Adar, directora del Museo de Israel, narra la visita inesperada del que fue due?o de su casa
Tzippy Adar no estaba preparada para recibir, hace aproximadamente seis a?os, la extra?a visita que, de alguna forma, la marc¨® con un gran signo de interrogaci¨®n y dio una dimensi¨®n distinta a la casa que habita desde que, en 1982, la adquiri¨® para desarrollar en ella su propia existencia de artista melanc¨®lica. Tzippy, una atractiva mujer de pelo rojizo y tez oscura, naci¨® en Checoslovaquia pero fue a vivir a Israel a los dos a?os, con lo que qued¨® de su familia despu¨¦s de la II Guerra Mundial, despu¨¦s de los campos de concentraci¨®n y del horror. Hoy es directora del Museo de Israel y crea raros collages de delicadas materias que superpone para condensar la esencia de la vida. Tal vez porque su trabajo no resta, sino que a?ade, no puede olvidar la visita que recibi¨® hace seis a?os."Era verano y las puertas y ventanas estaban abiertas", recuerda, se?alando los hoy entelados cristales, m¨¢s all¨¢ de los cuales cae la lluvia de diciembre, en el jard¨ªn frondoso donde el viento silba su reiterativa melod¨ªa. "O¨ª voces en ¨¢rabe y me asom¨¦, y vi a un grupo de gente, una familia compuesta por un hombre mayor, mujeres y varios ni?os. El hombre se me acerc¨® t¨ªmidamente y me dijo que esta casa hab¨ªa sido suya hasta que, en 1948, los israel¨ªes le echaron y le obligaron a huir. Ver¨¢s, no tengo nada que ver con este asunto, la casa ha pasado ya por muchas manos, y cuando la compr¨¦ pertenec¨ªa a otro israel¨ª. Pero cuando aquel hombre me cont¨® su historia y le ped¨ª que entrara para que viera lo que hab¨ªa sido su hogar, no pude evitar sentirme extra?amente azorada, no pude dejar de pensar en mi propia familia, en los campos de exterminio nazis, en nuestra propia huida".
Hoy, en una desapacible tarde de invierno, bebiendo caf¨¦ y escuchando a Peter Gabriel en la hermosa construcci¨®n encalada con un porche de arcos en forma de ojiva, en la aldea ¨¢rabe de Ein-Karem (la fuente generosa), hab¨ªtada exclusivamente por jud¨ªos, Tzippy dice que ya no recuerda el nombre del palestino, que sabe que viv¨ªa en Arriman (Jordania) y que hab¨ªa regresado a Israel de visita para ver a su familia. "Decidi¨® acercarse a Jerusal¨¦n para ver si su casa segu¨ªa en pie. Creo que los dos nos quedamos sorprendidos por estar finalmente frente a frente, dos supuestos enemigos que, sin embargo, no nos odi¨¢bamos. Le ense?¨¦ las distintas habitaciones que, en efecto, apenas han cambiado, y ¨¦l las recorri¨® con emoci¨®n. Le dije que pod¨ªa volver cuando quisiera, pero no le he vuelto a ver".
Movimiento progresista
Tzippy Adar pertenece al movimiento progresista Peace Now (Paz Ahora) y desea con fervor que la paz sea pronto un hecho entre israel¨ªes y palestinos. "Espero que este proceso nos ayude, porque una cosa es la pol¨ªtica y otra la gente".
Se vanagloria de que, hace dos a?os, en la Artist House, se celebrara un encuentro entre palestinos y jud¨ªos. Y el pasado d¨ªa 11 hubo una manifestaci¨®n pacifista que coincidi¨® con un concierto de piano en el museo que ella dirige, y que la pianista renunci¨® a que fueran a escucharla sus amigos y les alent¨® para que, en vez de ello, acudieran a la demostraci¨®n, "porque era m¨¢s importante".
Tambi¨¦n dice que en Ein-Karem todos los vecinos tratan de ayudar a la palestina que les limpia la casa. "Todos se preocupan por darle trabajo". "Un d¨ªa, esta mujer lleg¨® diciendo que los soldados hab¨ªan tomado preso a su hijo, no sab¨ªa d¨®nde se encontraba, y nosotros llamamos a una organizaci¨®n que se encarga espec¨ªficamente de localizarlos, y conseguimos averiguar d¨®nde se hallaba".
Tzippy es la t¨ªpica israel¨ª de buen coraz¨®n que, al igual que muchos surafricanos, piensa que es mejor vivir sin mala conciencia. "Respecto a ahora, soy optimista, pero tambi¨¦n s¨¦ que el proceso de paz va a resultar muy sangrante, porque cuanto m¨¢s irreversible es, m¨¢s se oponen los fan¨¢ticos".
Qu¨¦ ocurrir¨ªa, le pregunto, si las cosas cambiaran hasta tal punto que un d¨ªa llamara a su puerta -caso totalmente improbable, porque esto ya es Israel- el hombre que hace seis a?os vino desde lejos, y quisiera desalojarla de esta bella, acogedora, hermosa casa ¨¢rabe. "Eso ser¨ªa un gran problema en el que prefiero no pensar.
El viento silba a trav¨¦s de los ¨¢rboles del jardin. Algo muere y algo est¨¢ empezando a nacer. Pero nadie sabe qu¨¦ ni c¨®mo ni cu¨¢ndo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.