Abetos y angelotes en la Casa Blanca
Mucho ajetreo, decoraci¨®n y turistas en la residencia presidencial de EE UU
Estos d¨ªas, la Casa Blanca es una casa de locos. Electricistas por aqu¨ª y por all¨¢, dise?adores, floristas, carpinteros... Cada dos por tres, Bill Clinton tiene que pedir un poco de silencio para atender una llamada de Mosc¨² o Tokio, o para saludar v¨ªa telef¨®nica a los soldados destacados en los m¨¢s variados rincones del planeta. Tampoco hay manera de despachar con la responsable de la reforma sanitaria, porque se pasa el d¨ªa encerrada en la cocina, preparando galletas y pasteles. Hasta los 200 asesores y voluntarios que trabajan en la residencia presidencial han abandonado sus despachos para colocar bombillas y adornos en los 22 ¨¢rboles de Navidad repartidos por las distintas habitaciones.Aunque Ann Stock, la secretaria para asuntos de vida social, lleva seis meses trabajando en los preparativos de estas fiestas, al final todo tiene que hacerse deprisa y corriendo porque los Clinton son un par de desordenados que tienen papeles por todos lados y nunca disponen de tiempo para nada. A duras penas encontraron un par de horas para ver la actuaci¨®n de su hija en el ballet de Cascanueces, obligada representaci¨®n de la Navidad en Washington.
El ritmo de trabajo normal en el principal centro de decisi¨®n mundial es dr¨¢sticamente alterado en estas fechas por unos 150.000 turistas, principalmente norteamericanos, que quieren ver con sus propios ojos la decoraci¨®n de la Casa Blanca. La verdad es que la cosa lo merece. Michael Monroe, uno de los cerebros de la Smithsonian Institution y una de las mayores autoridades del pa¨ªs en artesan¨ªa, ha supervisado personalmente el trabajo. Los principales artesanos nacionales han enviado objetos para colgar en los ¨¢rboles, ¨¢ngeles la mayor¨ªa, unos disfrazados de Mae West y otros tocando el saxo, el instrumento preferido del presidente.
M¨¢s de 27.000 bombillas han sido colgadas para alumbrar los 7.500 objetos ornamentales de estas fiestas, las preferidas de los Clinton. "Las navidades son el principal recuerdo de toda mi vida, y a Bill le sucede lo mismo. El es tan fan¨¢tico de la Navidad como yo", cuenta Hillary Rodham. "Siempre me ha gustado la Navidad por todo lo que significa, por mi fe religiosa y por los sentimientos que afloran en muchas personas e instituciones", dice la primera dama. Para Hillary, este a?o la celebraci¨®n tiene, adem¨¢s, la carga emotiva de la reciente muerte de su padre.
La primera pareja del pa¨ªs tuvo que cumplir algunas obligaciones propias de estas fechas: una copa-tregua a los periodistas y algunos regalos para los hijos de los colaboradores, que reparti¨® la propia Hillary vestida de Santa Claus. Los Clinton han tratado siempre de vivir de acuerdo a la tradiciones del norteamericano medio. En esta ocasi¨®n, eso significa un men¨² a base de pavo, jam¨®n y dulce, mucho dulce (nada de chocolate porque el presidente es al¨¦rgico), y tambi¨¦n una visita a la iglesia para rezar por los grandes prop¨®sitos. "Aunque seamos protestantes, cat¨®licos, jud¨ªos, musulmanes, budistas, hind¨²es o ateos, todos formamos parte de la gran familia nacional, y todos creemos en la dignidad individual y la libertad de conciencia como una sola fe. Tenemos que esforzamos m¨¢s en comprender nuestras diferencias y celebrar nuestra diversidad, y recordar que nuestra propia libertad depende del respeto a los dem¨¢s"", dijo el presidente en uno de sus discursos navide?os.
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