La ciudad que bulle de oche
20.000 personas diarias en la gigantesca feria de Mercamadrid
A las cuatro de la madrugada, las 176 hect¨¢reas (176 campos de f¨²tbol) de Mercamadrid parecen una feria. En algunos cruces se echa en falta alg¨²n polic¨ªa municipal que distribuya el tr¨¢fico. Casi el 90% de los alimentos perecederos que los madrile?os se llevar¨¢n a la boca durante estas navidades (exceptuando la carne) habr¨¢n sido manipuladosantes antes de esata miniciosidad, donded no faltan el concisionarioa de coches de importaci¨®n -la mayor¨ªa BMW, Mercedes y Porsche-, la agencia de viajes, la joyer¨ªa, las tiendas de electrodom¨¦sticos, un quiosco de prensa, la zapater¨ªa y nueve cafeter¨ªas en la zona comercial, donde se halla la cl¨ªnica.
Todo para que se sientan como en casa las 20.000 personas y 14.000 veh¨ªculos -de ellos, 470 camiones- que entran a diario all¨ª. Es una miniciudad que trabaja de noche y duerme por la tarde. Los productos (pescado, marisco, frutas, hortalizas y patatas) se descargan desde las diez de la noche hasta las cuatro de la madrugada, y se venden desde las seis hasta las once de la ma?ana.
Durante las 24 horas del d¨ªa entran camioneci¨®n, para ellos, comienza a las 4.30, que es cuando pueden descargar la mercanc¨ªa procedente de todos los puntos del mundo. Los que aparecen tarde no pueden vaciar el cami¨®n si no presentan un documento que justifique su retraso.
A partir de las cuatro van llegando tambi¨¦n los comerciantes m¨¢s pr¨®speros de Madrid, los del barrio de Salamanca o los de cualquier tienda que guste de las mejores frutas y pescados del mercado. Saben que antes de que salga el sol encontrar¨¢n la fruta mejor en relaci¨®n calidad-precio (las uvas que se venden a las seis de la ma?ana normalmente cuestan m¨¢s que las que se encuentran a las diez, pero saben mucho mejor).
Los empleados de Mercamadrid conocen a un tendero de la calle de Ayala, en el distrito de Salamanca de Madrid, que acude temprano todas las ma?anas a cualquiera de los 57 puestos que hay en las seis naves dedicadas a la fruta. Se lleva, por tanto, la mejor y la m¨¢s cara. A eso de las diez de la ma?ana ya llegan los propietarios de los rastrillos y puestos de poca monta. Los ¨²ltimos en presentarse son los comerciantes que venden a los madrile?os con menor poder adquisitivo o a los comedores con poco presupuesto.
El proceso es siempre el mismo: "?A cu¨¢nto est¨¢n esas uvas?", puede preguntar cualquier tendero. "A tanto", le responde el mayorista. Se inicia un regateo entonces que concluye con la firma de un boleto en el que el vendedor anota la cifra que se va a llevar el otro junto al garabato de su firma. Lo mismo que un mayorista vende a 100 pesetas a una persona puede vend¨¦rselo a 130 pesetas a otra cinco minutos m¨¢s tarde. Convenido el precio, el mozo del puesto saca la mercanc¨ªa mientras el tendero le entrega el papel a la cajera.
Pocas mujeres
El mayorista paga por su puesto un alquiler mensual de 180.000 pesetas al Ayuntamiento, y a¨²n le llega al cabo del mes para contratar empleados. En los tablones de las diferentes naves se leen anuncios de todo tipo: "Se ofrece escribiente con experiencia", "mozo para portar", "se busca administrativa", "contable". Pero los m¨¢s comunes son los anuncios de traspasos de furgonetas de todo tipo, aunque las instalaciones cuentan con un concesionario de venta de veh¨ªculos industriales.
En Mercamadrid trabajan pocas mujeres; la mayor¨ªa se ocupa de cuestiones administrativas, y no se dejan ver con demasiada frecuencia en las cafeter¨ªas. En la nave del pescado, sembrada de hielo en escamas, s¨ª que hay mujeres atendiendo a los clientes.
La secci¨®n de pescados de Mercamadrid, a m¨¢s de 300 kil¨®metros del puerto m¨¢s cercano, supone por su volumen de negocios el mayor mercado pesquero de Europa y el segundo del mundo despu¨¦s de Tokio. El pescado que se almacena cada d¨ªa en el mercado madrile?o da de comer a ocho millones de personas.
Si Mercamadrid es una feria a las cinco de la ma?ana, a las cinco y media el mercado del pescado constituye la atracci¨®n mayor.
Los detallistas que se dedican a la venta del pescado conducen mejores coches que sus compa?eros de la fruta. De cualquier forma, no se dejan de ver marcas caras de autom¨®viles entrando y saliendo del recinto de Merca-madrid. Treinta y cinco Mercedes pasaron entre las 4.30 y las 4.40 por la puerta del mercado.
Cuando llega el mediod¨ªa, las contratas de limpieza se encargan de dejar listas para la noche siguiente las 176 hect¨¢reas de instalaciones.
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