Fe pol¨ªtica

Los partidos pol¨ªticos, pidiendo a sus afiliados fe en sus dirigentes, est¨¢n usando elementos religiosos en la manipulaci¨®n de los hombres que los forman. Las cosas de este mundo, la pol¨ªtica entre ellas, han de ser regidas por la raz¨®n, los conocimientos y la propia conciencia, no por las creencias. Sin la continua intervenci¨®n de quienes manejan la fe como un bien propio, hace tiempo que conflictos como los de Irlanda del Norte, el Pa¨ªs Vasco, Argelia o Chipre se hubiesen resuelto en paz. Usar la irracionalidad como arma no puede conducir m¨¢s que a las cavernas.Cuando un pol¨ªtico carism¨¢tico es honrado, consigo mismo y con sus seguidores, ha de explicar las razones que le hagan cambiar de opini¨®n; siempre, claramente. Lo que no puedo hacer es actuar sin dar explicaciones, esperando ser comprendido por encima de cualquier dificultad o pidiendo fe en su persona. Esto es peligroso. Ante todo, no se ha de caer en la tentaci¨®n de convertir la pol¨ªtica en una religi¨®n y al partido en su Iglesia. El culto a la persona tiende a no ver m¨¢s que aciertos en los actos de la persona admirada. Eso ya lo hemos vivido con el comunismo estalinista, el fascismo o el nazismo, y tuvimos bastante de ellos. En tiempos dif¨ªciles, cuando creemos que nuestros propios recursos se han acabado, pedimos auxilio fuera de nosotros, a quien sea. Por eso ayuda mucho creer que alguien todopoderoso est¨¢ dispuesto a escuchamos. De ah¨ª a intentar hacer dioses de los hombres no hay m¨¢s que un paso, pues Dios se halla en el cerebro de los hombres.

Hablar de fe, en pol¨ªtica, es contradictorio en s¨ª mismo, ya que las razones de gobierno han de pesar y quedarse en la tierra, sin intentar llegar al cielo. Eso se queda para los ¨¢ngeles, de los que no conozco ninguno en pol¨ªtica.-