La fuga de Alina
Los kilos ganados durante dos meses y una peluca casta?a ampararon su nueva identidad
"Estaba muy tranquila. Era la primera vez que me sent¨ªa tan tranquila en circunstancias tan estresantes. Me encanta jugar y ten¨ªa el 50% de posibilidades de ganar. Esperaba el resultado sin miedo".Madrid, lunes 20 de diciembre. La hija de Fidel Castro acaba de abandonar clandestinamente Cuba. No ha dormido durante la noche, pero se encuentra sorprendentemente l¨²cida. Sin ese dominio de s¨ª misma no hubiese podido huir de La Habana y enga?ar a los servicios secretos de su padre, que le imped¨ªan abandonar la isla. Su escapada es, de hecho, digna de una novela de John Le Carr¨¦. Apadrinada por los movimientos anticastristas radicados en Estados Unidos, la Operaci¨®n Prima (¨¦se fue su nombre) dur¨® varias semanas.
Alina naci¨® en 1956 de la uni¨®n de Castro con Naty Revuelta, una joven de la burgues¨ªa casada por entonces con un m¨¦dico, el doctor Fern¨¢ndez. En La Habana, la hija del "comandante" es conocida, pero no por ser una defensora ardiente de la Revoluci¨®n, sino por haber sido en 1988 modelo de la Contex, la empresa de moda del Estad6. En varias ocasiones, Alina pidi¨® autorizaci¨®n oficial para abandonar Cuba. Uno de los motivos era reunirse con su ¨²ltimo esposo, un hombre de negocios mexicano. Nunca la obtuvo.
Tres meses atr¨¢s, Alina es contactada en su deteriorado apartamento del barrio de Nuevo Vedado: unos amigos pod¨ªan hacerla salir de Cuba. El cabecilla de la red era cubano, pero la trama era espa?ola. La clave era la salida de la hija de Castro en vuelo regular bajo una identidad falsa.
En un principio, Alina duda. Lo que la retiene es una hija, nacida de su relaci¨®n con- un artista cubano. Se llama Alina, como ella, pero su madre la llama Mom¨ªn. Tiene 16 a?os y acude a clases de danza. La madre rompe enseguida el secreto de la Operaci¨®n Prima. Se comprometi¨® a no decir nada a nadie de su proyecto de evasi¨®n, pero hace una excepci¨®n con su hija, su "¨²nica raz¨®n de vivir".
"Fue ella quien me animo a marchar. Me dijo: 'Mam¨¢, vete, marcha, yo me encontrar¨¦ contigo. No te preocupes- hazlo por m¨ª-.
. Durante dos meses, la antigua modelo engorda para modificar su silueta. A comienzos de diciembre se pone en marcha la fase activa de la Operaci¨®n Prima. Se fija como d¨ªa J el domingo 19 de diciembre. La v¨ªspera, Alina deja su apartamento y se queda en otro, propiedad de una amiga ausente. No hay nada extra?o en ello. Hace dos a?os que no ha vuelto a solicitar la salida de la isla y se ha relajado la vigilancia sobre ella. A veces duerme fuera y adem¨¢s, con sus kilos de m¨¢s y sus cabellos cortos te?idos de rojo, casi naranja, pasa inadvertida.
A la una de la tarde del 19 de diciembre, un mujer le entrega una maleta de viaje negra, que contiene ropa interior, pantalones y faldas de fabricaci¨®n espa?ola, adem¨¢s de un pasaporte espa?ol totalmente legal, con un visado de turismo para Cuba, con la entrada en la territorio cubano debidamente cubierta. Alina no hace ninguna pregunta, pero quiere saber- que hay que hacer para embarcar en un avi¨®n. S¨®lo lo ha cogido dos veces en su vida. Cuando ten¨ªa ocho a?os, en, 1964, para ir con su madre a Par¨ªs, donde permaneci¨® un a?o. Y en 1972, siempre acompa?ada, para una corta estancia en Lima.
Con su peluca casta?a, Alina est¨¢ irreconocible. Sin embargo, no ha seguido todas las recomendaciones de la red y no lleva la ropa prevista. Cuando entra en el vest¨ªbulo del aeropuerto Jos¨¦ Mart¨ª, todas las miradas se vuelven hacia ella. El d¨ªa anterior busc¨® por todas partes y acab¨® encontrando unos botines de cordones con tac¨®n alto. Se ha vestido con un pantal¨®n, azul con un fino acabado de terciopelo y un jersey de algod¨®n blanco. Sus ojos y su boca est¨¢n excesivamente maquillados y lleva sobre la cabeza una gorra de b¨¦isbol ?con visera dorada! es, sin duda, la turista m¨¢s exc¨¦ntrica de las que toman el vuelo 662 de Iberia. "El mejor modo de pasar inadvertida es provocar la mirada de los otros", explica. "?Qui¨¦n hubiese pensado que iba a huir con ese atav¨ªo? Y, adem¨¢s, no quer¨ªa dejar mi pa¨ªs pegada a la pared como una rata. ?Quer¨ªa marcharme con la cabeza alta, como en un desaf¨ªo!".
