II Rep¨²blica Italiana
CARLO AZEGLIO Ciampi, primer ministro de Italia desde mayo pasado, ha hecho un buen trabajo. Negoci¨® e impuso un plan de reforma econ¨®mica que empieza a dar sus frutos y ha conseguido que se apruebe un presupuesto extremadamente austero para 1994. Atendiendo a la voluntad del pueblo, ha impulsado la reforma electoral que debe impedir la perpetuaci¨®n de un sistema pol¨ªtico que ha llevado a la degeneraci¨®n a todo el Estado. Finalmente, considerando que ha cumplido la misi¨®n que se le encomend¨®, se dispone a disolver las c¨¢maras, y ha fijado en principio la fecha del 20 de marzo pr¨®ximo para la celebraci¨®n de elecciones generales.?Nacer¨¢ una II Rep¨²blica? A todos los efectos, s¨ª. Aun cuando no sea posible afirmar con completa seguridad que ha concluido el viejo r¨¦gimen, puede aventurarse que la vida pol¨ªtica italiana sufrir¨¢ con las nuevas elecciones dos vuelcos sustanciales: la ruptura del juego de los partidos tradicionales (y del poder omn¨ªmodo ejercido en la C¨¢mara por el pentapartido) y la desaparici¨®n de las grandes figuras pol¨ªticas que han controlado Italia durante medio siglo y cuyo escandaloso comportamiento ha determinado esta revoluci¨®n de manos limpias que ahora fructifica. El proceso electoral llega como culminaci¨®n de una fase de revoluci¨®n ¨¦tica y pol¨ªtica. El resultado de las elecciones, con la probable defenestraci¨®n de los dos tercios de la C¨¢mara, ser¨¢ elocuente testimonio de ello.
Al mismo tiempo, sin embargo, todo indica que puede producirse un hecho contradictorio: mientras las caras ser¨¢n nuevas, el principal triunfador de los comicios ser¨¢ el partido pol¨ªtico m¨¢s antiguo, el comunista reconvertido en Partido Democr¨¢tico de Izquierda (PDS) de Achille Occhetto. Junto a ¨¦ste surgir¨¢ una nueva amalgama de partidos, todav¨ªa de incierta estructura.
Adem¨¢s del PDS, tendr¨¢n destacada presencia en la C¨¢mara la Democracia Cristiana de Segni y, en mayor o menor medida, los neofascistas del MSI, la Rete del recientemente elegido alcalde de Palermo, Leoluca Orlando, y las Ligas del Norte.
A?¨¢dase a esto el desembarco en pol¨ªtica del empresario Silvio Berlusconi, que hace pocas semanas sorprend¨ªa al pa¨ªs con un mal disimulado llamamiento al fascismo y cuyo ¨¦xito futuro es una inc¨®gnita, y se tendr¨¢ un arco parlamentario de complejidad extrema. El PDS podr¨ªa aliarse con grupos de izquierda, entre otros, los Verdes. Quiz¨¢ pueda contar, si pretende gobernar, con los sectores izquierdistas de la Democracia Cristiana de Segni. Nadie debe llamarse a enga?o sobre la fuerza de Segni: Gianni Agnelli, y por consiguiente los empresarios, le presta su apoyo. S¨®lo queda por despejar la inc¨®gnita del nada desde?able apoyo de la Iglesia.
La revoluci¨®n que inici¨® hace apenas dos a?os el entonces presidente de la Rep¨²blica, Francesco Cossiga, est¨¢ culminando. Fue acusado de visionario, tachado de demente, por llamar a la catarsis moral en las instituciones y a una refundaci¨®n del Estado italiano. Parece que el juicio de sus cr¨ªticos fue demasiado prematuro.
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