Cuando le tiende su pasaporte, mira directamente a la cara del polic¨ªa, cuyos ojos la recorren de arriba a abajo. El funcionario no presta atenci¨®n a la foto que destaca ligeramente en los pliegues del documento de viaje. Detr¨¢s, hombres de civil, equipados con radiotransmisores, vigilan a los pasajeros que hacen cola. Alina conoce a dos. Son agentes de los servicios secretos cubanos. La miran y la dejan pasar. Terminadas las formalidades se instala en un asiento de primera fila, frente al largo ventanal que da a las pistas. Con la mirada perdida tras las gafas de sol, espera media hora m¨¢s. Observa el DC-10 de Iberia aterrizar y situarse cerca del edificio. "En ese momento no pens¨¦ en nada. Ten¨ªa la cabeza vac¨ªa".
El despegue est¨¢ previsto para las 17.05, hora local. Pero la salida se retrasa. Los agentes de seguridad est¨¢n por todas partes, dispuestos a detener a cualquier cubano que pretenda huir. A las 16.50, los altavoces anuncian el embarque. En el avi¨®n, Alina se dirige a su sitio, en clase econ¨®mica, junto a la ventanilla. Durante 20 minutos m¨¢s las puertas del avi¨®n permanecen abiertas.
Veinte minutos durante los cuales los agentes del r¨¦gimen pueden todav¨ªa venir a recogerla. Al fin, el aparato despega. Pregunta la hora a su vecino de asiento. Son las 17.42 y sus ojos se llenan de l¨¢grimas. Alina piensa en su hija. La v¨ªspera han celebrado su decimosexto cumplea?os con algunos amigos. Nunca hab¨ªa visto a Mom¨ªn tan feliz. Sab¨ªa que su madre se marchaba al d¨ªa siguiente, pero la adolescente ten¨ªa el coraz¨®n lleno de esperanza.
En el avi¨®n, Alina pide un whisky y varios caf¨¦s. No est¨¢ totalmente relajada, sabe que hay agentes cubanos que toman cada vuelo de Iberia. Su vecino, curioso, le pregunta si es espa?ola. El es de Lisboa. ?Y ella? Usa el acento castellano m¨¢s puro para decirle: "Soy de Vigo".
Aeropuerto de Madrid, lunes 20 de diciembre a las 7.50Acompa?ado por militantes espa?oles de los Derechos Humanos, Armando Valladares mira su reloj por quinta vez. Tras la Operaci¨®n Prima se esconde la Fundaci¨®n Valladares, de Washington. Alina no lo sabe. El escritor Armando Valladares pas¨® 22 a?os en la c¨¢rcel antes de ser liberado, en octubre de 1982, gracias a la intervenci¨®n de Fran?ois Mitterrand. Refugiado pol¨ªtico en Estados Unidos, Valladares adquiri¨® la nacionalidad norteamericana. Ha sido incluso nombrado, durante alg¨²n tiempo, embajador de Estados Unidos ante la Comisi¨®n de los Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra. Tras su liberaci¨®n, se convirti¨® en un feroz opositor del r¨¦gimen, cubano.
Valladares ha ido a recibir a la hija de Castro. Ella est¨¢ como sonada, embriagada por la emoci¨®n y por una noche sin dormir. Primero la llevan a casa de un cubano nacionalizado espa?ol hace 30 a?os. All¨ª puede quitarse finalmente la peluca en la que ocultaba su verdadera identidad. "No me doy cuenta de lo que me est¨¢ pasando", dice.
"?Por qu¨¦ se ha marchado?", le pregunto.
"Nunca he sido comunista"
"Estaba harta. Nunca he sido comunista. No hago pol¨ªtica. La situaci¨®n de la isla no deja de degradarse. Por ser la hija de Castro la gente ven¨ªa a verme para que intercediese en su favor. Pero yo no pod¨ªa hacer nada por ellos. Yo hac¨ªa cola para conseguir un huevo o medio pollo. No he visto a Fidel desde hace 10 a?os, salvo en 1989, en el bicentenario de la Revoluci¨®n en la Embajada de Francia. Estaba en la puerta y sus guardaespaldas no me dejaban entrar en el edificio. Lleg¨® y grit¨¦: "?Fidel!". Vino hacia m¨ª, me bes¨® y dijo a sus gorilas: 'Dejadla entrar".Alina nunca dice 'mi padre' cuando habla de Fidel, sino "Castro" o "el comandante".
"No se ha portado como un padre. Nunca se ha ocupado de m¨ª. Tengo recuerdos, cuando era ni?a, en los que me cog¨ªa sobre las rodillas. Los dem¨¢s cr¨ªos lo consideraban un privilegio. Yo lo encontraba normal. Hace 10 a?os tuvimos una discusi¨®n agitada. Yo no estaba de acuerdo con su pol¨ªtica. Es un loco. Socialismo o muerte, su consigna favorita, es una locura. Yo prefiero la vida a su socialismo, que no es m¨¢s que una versi¨®n s¨¢dica de Marx. Nunca estuve dentro del cascar¨®n. Intent¨¦ ser una rebelde y me sent¨ª siempre en la oposici¨®n al r¨¦gimen de Castro. Pero no me he ido de Cuba para conspirar. No me he marchado para ponerle furioso".
"?C¨®mo piensa que va ha reaccionar?
"Estar¨ªa feliz si mi partida no le molestara. En ese caso, mi hija se podr¨ªa reunir conmigo en una semana. Espero que encuentre normal que la tenga a mi lado. Yo no se la quito. La marcha de Mom¨ªn no le causar¨¢ ninguna emoci¨®n, ya que nunca se ha ocupado de su nieta. Hace falta que le d¨¦ la oportunidad de llevar una vida normal".
[Alina Salgado obtuvo sin problema la autorizaci¨®n para salir de Cuba y el s¨¢bado pasado se reuni¨® con su madre en Columbus (Georgia, EE'UU). El Gobierno norteamericano ha concedido a ambas un estatuto especial para permanecer en el pa¨ªs y acceder dentro de un a?o a la residencia permanente].
Por la tarde llevaron a Alina a la suite 403 del hotel Miguel ?ngel, situado a dos pasos de la Embajada de Estados Unidos en Madrid. Una mujer mayor la esperaba: Elena Amos, de origen cubano, es una multimillonaria que sostiene la causa anticastrista. Con una de las mayores fortunas norteamericanas, Elena Amos no dud¨® en donar 30.000 d¨®lares (unos cuatro millones de pesetas) a Orestes Lorenzo P¨¦rez para que comprase una vieja Cessna con el que pudiera recuperar a su familia. El 19 de marzo de 1991, el comandante Orestes despeg¨® de Cuba a bordo del Mig-23 que pilotaba y cinco minutos m¨¢s tarde se pos¨® en Cayo Oeste (Florida). Veinti¨²n meses m¨¢s tarde, el 19 de diciembre de 1992, aterriz¨® con la destartalada avioneta en una carretera cerca de Varadero y embarc¨® a su mujer y sus dos hijos en una espectacular operaci¨®n con destino a Cayo Largo (Florida).
Durante la noche, Alina se hace preguntas. Le gustar¨ªa iniciar una nueva vida en el pa¨ªs de su elecci¨®n. No quiere quedarse en Espa?a. Demasiado peligroso: la Embajada cubana es activa aqu¨ª. Por un momento, le tienta Francia. Desp¨²es de haber pasado un a?o en Par¨ªs, habla perfectamente ese idioma y tiene amigos all¨ª. En el avi¨®n se hab¨ªa dicho a s¨ª misma que no ir¨ªa a Estados Unidos a unirse a las filas anticastristas. Se siente entre la espada y la pared. Piensa en su hija y no quiere decir o hacer nada que pudiera enfadar a Fidel Castro. Su suerte, sin embargo, ya est¨¢ echada. Esa misma noche, Elena Amos ha telefoneado a su amigo Sam Nunn, senador dem¨®crata por Georgia. Cercano a Bill Clinton y presidente de la todopoderosa Comisi¨®n de Defensa en el Senado, Nunn informa al Departamento de Estado de que la hija de Castro desea pedir asilo pol¨ªtico en Estados Unidos desde Madrid.
A las diez y media de la ma?ana del martes 21 de diciembre, un funcionario de la Embajada norteamericana entra con sus guardaespaldas en la suite 403. Los servicios secretos espa?oles tambi¨¦n est¨¢n avisados. En el recibidor del hotel, agentes de ambos pa¨ªses cruzan sus miradas. Alina firma el formulario estadounidense de petici¨®n de asilo.
A las once y media, junto a su nueva amiga millonaria, se suben, con los guardaespaldas, en un Chevrolet blanco equipado con una antena de radio. A las dos, acompa?adas de un funcionario estadounidense, se encuentran a bordo del avi¨®n de Delta Airlines que despega hacia Atlanta (Georgia). En esa ciudad les espera un avi¨®n privado para conducirles hasta la suntuosa casa de la se?ora Amos en Columbus. Comenz¨®, entonces, un nuevo combate para Alina: el ¨²ltimo pulso con Castro para que dejara salir a su nieta.
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